La capacidad de recordar experiencias relacionadas con nuestra propia vida se llama memoria autobiográfica. La mía es pésima, así que me fascinan aquellas personas que conservan bien en su mente la película de lo vivido y pueden reproducirla a voluntad hacia adelante y hacia atrás. En su libro La memoria y la vida, el profesor José María Ruiz-Vargas explica que este tipo de memoria ―hay otras― forja nuestro carácter e identidad, nos hace a cada uno distinto del resto y nos distingue a su vez de las demás especies. Solo los humanos poseemos memoria autobiográfica, solo nosotros construimos con ella una narración coherente. Es también, además de una factoría de significado, una máquina del tiempo. Podemos, dice, resumir la experiencia de un año de lucha en un chispazo de nuestro cerebro.
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