Imagínese, por un momento, levantarse temprano cada mañana para ir a trabajar, coger cada día un Rodalies atestado para intentar llegar a tiempo a su puesto de trabajo y que, a pesar de su esfuerzo, al final del mes su nómina no sea suficiente para salir de la pobreza. Es posible que no sea su caso, es posible que no conozca a nadie en su entorno cercano, pero es una realidad a la que no se puede permanecer ajeno, puesto que, en Cataluña, 287.787 personas sufren pobreza laboral.
Cataluña es un lugar próspero cuya economía crece a buen ritmo y, sin embargo, este crecimiento se está construyendo sobre las espaldas de muchas personas con un empleo precario, personas con rostro que sí están día a día a nuestro alrededor. Las personas con empleo que más pobreza sufren trabajan en los bares y restaurantes de nuestras calles y plazas; son las mujeres, migrantes en su mayoría, que cuidan a nuestros mayores por un sueldo insuficiente y en unas condiciones laborales durísimas; son los riders que nos traen la hamburguesa que no queremos salir a buscar en un día de lluvia y, también, son las madres que, en solitario, tienen que compaginar un trabajo parcial con la crianza de sus hijos e hijas.
Ahora, imagínese tener uno de esos empleos precarios y tener que afrontar el pago del alquiler, el de la luz y el de la cesta de la compra. ¿Le salen las cuentas? Se ha dicho desde múltiples altavoces que el empleo es la mejor herramienta contra la pobreza, pero ¿cómo se les explica a las personas con trabajos más precarios que con su esfuerzo no es suficiente? No podemos permitirnos una Cataluña donde la desigualdad y la pobreza se cronifican a pesar del crecimiento económico. Son necesarias y urgentes reformas que lleguen a las personas más vulnerables, que permitan llevar vidas dignas, que transformen su presente de miseria en un horizonte de esperanza.
En este sentido, Cataluña está ante una oportunidad única para mejorar la vida de la gente. Se debe aprovechar que la Generalitat asume la gestión del Ingreso Mínimo Vital para aunarla a la Renta Garantida y expandir la protección social a la infancia y a aquellas personas que trabajan, pero no llegan a fin de mes. Es también importante aprovechar la entrada en vigor de la nueva Ley de Empleo para que el Govern reforme con ambición las políticas activas de empleo, que escuchen y apoyen a las entidades sociales que tienen proyectos innovadores de inserción laboral para recalificar a las trabajadoras con menos nivel de estudios y que puedan salir de la precariedad.
Es necesario que en este nuevo curso político catalán se ponga en el centro la agenda social, para que Cataluña sea el hogar de prosperidad que todas deseamos y merecemos.
Alejandro García-Gil, responsable de protección social y empleo de Oxfam Intermón