Los inversores ponen bajo presión al fútbol español. La amenaza de una nueva crisis financiera y las sombras de pagos indebidos a los árbitros por el Barça siembran las dudas sobre el futuro de una de las máximas competiciones deportivas de Europa. Los inversores han elevado el precio requerido para financiar este negocio, prueba de las dudas del mercado, y los rendimientos exigidos ya rondan el 10%.
La muestra más clara está en los 850 millones en bonos que CVC emitió el año pasado para financiar su pacto con LaLiga. El gigante del capital riesgo tomaba un 8,2% de los derechos audiovisuales de la competición durante 50 años a cambio de inyectar 1.900 millones. El fondo realizó esta colocación de deuda a través de la sociedad Loarre Investments, con la que participa en la sociedad LaLiga Group International, propietaria de los derechos televisivos y de la que el fondo tiene un 8,2% del capital.
La colocación se estructuró en dos tramos. El primero es de 500 millones, con un tipo de interés fijo del 6,5% y una rentabilidad del 7,1%, al ser emitido ligeramente por debajo de la par. El segundo es de 350 millones y está referenciado a un tipo variable del euríbor a tres meses, actualmente en el 2,9%, más un diferencial de 500 puntos básicos.
Ambos tramos vencerán en siete años. Pero en el caso del tramo a tipo fijo, CVC podrá amortizar los bonos a los tres años con una prima del 50% y en cuatro años con una prima del 25%. A partir del quinto año sin pagar ningún sobreprecio.
Desde la emisión, la rentabilidad exigida a estos bonos no ha hecho sino crecer. La peor situación es para el tramo a tipo variable, cuyo rendimiento se ha disparado un 56% desde la emisión. La rentabilidad llegó a marcar el 8,7% la semana pasada, máximos históricos, para cerrar ayer al 8,6%. En cuanto a la parte a tipo fijo tocó el 8,1% y ahora cotiza al 7,8%.
Esto coincidió con un momento delicado para los mercados financieros. La quiebra de Silicon Valley Bank y la toma de Credit Suisse por UBS en una delicada situación financiera ha elevado la tensión en los mercados financieros. Y presionado al alza las rentabilidades de toda la deuda cotizada, en especial de los bonos sin grado de inversión. Pero en el caso del fútbol, afronta una tormenta muy concreta. Se trata del caso Negreira, los presuntos pagos del FC Barcelona durante casi 20 años y por un total de siete millones de euros, al ex árbitro de Primera División y ex vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA) de la Real Federación Española de Fútbol, José María Enríquez Negreira, a cambio de prestar asesoramiento verbal y elaborar informes arbitrales para el club entre 2001 y 2018. Un tema que ha alcanzado otro nivel, y añadido más presión sobre los bonos, desde que la Fiscalía anunció que abría pesquisas contra el Barça por este asunto.
Ya en la primavera del año pasado, cuando CVC lanzó la emisión, el principal riesgo que reconocía era un problema con los dos principales clubes de LaLiga (Real Madrid y FC Barcelona). “Que Madrid y Barcelona entren en un periodo de crisis financiera o deportiva, o decidan limitar o finalizar su participación en las competiciones. Esto supondría un impacto material adverso contra el negocio de LaLiga, su situación financiera, y el valor de los derechos”, reza el folleto. En ese momento parecía una entelequia que alguno de estos dos equipos pudiese no estar arriba en la tabla o incluso bajar a Segunda División. Con la amenaza de duras sanciones sobre el Barça, ahora no parece un escenario tan irreal.
El momento no parece, por tanto, el idóneo para que el equipo catalán se lance a financiar la macrorrenovación de su complejo deportivo el Espai Barça, que supone la reforma del Camp Nou. El plan del club era vender 1.500 millones en una colocación privada de bonos, pero la situación del mercado y las sospechas sobre el equipo le han obligado a cambiar el guion. Ahora plantea emitir 1.300 millones en tres tramos, cuyos vencimientos escalonados empiecen en 2028 y se complemente con 200 millones en un préstamo bancario.
El bono de CVC y el Barça, que ahora ha pedido ocultar su rating, tiene un a calificación solo ligeramente inferior. Es de BB, dos escalones por debajo del BBB que obtuvo el equipo catalán hace un mes. Sin conocer si el rating ha vuelto a bajar, el rendimiento exigido a los bonos del acuerdo de LaLiga, que discurren de manera inversamente proporcional al precio, parece un buen indicador del interés que tendrá que pagar el Barça en su colocación. Las fuentes consultadas prevén que —con la asesoría de Goldman Sachs, JP Morgan y Key Capital— cierre la colocación a finales de la semana que viene. El mercado elegido para hacer la operación es tremendamente opaco, pero todo está claro el precio que le ponen los inversores al fútbol español, casi el 10%.
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