El canciller alemán Olaf Scholz prevé perder este lunes la confianza del Bundestag y pedir después al presidente de República, Frank-Walter Steinmeier, la disolución parlamentaria para que puedan celebrarse nuevas elecciones. La derrota es el resultado que busca el socialdemócrata después de romper en noviembre la coalición tripartita que gobernaba Alemania desde 2021 y quedarse en minoría.
La sesión comenzó a las 13.00 horas con un discurso del canciller y un debate que estaba previsto que se prolongara durante al menos dos horas, al final del cual se procedería al voto.
Una vez que Scholz haya perdido la cuestión de confianza en la Cámara baja del Parlamento, quedará despejado el camino para convocar las legislativas para el 23 de febrero, siete meses antes del final previsto de la legislatura. Con la presentación de los programas electorales este mismo martes, todo estará a punto para una campaña que será breve, intensa e invernal, con temperaturas en las calles cercanas a los cero grados.
La Ley fundamental de 1949, vista la inestabilidad de la República de Weimar en los años veinte y el caos parlamentario que precedió al ascenso del nazismo, blindó las posibilidades de disolver el Parlamento. La vía constitucional disponible es plantear una cuestión de confianza con el objetivo de perderla. Ya lo hizo Willy Brandt en 1972 y repitieron Helmut Kohl en 1982 y Gerhard Schröder en 2005.
Ahora Scholz, que al contrario que Brandt, Kohl y Schröder carece de mayoría desde la ruptura de la coalición de Gobierno, quiere obtener lo que pretendía: el adelanto electoral. Pero la derrota parlamentaria es, al mismo tiempo, la certificación de un fracaso. El de la coalición con Los Verdes y Partido Liberal Demócrata que él mismo rompió al destituir a los ministros de este último partido por desavenencias fundamentales en la política económica.
La incógnita, este martes, es que inesperadamente Scholz pueda ver frustrada la intención de perder la confianza del Bundestag, y gane la moción. Parecía claro que la oposición democristiana, los liberales y la izquierda poscomunista y populista votarán en contra del canciller. Está claro que su partido, el SPD, votará a favor. Y aunque Los Verdes, todavía sus socios de Gobierno, votasen también a favor, hay un pequeño margen para la incertidumbre. Ocurriría en el caso de que los diputados del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania decidan apoyar al canciller con el único fin de frustrar su plan para adelantar las elecciones. Al ser el voto público, sin embargo, salvar al Gobierno podría tener un coste electoral para la extrema derecha.
Para evitar sorpresas, Los Verdes han decidido abstenerse, de modo que, aunque la extrema derecha apoyase al canciller, este no alcanzaría la mayoría. Se trata, para el Gobierno, de perder y en este sentido puede decirse hoy: objetivo cumplido.