Con Sumar intentando distanciarse del PSOE, sobre todo en la gestión del Gobierno del problema de la vivienda, Podemos hizo este sábado una clara demostración de que no está dispuesto a dejarse comer el menguado terreno que le queda, el de la izquierda dura y resistente. El acto central de su Universidad de Otoño, Cambiar todo lo que no podemos aceptar, fue una sucesión de mensajes contra el PSOE, equiparado constantemente al PP. Sobre todo, por su posición en un tema: el “genocidio” de Israel. La secretaria general del partido, Ione Belarra, lanzó una advertencia directa al Ejecutivo de Pedro Sánchez. ”Si quiere el apoyo de Podemos”, dijo, tiene que “romper relaciones comerciales” con Israel, “bajar los alquileres por ley y terminar con la especulación” con la vivienda, el otro tema estrella de la mañana. Ahí pone –al menos ahora– Belarra al listón para que el Gobierno alcance el apoyo de los cuatro diputados de Podemos justo cuando se avecina la negociación para aprobar los presupuestos de 2024, que podrían determinar la duración de la legislatura.
No hubo la menor alusión a la voluntad de unidad expresada por IU. Los sucesivos oradores en el mitin de la Uni de Otoño ignoraron ostentosamente a Sumar, centrándose en la confrontación directa con el PSOE, aderezada esta vez con una advertencia sobre sus apoyos que sigue unas líneas que esta misma semana ya había esbozado Pablo Iglesias. Pese al silencio sobre Sumar, en los discursos latió una crítica –desdeñosa, pero una crítica– al principal grupo a la izquierda de los socialistas, sobre todo cuando insistían en la idea de que Sánchez gobierna ahora “en solitario”, afirmó Belarra. “Sin presiones y sin ruido”, en palabras de Irene Montero, para quien de “lo único que puede presumir” el presidente es de lo que hizo cuando gobernó con Unidas Podemos, entre 2020 y 2023, como la subida del salario mínimo y las “leyes feministas”. En contraste, Belarra defiende a Podemos como “la voz de la resistencia y la dignidad”. “Estamos muy solas en el Congreso”, añadió, en lo que sonó a otra velada crítica a Sumar, ahora presentada como un mero apéndice del PSOE sin identidad propia.
Una idea aparecía en todas las intervenciones: Podemos es un partido que fue machacado por el lawfare –“se acaba de archivar la enésima causa fake, Neurona”, recordó Pablo Fernández, secretario de Organización y portavoz del partido– y el juego sucio mediático, pero que ha sobrevivido. Ahora, aunque mermado en su representación –tiene cuatro diputados y apenas le queda presencia autonómica–, el mensaje que lanzan sus dirigentes a la militancia es que están dispuestos a seguir dando guerra. “Recordemos quiénes somos y de dónde venimos”, arengó Belarra, que pidió defender “los valores”.
Montero fue la que más se explayó en la equiparación del PP y del PSOE, a los que acusó de múltiples similitudes. Aunque el año pasado gobernaban juntos, ahora Podemos parece en una galaxia política ajena a la de los socialistas. PP y PSOE dicen que Israel “es un Estado amigo”, señaló la europarlamentaria, ignorando los enfrentamientos diplomáticos del Gobierno con el Ejecutivo de Benjamin Netanyahu y centrándose en que España es “un país de tránsito de las armas que Israel utiliza para asesinar a niños y niñas palestinas”. A socialistas y populares Montero les asigna la condición de “cómplices de los genocidas”. Los dos, PP y PSOE, continuó la exministra de Igualdad, “están en las instituciones para defender a los rentistas”, los dos “han votado juntos ese pacto racista y miserable de migración y asilo” en Europa, los dos tienen “siempre gente dispuesta a meter la mano en la caja”, los dos “aplauden con las orejas a Blackrock” y otros fondos de inversión, los dos “entregan el poder judicial a los poderes más reaccionarios y antidemocráticos”…
A juicio de Montero, el “poder establecido” pretende un regreso del “bipartidismo” que borre el legado de Podemos y calle su voz. “No echaron del Gobierno porque Podemos arrastró al PSOE a hacer lo que no quería hacer”, proclamó Pablo Fernández, secretario de Organización, que acabó su intervención a voz en grito con un “basta ya de complicidad” con el ataque de Israel a sus países vecinos.
No hubo –tampoco un acto así es un contexto demasiado propicio– autocrítica por el fuerte retroceso electoral vivido por el partido, que hace menos de una década disfrutaba de 5 millones de votos y 69 diputados. El tono más bien era de celebración de que la formación salvó la bola de partido de la supervivencia. Aferrados a la visibilidad que le dan sus dos eurodiputados, sobre todo Irene Montero, los morados encaran ahora un proceso de renovación interna. La formación prevé culminar el 30 de noviembre la elección de hasta cinco ejecutivas autonómicas: Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Euskadi y Galicia. Otras dos, La Rioja y Aragón, se renovarán más adelante. El partido de Belarra deja, en principio para junio del año que viene, su V Asamblea Ciudadana para decidir la próxima Secretaría General, ahora mismo en manos de Ione Belarra, que comparte protagonismo con Montero y también con Pablo Iglesias, que desde su posición mediática sigue siendo un referente del partido.
El acto sirvió también a Podemos para reivindicar sus alianzas internacionales, con la participación del diputado Jeremy Corbin, exlíder del Partido Laborista, del que fue expulsado y con cuya actual línea es extremadamente duro; la eurodiputada franco-palestina Rima Hassan, de La Francia Insumisa; y la eurodiputada portuguesa Catarina Martins, del Bloco de Esquerda, que durante su discurso afirmó: “Nosotras no nos hemos vendido”. Esa es exactamente la idea fuerza de Podemos ahora.