Sus coches son sinónimo de lujo, pero también de elegancia, sofisticación y discreción. En cambio, más allá del dinero, la familia Porsche no parece compartir estos días esas características con sus productos estrella. Wolfgang, tercera generación de la saga, presidente del Consejo de Administración de la casa automovilística y con una fortuna estimada de más de 20.000 millones de euros (para medios como Bloomberg son “una de las familias más poderosas del mundo de los coches”), se ha convertido estos días en protagonista de un escándalo que llega a las páginas de los diarios alemanes y no precisamente por los resultados económicos de su compañía. Su vida privada, con un divorcio y un aristocrático supuesto romance de por medio, está ahora expuesta en toda la prensa del continente.
A mediados de este mes de marzo, y a través de un portavoz, Porsche, de 79 años, anunció su separación de la que ha sido su segunda mujer durante los últimos cuatro años, Claudia Hübner, de 74, aunque mantenían una relación desde hacía más de 15 años. La boda tuvo lugar en 2019 en el palacio de Mirabell de Salzburgo, donde les casó el alcalde de la ciudad, puesto que el matrimonio vivía a caballo entre la misma y la también austriaca Zell am See, y al enlace asistieron los cuatro hijos de los dos anteriores matrimonios de Porsche y sus cuatro nietos; así como la única hija de Hübner y sus, también, cuatro nietos.
Sin embargo, hace un par de años Hübner cayó gravemente enferma a causa de una demencia que ha hecho que su salud física y mental hayan empeorado con rapidez. Quien fue profesora de Derecho Civil y Penal, así como concejala por la ciudad de Stuttgart y más tarde asesora del Gobierno alemán, ahora apenas puede moverse sola. Según medios alemanes como Bunte o T Online, que citan a fuentes cercanas a la familia, la enfermedad ha sido una de las principales razones para que Porsche haya pedido el divorcio. El matrimonio ya no convive, y desde 2021 ella reside junto a su hija Louisa en Kitzbühel, en la región del Tirol.
Mientras su ya casi exmujer pasa sus días atendida por cuatro cuidadores que velan por ella las 24 horas, Porsche sigue con sus labores como presidente del consejo de la empresa familiar, un puesto que ocupa desde 2007. Doctorado en Ciencias Comerciales en Viena, tras la muerte hace 25 años de su padre, Ferry —que llegó a ser arrestado por colaborar con las SS, y que era el único hijo varón del abuelo Ferdinand, fundador de la casa e ingeniero aliado de Hitler, para quien fabricaba tanques—, Wolfgang se convirtió en portavoz del grupo. Además de su posición actual, desde hace años también es miembro de los consejos de administración de Volkswagen y Audi. Además, dirige “una granja orgánica alpina con unas 200 reses”, según explica la propia empresa en su biografía, y tiene una amplia colección de coches, Porsche, por supuesto, especialmente singulares “que conduce con regularidad”.
Si la noticia del divorcio ha causado un cierto revuelo entre la alta sociedad alemana y austriaca, más ha impresionado que se desvele que otro de los principales motivos de la separación es una nueva y supuesta relación entre Porsche y quien es su amiga desde hace 25 años, la princesa Gabriela de Leiningen, de apellido de soltera Thyssen. A sus 59 años, Leiningen es una antigua modelo, filántropa, consejera de la Unesco y colaboradora de televisión que llegó a participar en la preselección de Alemania en Eurovisión en 1986 (donde quedó última).
La princesa ha estado casada en dos ocasiones. La primera fue con Karl-Emich, príncipe de Leiningen y cabeza de la casa de los Romanov (eternos pretendientes al extinto trono de Rusia), con quien tiene una hija, Theresa, de 30 años. La familia Leiningen nunca vio con buenos ojos esa unión y desheredó a Karl-Emiche. Pero su segundo y más célebre matrimonio tuvo lugar con el cuarto Aga Khan en mayo de 1998; con él tiene un hijo, Aly, de 21 años. Gabriela y Shah Karim al-Hussayni (hoy de 86 años) se separaron en octubre de 2004. Él, buen amigo del rey emérito Juan Carlos y líder espiritual de los musulmanes ismaelitas (una pequeña rama del chiísmo con apenas 15 millones de fieles), cuenta con una fortuna estimada de mil millones de dólares. Ella, que al casarse se convirtió al islam para poder ser la begum Inaara, descubrió, en 2002, que su marido le estaba siendo infiel cuando, gracias a un detective privado, descubrió que se había ido de vacaciones a Tanzania con otra mujer en su avión privado. El divorcio se estimó, hace dos décadas, en unos 200 millones de dólares. Para ponerle un poco más al monto, Gabriela subastó por 20 millones más de medio centenar de sus joyas, entre ellas un collar de diamantes y esmeraldas de la casa Cartier valorado en unos tres millones que había llevado en la cena previa a la boda de los hoy reyes Felipe y Letizia.
Tras su separación del Aga Khan, la princesa —que decidió mantener el título que le proporcionó su primer matrimonio— salió durante unos años con Jürgen Kellerhaus, heredero del imperio del gigante tecnológico Media Markt, separado, cuya fortuna se estima en 2.000 millones de euros. Pero aquello fue en 2019. Ahora, según Bunte, la princesa y el hombre fuerte de Porsche se ha dejado ver en fiestas en Múnich desde hace unos meses, donde se han presentado como pareja, y a principios de año se fueron de vacaciones a Maldivas. El 1 de abril, Gabriela cumplirá 60 años; el 10 de mayo, Wolfgang llegará a los 80. Quizá una lujosa fiesta de cumpleaños termine de hacer pública su no menos lujoso romance.