Las expectativas son evidentes: hay hasta una lotería para poder ver en vivo y en directo a los hermanos Menéndez. Lyle, de 56 años, y Erik, de 53, comparecerán en la corte de Van Nuys, una ciudad al noroeste de Los Ángeles, California, y perteneciente al mismo condado, este lunes 25 de noviembre a las 10.30 de la mañana hora local. Será la primera vez que aparezcan en público en 28 años. La prensa local lleva semanas anunciando su visita a la corte, por lo que decenas de personas se han acumulado a las puertas del juzgado para poder ver a los asesinos más mediáticos del momento.
Lyle y Erik mataron a sus padres, José y Kitty Menéndez, el 20 de agosto de 1989 en su mansión de la calle Elm de Beverly Hills, en California. Fueron detenidos en marzo de 1990 y, tras dos juicios, condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en 1996. Sin embargo, sus abogados llevan años —incluso antes de que apareciera la mediática serie de Netflix que ha vuelto a ponerles en la palestra— dándole vueltas al caso. De ahí que ahora busquen una nueva sentencia que les dejaría en libertad. El fiscal general de Los Ángeles, George Gascón, dio su visto bueno a la cuestión a finales de octubre, recomendándole al juez esa nueva sentencia. Sin embargo, ahora que ha perdido la reelección contra Nathan Hochman, todo está en pausa, a la espera de ver qué ocurre.
Inicialmente hay fijada una vista para el 11 de diciembre, pero Hochman ha dicho que quiere revisar el caso y conocer “a fondo los hechos más relevantes, las pruebas y la ley” para ver si realmente pide esa resentencia; intentará ir “lo más rápido” posible, asegura. Esta vista del lunes puede ayudar a determinar si esa vista prevista para dentro de poco más de dos semanas sigue en pie o no. No estaba claro si iban a aparecer en la sala el 11 de diciembre, pero para la vista de este jueves el juez Michael Jesic les ha pedido que los hermanos, que permanecen en una prisión en San Diego, acudan a la sala. Eso sí, no permitirá cámaras, ni tampoco teléfonos móviles, que tendrán que permanecer en una bolsa. El público ha recibido un boleto entre las ocho y las nueve de la mañana y a las 9.30 se sortean 16 plazas para poder entrar a la sala.
Los abogados exigen ahora que haya una nueva sentencia del caso debido a las nuevas pruebas. Hay tres importantes. Primero, una carta escrita por uno de los hermanos a su primo, Andy Cano, donde le contaba los supuestos abusos sexuales a los que le sometía su padre, José. La misiva, datada de nueve meses antes de los asesinatos, fue publicada por el periodista Robert Rand. También hay otra carta, esta de Lyle a Erik, datada de 1990, es decir, cuando ya estaban en la cárcel esperando juicio, donde se habla de los abusos. La tercera es que, el pasado 2023, el cantante Roy Roselló, miembro de la conocida banda juvenil puertorriqueña Menudo, célebre en los noventa, dio a conocer en una serie documental que había sido violado por José Menéndez cuando solo tenía 14 años. La defensa pidió incorporar ese testimonio entre las nuevas pruebas. Si el juez las tomara en cuenta, una nueva sentencia podría permitirles salir en libertad condicional. Además, como cometieron el crimen antes de cumplir 26 años (Lyle tenía 21; Erik, 18), la pena máxima sería de 30 años, que ya han cumplido.
Los hermanos nunca negaron el asesinato de sus padres, pero sí argumentaron que habían sufrido abusos por su parte y que temían por su vida. Aunque en el primer juicio, en 1993, se escucharon sus argumentos, este fue declarado nulo; en el segundo, entre 1995 y 1996, se tuvieron menos en cuenta y fueron sentenciados por un asesinato en primer grado. Ahora, los abogados de la defensa de los Menéndez argumentan que esas nuevas pruebas son más que suficientes para demostrar los abusos y, por tanto, rebajar la pena. Además, los letrados argumentan que se han rehabilitado, que han estudiado y ayudado a otros presos: “Si fueran las hermanas Menéndez, no estarían en prisión. Hemos evolucionado. Ya es hora”. En un programa de televisión hace unas semanas, Gascón también aseguró que “dadas todas las circunstancias”, él creía que “no merecen estar en prisión hasta que mueran”.