El candidato de Vox a la moción de censura, Ramón Tamames, se despidió este miércoles del Congreso diciendo que, a pesar de lo que había escuchado estos días (eso de que “entraba en la caverna de la derecha”, dijo), él se había encontrado “bastante a gusto” con sus padrinos políticos. Al final del debate parlamentario, que se prolongó durante 14 horas y media, ya no parecían tantas las diferencias entre el excomunista y el partido ultra. “Ahora tenemos más violaciones que antes de esta oleada feminista. Para mujeres, ahí tenemos una, Isabel la Católica, que ya en el siglo XVI tenía más poder que el propio rey”, declaró durante una de sus intervenciones.
El mejor resumen de la moción eran las caras de los socialistas, es decir, los miembros del partido del censurado, que salían del Congreso con cara de mañana de Reyes. Les habían traído todo lo que esperaban y algún regalo más, porque, según comentaron en los pasillos, el intento de derrocamiento fallido les había brindado la oportunidad de exponer “los logros del Ejecutivo”, evidenciar el “liderazgo insustancial de Alberto Núñez Feijóo” ―el líder del PP no acudió al Congreso y su partido se abstuvo en la votación― y reforzar a la coalición tras la bronca por la reforma de la ley del solo sí es sí ―que un ministro, de contento que estaba, definió como una natural “riña de pareja”―.
El portavoz del PSOE, Patxi López, llegó a dar las gracias a Tamames por haberse prestado al “trampantojo” y con ello “haber permitido retratar a Vox como lo que es” y al PP como “abrazado por el oso”. Al igual que el día anterior, el PSOE subrayó la abstención de los populares como una muestra de que pertenecen al mismo bloque y familia política de Vox y enumeró sus contradicciones: “Son los del no al divorcio que se divorcian, los del no al aborto que abortan, los del no al matrimonio homosexual que se casan…”.
López también acusó al partido de Abascal de odiar a las mujeres libres y este pidió replicar desde el escaño. Para negarlo, el líder del partido de extrema derecha expuso como argumento de autoridad que en su “casa” quien manda es su esposa, y acusó a Pedro Sánchez de ser “el líder de la manada que ha premiado a 800 violadores”, en alusión a las rebajas de penas por la ley del solo sí es sí. Iván Espinosa de los Monteros aseguró, por su parte, que “las mujeres de Vox son mejores” y fue citando una a una a sus compañeras: “Patricia de las Heras, que ha conseguido compatibilizar tres embarazos con su trabajo”; Patricia Rueda, “por su capacidad de empatizar y ser la mejor embajadora del Turismo”, Rocío de Meer, por su “sensibilidad en temas sociales”, María Ruiz, que “nunca pierde la sonrisa…”.La exdiputada de Vox Macarena Olona, que compartía protagonismo en el Congreso con Espinosa de los Monteros hasta que abandonó el partido el pasado julio, lamentó hace tres meses que su discurso en esa misma tribuna hubiera “dado alas a quienes viven en la caverna y niegan la violencia machista”.
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El portavoz de Vox también pronunció una frase que da medida del nivel de emponzoñamiento de la política española, con o sin moción de censura: “Nosotros, desde la distancia ideológica, nos alegramos de que no les abortaran a ninguno de ustedes”. Se refería al vídeo difundido por la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, de Unidas Podemos, en el que un grupo de mujeres muy jóvenes cantaba en la manifestación del pasado 8-M: “¡Qué pena me da que la madre de Abascal no pudiera abortar!”.
Las mujeres acapararon buena parte del segundo día del debate de la moción. La portavoz del PP, Cuca Gamarra, quien justificó el paso atrás de su partido respecto a la moción anterior ―del voto en contra a la abstención― en el “respeto al señor Tamames”, cargó contra la vicepresidenta Yolanda Díaz, a quien llamó primero “alumna aventajada de Pablo Iglesias” y luego “marca blanca” de Pedro Sánchez. En una línea parecida se pronunció Inés Arrimadas, de Ciudadanos: “Le faltó desplegar un cartel de Yolanda presidenta”, dijo, refiriéndose a su intervención del día anterior. “A Sánchez se le veía incómodo porque le costaba compartir protagonismo, pero sabe que para mantenerse en el poder necesita que Yolanda sume”, añadió.
La portavoz del artista antes conocido como Ciudadanos, al que las encuestas sitúan con un pie fuera del Parlamento, aprovechó su turno para pedir a los españoles, con cierta melancolía, que se atrevieran a “dejarse gobernar por partidos y personas que no son los de siempre”. Arrimadas también repasó las intervenciones previas del resto de portavoces y en sus diez minutos de réplica les dedicó prácticamente más tiempo que el propio Tamames, quien despachó en bloque, con apenas una frase para cada uno, los discursos de 21 diputados: “He examinado el análisis de la CUP, que ha hecho algunos comentarios de interés (…) Con Bildu no puedo coincidir por razones obvias de separatismo, tampoco con el representante del BNG (…) Hay que felicitar a Guitarte por haberse unido en el propósito de la España vaciada (…) El PRC ha hecho aportaciones interesantes (…) A Baldoví también le gusta hablar alto, pero esta no es una casa para dar gritos (…) Tuve cierta amistad con el padre de Errejón. Le escuché con atención y pensé que ya había entrado en una fase de mayor racionalidad, pero tiene tiempo, aún es muy joven (…) Arrimadas ha hecho una exposición interesante. Conocí personalmente a Albert Rivera, que estuvo invitado en casa. Fue un invento importante, el de Ciudadanos que se malogró” (…) A Rufián le diría que cuando se busca en la vida de todas las personas se encuentran cosas que no se sabían y que la vida es un proceso de mejora [el portavoz de ERC le había afeado el pasado falangista de algunos miembros de Vox]”.
Tamames se preocupó también por el corazón de López. “Se excita usted demasiado. No me ponga en el brete de comprarle una cápsula de cafinitirina”. Avisado, en su segundo turno de réplica, el portavoz socialista adoptó un tono de padre conciliador con el candidato de 89 años: “Democracia es decir lo que uno quiere decir y también escuchar lo que uno no quiere escuchar. Se trataba de que usted nos convenciera a los demás, no los demás a usted”. En eso, señalar que Tamames había acudido a la moción sin un programa de gobierno alternativo, coincidieron la secretaria general del PP y Pedro Sánchez, pese a los duros reproches que Gamarra lanzó al presidente del “Gobierno más caótico y cainita de la Unión Europea”, como el de “atacar con saña a la gente corriente”. Se oyeron abucheos en el último turno del jefe del Ejecutivo, al que Tamames volvió a afear que se hubiese presentado en el Congreso “con un tocho de folios”. Al final, la única sorpresa de una moción de la que se sabía el resultado y el discurso del candidato con antelación fue la del voto a favor de un tránsfuga de Ciudadanos. Con eso se dio Vox por satisfecho: “La moción ha cumplido sus objetivos”, declaró ufano Espinosa de los Monteros al salir del hemiciclo con 201 votos en contra. Lo celebraron sonrientes, como si los 201 hubiesen sido a favor y los 53 en contra, y al grito de “¡Viva la moción! ¡Viva don Ramón!¡Viva España!”.
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