Magnus Carlsen, de 34 años, era este viernes el 41º de 180 participantes en el Mundial de Rápidas de ajedrez en Nueva York, tras ocho rondas de trece, cuando su padre, Henrik, anunció que se retira del torneo. Previamente fue multado con 200 euros por incumplir el código de vestimenta, que prohíbe los pantalones vaqueros y que él conoce desde hace años. El árbitro jefe le dio la oportunidad de cambiarse de ropa antes de la novena ronda, pero él se negó. El número uno tampoco disputará el Mundial Relámpago los días 30 y 31, y manifestó que reniega de la Federación Internacional (FIDE).
“Si ahora quieren reforzar las normas de vestimenta, allá ellos. Yo estoy fuera, y que se jodan”, dijo textualmente Carlsen a un canal de su propiedad (Take take take) poco después de vencer al también noruego Aryan Tari en la octava ronda. Pero su resultado hasta ese momento (tres victorias, cuatro empates y una derrota) es el peor de su carrera junto al del Mundial de Rápidas de 2018 en San Petersburgo, donde también llevaba cinco puntos tras ocho partidas. Su actitud en la sala de juego este viernes fue muy displicente, llegando tarde o muy justo a las tres partidas que disputó.
Antes había dado una entrevista algo más extensa a la televisión noruega NRK, donde dijo: “Estoy cansado de la FIDE, de modo que no quiero más. No quiero tener nada que ver con ellos. Lo siento por quienes me siguen desde casa [millones de aficionados ven las partidas por internet, en directo o diferido]. Quizá mis principios sean estúpidos, pero no creo que esto sea divertido en absoluto”.
El escandinavo dio a continuación algunos detalles, como que él propuso acudir con otra ropa el sábado para las cuatro últimas rondas: “Pero ellos [los árbitros y algunos directivos de la FIDE] rechazaron el pacto. He llegado a un punto donde estoy muy molesto con la FIDE, de modo que yo tampoco quería ceder, por una cuestión de principios”. Más tarde añadió: “Francamente, soy ya demasiado viejo [34 años] para preocuparme en exceso. Si eso es lo que quieren, me iré a algún lugar donde el tiempo sea mejor que en Nueva York”.
La FIDE emitió un comunicado oficial: “Las reglas del código de vestimenta, redactadas por la Comisión de Atletas -compuesta por jugadores profesionales y expertos- han estado vigentes durante años y son muy conocidas por todos los participantes, que además reciben una comunicación sobre ellas antes de cada torneo. La FIDE también ha garantizado que los alojamientos de los jugadores estén muy cerca de la sede del Mundial, precisamente para que puedan cumplir las reglas fácilmente”.
El comunicado de la FIDE subraya que los árbitros actuaron con Carlsen de manera totalmente imparcial, como hubieran hecho con cualquier otro jugador. De hecho, añade, el ruso Ian Niepómniashi, doble subcampeón del mundo, fue también multado este viernes por calzar playeras, que de inmediato cambió por unos zapatos para poder seguir jugando el torneo.
Además de la gran pregunta en el aire -¿Carlsen habría actuado igual si fuera el líder del torneo?-, es imprescindible tener en cuenta el contexto para entender el escándalo. El noruego renunció al título mundial de ajedrez clásico en 2022 tras proponer cambios en el reglamento que la FIDE no aceptó. Desde entonces disputa muy pocos torneos de partidas lentas y muchos de rápidas o relámpago (presenciales o por internet) y apuesta muy fuerte por la modalidad de ajedrez 960 (o freestyle; la posición inicial de las piezas en la primera fila se sortea inmediatamente antes de cada partida) con la ayuda del multimillonario alemán Jan Henric Buettner.
El pasado día 22, Carlsen anunció en su cuenta de Twitter un acuerdo con el presidente de la FIDE, el ruso Arkady Dvorkóvich, para una convivencia pacífica entre el ajedrez clásico y el freestyle, con sus respectivos Campeonatos del Mundo. Carlsen cita así a Dvorkóvich: “Los jugadores podrán decidir lo que quieran y la FIDE no ejercerá acción alguna contra ellos”, en el sentido de que podrán disputar ambos Mundiales. Sin embargo, este mismo viernes, en pleno revuelo tras el escándalo, Carlsen dijo exactamente lo contrario -que la FIDE tenía una actitud hostil hacia ese compromiso- al periodista noruego Ole Kristian Ström, del diario VG.
Sea como sea, todo queda roto pocos días después. La primera incógnita es si Carlsen seguirá siendo reconocido oficialmente como el número uno de las tres modalidades (clásico, rápidas y relámpago) aunque no juegue ningún torneo organizado por la FIDE. Además, parece ya harto improbable que pueda batir todavía la marca más impresionante de las que logró Gari Kaspárov: ser el número uno (de la modalidad clásica) durante veinte años consecutivos (1985-2005), hasta que se retiró. Aunque hay algunos matices técnicos prolijos de explicar, Carlsen tendría que mantenerse en la cúspide al menos seis años más para lograr esa hazaña.