Chernóbil es una palabra maldita, un mantra que se repite cuando se habla de desastres (casi) bíblicos, grabados a fuego en la memoria de la humanidad. El fotógrafo Pierpaolo Mittica ha publicado un libro (Chernobyl, GOST Books) que es un documento sobre las comunidades que habitan o transitan por la zona de exclusión, un área de unos 2.600 kilómetros cuadrados alrededor del lugar en el que se produjo la catástrofe en 1986.
“La mayoría de los niños afectados por la radiación que fotografié en mis primeras visitas ya no están vivos. Me gustaría que este libro fuera la memoria de ese lugar y de esas personas”, cuenta Mittica sobre un lugar al que viajó por primera vez en 2002 y al que ha regresado en numerosas ocasiones. Las fotografías del libro ilustran seis años e incluyen imágenes de personas que regresaron a sus pueblos tras haber sido evacuadas a la fuerza después del desastre —se cree que unas 4.000 viven actualmente en Chernóbil–, operadores de los reactores que aún no han sido desmantelados, personal militar que patrulla la zona, científicos que estudian el impacto del desastre.
Tras la invasión rusa de Ucrania, gran parte de la zona de exclusión ha sido minada. Nadie puede adentrarse en ella. “A pesar de ser uno de los lugares más contaminados de la Tierra, la zona muerta de Chernóbil estaba llena de vida antes de la guerra”, concluye Mittica.