Las historias de salvación abundan en el mundo del deporte, pero pocas veces se ha visto a una disciplina entera crecer de forma impresionante durante una década para después quedar relegada casi a la extinción. El patinaje urbano (que abarca disciplinas como el patinaje agresivo, que se basa en realizar saltos y deslizamiento en bordillos por rampas o por la ciudad; el slalom, en el que el patinador tiene que sortear conos mediante giros y juegos de piernas, o el estilo libre conocido como freestyle) ha conocido un auge inédito en los años posteriores a la pandemia, tras casi desaparecer por completo a inicios de los 2000. Un puñado de patinadores profesionales afincados en Barcelona se han convertido en artífices del resurgimiento de este deporte, fusionando varios estilos urbanos (el hip hop, la moda urbana o el patinaje artístico) en una nueva disciplina conocida como “wizard”, traducción de mago en inglés. Parte del éxito se basa también el diseño de la base de los patines, que facilita los giros.
En las inmediaciones del hotel W de Barcelona, uno de los mejores spots (como se conocen los lugares de patinaje) de la capital catalana, Nicola Torelli (Ancona, Italia, 32 años), referente del “wizard” en el mundo del patinaje, ejecuta saltos, derrapes, cambios de dirección y otros trucos para lograr efectos visuales muy llamativos. En los vídeos que Torelli sube a su cuenta de Instagram (60.000 seguidores), se le puede ver con prendas holgadas de estilo hip hop de los años 2000, un guiño a su pasado en el mundo de la danza urbana y el skate.
“En los noventa el patinaje estaba muy de moda, yo empecé a patinar de niño, pero a los 11 años los patines me quedaron pequeños y los cambié por un monopatín”, asegura Torelli. La historia de este patinador italiano va de la mano con la de este deporte. A mediados de los años 90, mientras Torelli se calzaba por primera vez un par de patines, el patinaje urbano estallaba como actividad de moda en las ciudades de la costa oeste de los Estados Unidos, con disciplinas como el patinaje agresivo como punta de lanza del deporte. El auge de marcas como Rollerblade hizo que el producto llegase a todas las grandes ciudades del mundo y puso a millones de adeptos sobre ruedas.
El patinaje urbano ganó un protagonismo inédito, hasta llegar a ser tema de conversación recurrente en publicaciones y revistas especializadas y pasar a formar parte de los Xgames, la competición más célebre dentro de los deportes extremos, que ha visto surgir a estrellas como Tony Hawk, Shaun White o Nijah Huston. Al auge súbito le siguieron años obscuros: la disciplina fue perdiendo adeptos hasta casi desaparecer mientras que el skate crecía como la espuma, con marcas y patrocinios millonarios y cientos de fanáticos practicando kickflips (un truco que se basa en saltar girar el monopatín en el aire) en los parques de las principales capitales del mundo.
“Durante mi adolescencia dejé el patinaje, empecé a salir con mucha gente mala y me dejé convencer de que no podía seguir haciendo lo que me gustaba”, afirma Torelli, que trabajó de enfermero y ahora forma parte de los pocos atletas que pueden presumir de poder vivir del patinaje urbano. Torelli se mudó a Londres a los 23 años y en 2016 volvió a ponerse un par de patines en los pies. “Me enamoré nuevamente de este deporte tras dejarlo por muchos años, pero cuando vi que el patinaje estaba un poco olvidado traté de incorporar los elementos que me gustaban como la moda o la danza”. Su estilo sedujo a los patrocinadores.
Luis De Paulo (Caracas, Venezuela, 35 años) es otro patinador que ha conseguido hacer de su pasión su oficio. Venezolano de padres portugueses tiene la mano derecha y la pierna reconstruidas quirúrgicamente tras sufrir múltiples fracturas como consecuencia de su oficio, pero no se arrepiente de dejar una prometedora carrera como programador informático para dedicarse por completo al patinaje. “Barcelona es una de las mejores ciudades del mundo para moverse con ruedas en los pies”, confiesa De Paulo, quien aunque reside en Madrid, no pierde oportunidad de visitar la capital catalana. Mostrar su trabajo a los patrocinadores para poder vivir de su pasión no es una tarea fácil: “Hay muchas horas de práctica y personas que nos ayudan detrás de las cámaras, además se hace todo en un espacio muy controlado”.
En Londres, Torelli se dio cuenta de que podía vivir del patinaje: dividió su tiempo dando clases y trabajando con la primera marca que se interesó en él para promocionar sus productos. “Cuando llegó el primer patrocinio, volví a tener mucha confianza en mí y volvió a nacer un sueño artístico que tuve en algún momento de mi vida con el hip hop”. Cuando Torelli llegó a Barcelona se enamoró de la ciudad y decidió quedarse.
Un marco inclinado que facilita los giros
El “wizard” nació en Estados Unidas cerca del año 2015 de la mano de Leon Basin, un patinador israelí propietario de una tienda de patines en Canadá. Basin empezó a vender patines con un marco levemente inclinado que facilitaba los giros, “hubo mucha gente del mundo del fitness que se ponía los patines y no podía girar hasta que Basin creó un marco inclinado”, comenta Torelli. En el mundo del patinaje urbano a este diseño se le conoce como un “rockered frame”. El nuevo diseño gustó mucho y captó a una nueva clientela que empezó a hacer cosas mucho más técnicas con patines que permitían transitar con mayor facilidad por la ciudad, actualmente algunos patines de su marca pueden superar los 1000 euros. “Mi misión en la vida es popularizar el patinaje y he puesto todo mi esfuerzo en conseguirlo”, asegura Basin en uno de sus vídeos.
Desde que Basin popularizó la disciplina en el 2019, mediante un vídeo culto entre la comunidad patinadora norteamericana titulado The church of Leon (La iglesia de Leon) en donde el patinador combina con creatividad, trucos, saltos y largos recorridos con música y poesía, miles de patinadores se sintieron motivados a usar su creatividad para navegar por el espacio urbano. “Los patines son una herramienta que permite el desplazamiento, pero también una extensión de tu cuerpo que te permite incorporar un estilo propio, mientras que los patinetes eléctricos te quitan algo”, asegura el italiano.
Poco a poco la capital catalana ha atraído una oleada de talento que cuenta en sus filas a patinadores como los ingleses Danny Aldridge, Nick Lomax o Ana Royo. Muchos de ellos han llegado atraídos por las facilidades que brinda la ciudad y la cantidad de lugares idóneos para patinar. “Lo que diferencia a Barcelona de otras ciudades es que aquí se concentra un gran número de patinadores profesionales”, concluye Torelli.