¿Qué es el Optimismo? era el primer grupo del cantautor bilbilitano Ángel Petisme. Era un nombre provocativo porque durante mucho tiempo lo prestigioso ha sido el pesimismo. Tenía que ver con cierta impronta fatalista: en alguna familia, tras un ataque de risa, se decía “Ya lo pagaremos”. William F. Buckley escribió que un conservador es alguien que se coloca frente a la historia y grita “Detente”, pero el pesimismo podía ser todavía más común en la izquierda, porque a veces ser de izquierda era quejarse, como señalaba Ricardo Piglia en su curso sobre Borges. Las predicciones pesimistas inspiran más respeto que las optimistas: pueden ser igual de frívolas e interesadas que las positivas, pero les concedemos un plus de seriedad. Algunos han buscado razones biológicas: alarmarte por algo que no ocurre es menos costoso que permanecer indiferente a un peligro real. Como ha apuntado Janan Ganesh, las predicciones negativas penalizan menos. Todo el mundo ha hecho un chiste sobre el fin de la historia de Francis Fukuyama, pero nadie se acuerda de los apocalipsis que no llegaron: el pesimista, dice Ganesh, ni queda decepcionado ni rinde cuentas. (Autores que llevan décadas prediciendo la crisis del sistema salen a celebrar la confirmación de sus tesis cuando el sistema entra en crisis: ¡por fin, la prueba! A ver si el fracaso del mercado hace que se venda mi libro.)
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