Rosalía y Rauw Alejandro describen su amor incitando al perreo y deformando el bolero | Cultura



El romance, el erotismo y el sexo. De eso tratan las letras de las canciones de RR, el grupo que han formado Rosalía (Barcelona, 30 años) y Rauw Alejandro (San Juan, Puerto Rico, 30 años), como todo el mundo sabe pareja sentimental desde hace unos años. Sus tres primeras canciones (Beso, Vampiros y Promesa) se pueden escuchar desde esta medianoche en las plataformas digitales. Aparte de enterarnos de que en su casa, allá por Miami, “huele a tabaco y melón”, escuchamos dos temas de bases reguetoneras con interesantes incrustaciones sonoras y un bolero retorcido, original, con un final sorprendente. Tres piezas con poco flamenco y que en las manos y las voces de otro dúo hubiesen desbordado en azúcar pero que en las suyas suenan como un todo, bien empastadas, siempre priorizando la canción y evitando lucimientos individuales.

Lo llaman “proyecto”, como si estuviesen en la primera clase de preparación para ser un buen CEO. Pero esto es música. El proyecto RR, o mejor dicho RЯ, que las iniciales de Rosalía y Rauw se están besando en el logotipo que han publicitado. Dicen que han trabajado en ellas durante el último año. De Rosalía se conoce prácticamente todo. Otro mejor dicho: se conoce lo que quiere mostrar hábilmente en sus redes sociales esta especie de superheroína que aparece en la ventana de TikTok ante millones de personas para decirles que el mundo está cambiando y ella sabe por dónde sopla el viento.

Rauw Alejandro está unos escalones por detrás en cuanto a popularidad. Su experiencia musical empieza cuando sus padres se divorciaron y se marchó, con 10 años, a vivir con su madre a Carolina, uno de los barrios más reguetoneros de San Juan, la capital de Puerto Rico. “De allí salen todos los reguetoneros, es la cuna. Los primeros dj y productores se fueron a Carolina y se creó un ambiente musiquero. Ahora existen más estudios de grabación que escuelas o parques deportivos”, contó a este periódico en 2021. A Rauw le costó significarse entre los músicos puertorriqueños de su generación (Bad Bunny, Ozuna, Anuel AA, Myke Towers, 2, Jhay Cortez…) porque una de sus cualidades era el baile, y no estaba bien visto que un reguetonero se moviese tan bien como Michael Jackson. Aunque un poco más tarde que los demás, consiguió trascender con un carrera discográfica, a álbum por año, en evolución: Afrodisiaco (2020), Viceversa (2021), donde se incluye su exitazo Todo de ti; y Saturno (2022).

Según han informado, las canciones de RR cuentan una historia, la suya: “Son como fases del amor. Una tiene que ver con el pasado, otra con el presente y otra con el futuro”.

Así son los tres temas, compuestos y escritos por los dos y con la ayuda en la producción de Noah Goldstein, Dylan Patrice y El Zorro. De momento solo han grabado vídeo de Beso:

Beso. Una melodía de piano introduce el tema. También puede ser el próximo tono de una marca de móviles. Enseguida suena la voz de Rosalía, su soniquete inconfundible para describir lo mucho que anhela los arrumacos de su pareja. Un ritmo de reguetón pausado, sensual, bamboleante. Coge el relevo Rauw Alejandro para encarar la parte más latina; cuando ella aparece regresa la magia. “Fuma como si te fueran a echar por fumar. / Y baila como sé que se movería un dios al bailar. / Y besas como que siempre hubieras sabido besar. / Y nadie a ti, a ti te tuvo que enseñar”, canta la catalana. Un tema donde los dos se adaptan a la canción, y no como muchas de las colaboraciones que saturan el mercado latino, donde cada uno parece ir por su lado. Comentar que el vídeo se compone de un montón de imágenes caseras donde la pareja expresa su amor y se lo pasa en grande, que de eso se trata. Finaliza con Rosalía enjugándose las lágrimas y diciendo: “Ay, dios mío, y todo el rímel aquí corrido. Te amo”. Y le da un beso. Atención amantes de las crónicas de sociedad: ella lleva en la mano una cajita con toda la pinta de contener un anillo.

Vampiros. Todo empieza con un sonido grave de lo que parece un teclado de órgano que se reproducirá, insistente e hipnótico, durante toda la canción. Esa sonoridad conducirá al oyente por una canción donde el primer protagonista esta vez es Rauw Alejandro. Un tema que habla de la noche, el sexo y de colmillos. “Mi pistola no tiene seguro, se dispara sola./ Es de Barcelona, pero está en Carola. / Ella no es seguidora, ella es la ola”, canta él y que cada uno saque sus interpretaciones. Es la canción más discoteca, para perrear, con fases disruptivas, como unas explosivas percusiones y donde se incluye un trabalenguas marca de la casa de Rosalía: “La que pica, spicy, wasabi. / Yo soy natural, wabisabi”.

Promesa. La mejor canción de RR. Un bolero deconstruido que hubiera encajado perfectamente en Motomami. Un tema de base bolerística lleno de ruiditos y detalles sonoros que transforman su escucha en una aventura. “Quiero comer cerezas contigo y subir todas las montañas. / Tirarnos desnudos en el agua y luego dormir en la playa. / Y secarte el cabello, y comerte la cara. / Y aunque pase el tiempo, no olvidarme de nada”, le canta Rosalía a su amado. El minuto final es soberbio. Un órgano saturado acompaña a la voz flamenca de Rosalía (esa Rosalía de El mal querer), una percusión al compás y unas carcajadas finales de él, la risa tortolita del amor.

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