Los neoyorquinos son muy pasionales cuando les tocan lo suyo. No hay nada que les motive más que levantarse como si fuera la diminuta aldea gala de Astérix y Obélix contra el Imperio Romano cuando alguien pretende modificar alguno de sus emblemas. Y cuando se trata de algo tan icónico, atemporal y personal como el logotipo I ❤️ NY creado por Milton Glaser en 1977, posiblemente la marca más reconocible y copiada del mundo, las reacciones pueden ser furibundas.
Eso es lo que ha sucedido esta semana después de que el alcalde la ciudad, Eric Adams, y la gobernadora del estado, Kathy Hochul, desvelaran su nueva campaña publicitaria con una reinvención del famoso logo llamada We ❤️ NYC. Es parte de una campaña de reactivación del turismo después de la pandemia. “Es literalmente el peor diseño que he visto en mi vida”, sentenciaba un usuario de Twitter, donde se multiplicaron los memes. “Si va a haber un motín en Nueva York, será por esto”, escribió otro, ironizando con los rumores sobre un posible arresto inminente de Donald Trump que no ha perturbado la paz de la ciudad, a pesar de las llamadas a las protestas del expresidente. “No te metas con la perfección”, tuiteó otro junto a una imagen del logotipo original.
No es la primera vez que alguien intenta intervenir este clásico. Ya lo hizo el propio Glaser tras los ataques terroristas del 11-S de 2001 contra las Torres Gemelas con un I ❤️ NY more than ever (‘Amo Nueva York más que nunca’). En agosto de 2021, el ayuntamiento del exalcalde Bill de Blasio organizó We Love NYC: The Homecoming Concert (’Amamos NYC: El concierto de regreso a casa’), un megashow musical en Central Park para despedir la pandemia. Nadie se quejó entonces.
El sentimiento ahora es diferente. La ciudad se encuentra en plena liberación postraumática y nadie quiere oír hablar de ese “pesimismo” sobre el futuro que pretende contrarrestar la campaña, según palabras del alcalde. Si Glaser creó el logo para promocionar el turismo en un momento en el que ciudad estaba devastada por las deudas y el desempleo, ahora la urbe está en pleno despliegue de su famosa resiliencia, a pesar de los altos precios del alquiler y la inflación.
Desde la campaña, se lo han tomado con humor. Los creativos han reaccionado rápido con un gran anuncio en las pantallas de Times Square dirigido sus detractores. “Amamos a los críticos, incluso si no les gusta nuestro logo”. Ya saben de aquello que decía el escritor Oscar Wilde de que hablen de uno aunque sea mal.
“NO estamos reemplazando el clásico logotipo”, insiste en mayúsculas el diseñador Graham Clifford a ICON Design. “Queríamos rendir homenaje al viejo logo y, como se puede imaginar, fue un delicado acto de equilibrio”, reconoce. La elección de la nueva fuente que sustituye a la letra mecanográfica de Glazer está inspirada en la tipografía de las señales del metro neoyorquino. El nuevo corazón abandona el estilo plano del original para darle una nueva dimensión con el objetivo de adaptarse a la idea de “usar emojis como parte del lenguaje gráfico”, explica su autor.
Es precisamente ese nuevo aspecto adaptado al ojo de las redes sociales lo que chirría a los expertos. “Me da la impresión que no va a durar mucho, es como un TikTok en versión branding”, explica el diseñador gráfico español Pablo Delcan, que lleva más de 15 años afincado en la ciudad y publica sus trabajos en medios como The New York Times, New York Magazine o The New Yorker.
El nuevo logo en versión digital va sustituyendo el corazón con emojis de símbolos locales como un perrito caliente, el Empire State o una gorra de los Yankees. “El de Milton sobrevivió al tiempo por ser bello e icónico. No por la campaña que tenía detrás, sino por el poder del diseño en sí”, añade Delcan, que recuerda que en los setenta se escuchaba más a los diseñadores sin la intervención de las grandes maquinarias de marketing que rodean ahora al arte gráfico.
Más duro es Steven Heller, diseñador gráfico durante 30 años de The New York Times, crítico y profesor universitario, que recuerda cómo la creación de Glaser, esbozada en una servilleta de papel en la parte trasera de un taxi, “conmovió” por su capacidad de capturar las aspiraciones de los neoyorquinos de “una manera tan rara y poderosa” que incluso existiendo innumerables copias continúa teniendo significado.
Heller considera que el nuevo logo es una “mala imitación” que carece de “los matices y la frescura” del original, intoxicado por la tendencia a adaptar los diseños al efímero entorno digital. “El corazón es más un emoji cliché que algo sincero”, apunta, tras interpretarlo como una señal de puño alzado contra alguna amenaza, en lugar de una llamada a la bienvenida. Este nativo de 72 años —cuyo hijo es Nicolas Heller, más conocido como @newyorknico, por su cuenta de Instagram con más de 1 millón de seguidores donde apoya a los pequeños negocios y descubre a los personajes más curiosos de la ciudad— manda un último mensaje de aliento envenenado para sus creadores. “Les deseo lo mejor, pero que aprendan que un clásico no se puede mejorar sin perder la lealtad de quienes están representados por él”.
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