El sábado por la noche Alberto asesinó a María en su casa en Estepa, en Sevilla: 49 y 46 años y dos hijos de 11 y 17 en común. El domingo por la tarde fue un adolescente de 17 años quien mató a Chloe, su exnovia, de 15, en una urbanización llamada La Florida en Orihuela, en la provincia de Alicante. Son los dos últimos asesinatos machistas en España, el último escalón de una violencia cuyas cifras no han parado de crecer desde que se recogen. Contra ella es este 25 de noviembre, el Día Internacional contra la Violencia de Género, y aún en este día el feminismo ha vuelto a marchar por separado en varias ciudades como Valladolid o Sevilla, pese al absoluto consenso de la necesidad de erradicar la violencia como principal objetivo. La protesta también ha estado dividida en Madrid, la ciudad donde se mide de alguna forma al movimiento, y la política.
Porque fue la política lo que dividió hace ya dos años y medio al feminismo y fue en Madrid donde se visibilizó esa ruptura que nació por la ley trans, siguió con las distintas posturas sobre prostitución, y se avivó por las consecuencias de la Ley de Libertad Sexual —las rebajas de penas y excarcelaciones a reos de delitos sexuales—. De fondo estaba la incomodidad dentro del PSOE por la entrada de Irene Montero, de Unidas Podemos, como ministra de Igualdad con el primer gobierno de coalición de la democracia en un ámbito ocupado hasta entonces y en exclusiva por las socialistas.
Este lunes, las dos marchas convocadas en Madrid han vuelto a reflejarlo. La ministra Ana Redondo —junto a otras dirigentes socialistas— ha acudido a la que salía de Cibeles, convocada por el Foro de Madrid Contra la Violencia a las Mujeres y el Movimiento Feminista de Madrid, crítica con la ley trans y abolicionista de la prostitución; y la exministra, Irene Montero, y la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, a la que ha comenzado en Atocha, organizada por la Comisión 8M, transinclusiva y en la que ha habido tanto abolicionistas como regulacionistas de la prostitución.
Isabel Quiñones ha acudido a esa segunda, es psicóloga infantil de 43 años y una de las mujeres de la Plataforma de Trabajadoras de Servicios de Violencia de Género en la ciudad de Madrid. Lamenta la duplicidad de las protestas, pero lo que más le importa es la razón por la que ella, como decenas de otras trabajadoras especializadas, hoy, este lunes, ha ido a la huelga: “Los servicios están muy precarizados y somos maltratadas por las empresas que nos contratan”. Recursos escasos y externalizados para aquellas que ayudan, tratan y asisten a las víctimas de la violencia machista en la capital y que han provocado uno de sus coros. “La red nos sostiene, por eso aquí nos tiene. Almeida escucha, la red está en lucha. Ayuso escucha, la red está en lucha”, han gritado a su paso por Cibeles.
“La violencia es lo contrario a la democracia. La violencia es lo contrario a los derechos. La violencia, en definitiva, es lo contrario a la civilización. Por lo tanto, tenemos la obligación moral, ética y política de seguir avanzando en esta lucha digna por la igualdad, por la libertad, porque todas y todos podamos hacer con nuestra vida lo que queremos hacer”, ha dicho Redondo antes de comenzar una marcha que se ha calculado en alrededor de 3.500 personas según la Delegación de Gobierno. Montero, en la convocatoria que también según Delegación ha rondado las 3.000 —70.000 en cifras de las asistentes—, se ha referido también a la violencia: “Hay 41 mujeres asesinadas en lo que va de año. Necesitamos mucho más feminismo”. En diversos ámbitos a los que por la mañana se refirió también el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al abrir el acto oficial del 25-N y después de recordar el crimen de este sábado, en Estepa.
Los asesinatos machistas, a veces, son el último escalón de una violencia que, sin denuncia, es desconocida por el Estado, pero otras acaban produciéndose tras diversos fallos en un sistema al que Sánchez ha aludido al recordar la necesidad de mejorar en todas las instancias que trabajan contra esta violencia y en la cooperación entre instituciones como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o los operadores del Derecho. Una parte del sistema que ha estado, como lo está siempre, presente en carteles y cánticos.
“Basta ya de Justicia patriarcal” ha sido una de las pancartas que ha ido abriendo la manifestación de Málaga que, al grito de “Resistencia, resistencia”, ha recorrido las principales calles del centro histórico en un ambiente alegre y reivindicativo, con mayoría de mujeres entre las personas asistentes. “No es no, lo demás es violación”, ha sido uno de los lemas más cantados durante el recorrido, en el que se han visto pancartas que decían “Ni Rubiales ni Errejones”. A esa convocatoria, unitaria, convocada por la Plataforma contra las Violencias Machistas Violencia Cero, acudieron alrededor de 1.500 asistentes, según datos de la Policía Nacional.
Mientras, en las calles de Sevilla, donde sí hubo dos manifestaciones, Antonia Corona y Mar González se oponían a esa división del movimiento. Son profesoras universitarias, ambas tienen 62 años y fueron a la marcha convocada por la Asamblea Feminista Unitaria de Sevilla y también a la organizada por el Movimiento Feminista de Sevilla. “Nos unen muchas más cosas de las que nos separan”, decía Corona. “Hay que hacer fuerza colectiva para seguir denunciando y visibilizando [la violencia]”, le secundaba González. Una violencia que se extiende a todos los estratos sociales, económicos, geográficos o culturales.
Lo recordaba un grupo de mujeres gitanas en la manifestación en A Coruña. Unas 15, integrantes del colectivo Las Calí, marcharon contra la violencia machista, el racismo y el olvido. Contaron cómo están hartas de oír y leer que su cultura es sinónimo de agresiones a la mujer. “Las violaciones y las agresiones no son nuestra cultura. Queremos que nos escuchen. Hasta en las marchas feministas no nos tienen en cuenta”, protestaba Chenoa, de 22 años y educadora infantil, que iba con su abuela. “No es la etnia, son las personas”, remachaba Nerea, técnica de salud de 23 años.
En San Sebastián, donde alrededor de medio millar de personas han marchado por el centro de la ciudad, representantes del colectivo feminista de San Sebastián leyeron un manifiesto en el que aseguraron que “las actitudes reaccionarias son respuestas a los logros de la lucha feminista”. Y añadieron: “Los hombres ven peligrar sus privilegios y están adoptando actitudes cada vez más agresivas. Por eso, la organización y la militancia feminista son imprescindibles, porque la lucha colectiva, la colaboración y la confluencia entre nosotras nos hará más libres”.
En Barcelona las asistentes repetían: “Hoy es el día de recordar a las que no están con nosotras”. Allí, donde según la Guardia Urbana hubo alrededor de 2.000 asistentes, estuvo muy presente la violencia sexual a través de la figura de la francesa Gisèle Pelicot, víctima durante años de las violaciones de hombres a los que su marido invitaba para que la agredieran mientras estaba sedada. Laure Zajac, una azafata de 33 años, nacida en Francia y residente en Barcelona, llevaba un cartel pintado con la frase de Gisèle Pelicot, “la vergüenza debe cambiar de bando”. Al coro le siguió el manifiesto de Novembre Feminista y una lectura en apoyo a la Comunidad Valenciana por la dana, que tuvo su marcha por el 25-N el domingo, 24.
En la provincia de Valencia, hubo un recuerdo para las víctimas de la violencia machista que “ahora viven una situación más compleja por los efectos del duro temporal”, advirtió este domingo la presidenta de la asociación Alanna, Chelo Álvarez, en la lectura del manifiesto.
Y en Valladolid, varios cientos de personas se concentraron en el centro para acudir a una de las dos manifestaciones convocadas, con direcciones opuestas. La principal, organizada por la Coordinadora de Mujeres de Valladolid, comenzó con dos coros: “¿A cuántas más tienen que matar?” y “no se han muerto, las han asesinado”. En la pancarta, se leía el número de mujeres asesinadas por violencia machista en España desde que hay registros: 1.286.
Con información de Pablo Linde, Matías Helbig, Francesca Raffo, Nacho Sánchez, Sonia Vizoso, Laura Claver, Pedro C. Pérez, Andrés Herrero, Juan Navarro, Mikel Ormazabal e Isabel Valdés.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.