La hispanista Shirley Mangini (Pensilvania 1946- California 2024) falleció el pasado octubre en su casa de Long Beach, tal como deseaba, tras una larga enfermedad que la apartó de su trabajo en los últimos años.
Mangini fue una estudiosa clave en el estudio de las mujeres españolas de la Segunda República. Las conoció, las trató y las reivindicó, y prueba de ello es su magnífico libro Las modernas de Madrid (Península, 2001), base fundamental para todos los trabajos que se han desarrollado posteriormente, aunque no siempre se le reconozca el mérito de ser la fuente principal.
En este libro nos hablaba de las mujeres intelectuales, pero años antes había puesto nombres y apellidos a numerosas mujeres que habían participado activamente en la construcción y defensa de la Segunda República española. Mujeres trabajadoras, de extracción humilde, otras de clase privilegiada, pero todas ellas testimonio de las miles de españolas que también hicieron la guerra, mujeres valientes que quisieron resistir el fascismo y que por ello fueron reprimidas por Franco y silenciadas por sus compañeros.
A partir de un trabajo meticuloso, con muchas entrevistas realizadas a mujeres diversas, con la lectura de textos publicados o inéditos, y con la visita a numerosos archivos y bibliotecas, Mangini reunió una vasta documentación sobre el tema que generosamente compartiría con aquellas colegas o jóvenes investigadoras que la necesitaran.
La generación del 50
Antes de profundizar en el estudio de las mujeres españolas, se había interesado por los escritores españoles de la generación de los cincuenta. Animada por quien fue su marido por un corto periodo de tiempo, el poeta Ángel González, la recién licenciada por la Universidad de Nuevo México obtuvo una beca en Austin para obtener su título de maestría con una tesina sobre Jaime Gil de Biedma. Después realizaría su doctorado en Nuevo México, con una tesis sobre Juan Marsé. Ya como profesora en la Universidad de Yale, emprendería una laboriosa investigación acerca de la intelectualidad contraria a Franco, que culminaría con la publicación del libro Rojos y rebeldes. La cultura de la disidencia durante el franquismo (1987).
Desde una posición más amable, en la California State University, Mangini se entregó al placer que la investigación de sus intereses le reportaba. De aquí surgió la publicación, primero en inglés y después en español, de la biografía de la pintora Maruja Mallo, tras la cual se sumergió en aunar dos de sus intereses relacionados con España: la gastronomía y las mujeres intelectuales de finales del siglo XIX y principios del XX, sus modernas. La enfermedad le frustró terminar, precisamente, el libro acerca de la gastronomía de Emilia Pardo Bazán.
Mangini, persona divertida, alegre, valiente, trabó amistad con muchas de las personas que trató como objeto de estudio. Entre las páginas de los diarios de Rosa Chacel asoma una joven Shirley Mangini, viajera curiosa, despierta e inteligente. Las dedicatorias de Victoria Kent reflejan el cariño y las risas compartidas en el apartamento que habitaba junto a Louise Crane, próximo a Central Park. La auténtica Mangini también disfrutaba con las nuevas amigas, resultado de sus aventuras madrileñas. Amigas que conoció en alocados cursos de italiano o en bares en los que compartían callos y copas de chinchón. Amigas como ella misma: rojas, rebeldes y modernas.
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