La crisis inflacionaria ha consolidado el poderío de las marcas blancas en los productos más básicos de la cesta de la compra, y más especialmente en aquellos de compra habitual en cada visita al supermercado. Ahí, uno de los productos estrella es el litro de leche, un artículo reclamo para los distribuidores para atraer clientela y donde las marcas blancas copan más del 60% del mercado. Los fabricantes especialistas en ellas han multiplicado su facturación en los dos últimos años de altos precios, mientras exprimían sus ya ajustados márgenes.
Así lo ponen de manifiesto los resultados de seis de las principales compañías industriales lácteas que generan la mayor parte de sus ventas por los acuerdos con las cadenas de supermercados: Industrias Lácteas Asturianas (INLA), que entre otros produce la leche envasada de marca Alcampo o Dia; Iparlat, que también trabaja para Dia o para Mercadona; Iberleche, una filial del grupo Leche Celta dedicada en exclusiva a fabricar marcas blancas, como las de Lidl, Eroski o El Corte Inglés; Leche Río, que fabrica para Aldi o Ahorramas; Leche de Galicia, filial de Lactalis que trabaja para Carrefour; o Lactiber, que destina el 100% de su producción a Mercadona. Alguna de ellas, como Leche Río, también tienen sus marcas propias, en su caso Leyma o Feiraco, pero la aportación de estas a sus ventas es inferior a la de las marcas blancas.
Estas seis empresas facturaron en 2023 casi 2.200 millones de euros entre todas ellas, un 38% más que en 2021. En algunos casos, como los de Lactiber o Leche Río, el alza supera el 70%. En los de Iberleche y Leche de Galicia, rozan el 60%. Iparlat ha crecido un 40% e INLA, la más grande de todas por volumen de facturación, lo ha hecho un 18%.
Son crecimientos superiores a los que han experimentado los fabricantes especialistas en sus marcas propias. La vasca Kaiku ha aumentado ventas un 18% en dos años; Capsa, la empresa detrás de Central Lechera Asturiana, lo ha hecho un 29,4%; Pascual, un 34%, cifra que no solo incluye su negocio lácteo; y Lactalis Puleva, la sociedad del grupo Lactalis bajo la que produce marcas como Puleva o Lauki, un 40%.
Aumentos que tienen su origen, exclusivamente, en el alza de los precios que todos los fabricantes ejecutaron para paliar las subidas de costes, en tanto que el consumo de leche líquida en España ha caído un 10% entre 2021 y 2023, según los datos del Ministerio de Agricultura.
Por ejemplo, los gastos en aprovisionamiento de la materia prima se elevaron en casi un 38% en esos dos años, según la suma de las 10 empresas analizadas, mientras que las ventas crecieron un 33,6%. Aparte están costes como los energéticos o de personal, que también han subido en el contexto inflacionario.
Márgenes a la baja y tensión
El hecho de que los costes de compra de la leche a los ganaderos hayan subido por encima de las ventas habla de un escenario generalizado de bajadas de márgenes, tanto en los fabricantes de marcas blancas como en los de marca propia.
Sin embargo, los primeros ya operaban con márgenes muy ajustados por la propia naturaleza de su negocio, y con la inflación se han exprimido aún más. El margen bruto medio (la diferencia entre venta de leche y su coste, en porcentaje sobre la venta) de los seis fabricantes de marca blanca analizados era del 14,6% al acabar 2023, 1,2 puntos menos que en 2021. INLA ha sido la que más los ha ajustado, casi cinco puntos. Solo Iberleche los ha mejorado, pero opera con un bajísimo 7%.
Los fabricantes de marca propia también han experimentado notables bajadas. Pascual y Capsa los han reducido en más de cinco puntos, y Lactalis Puleva en más de dos. Solo Kaiku ha mejorado su margen bruto, en casi tres puntos. El margen medio de estas empresas era del 30,4%, el doble que sus rivales de marca blanca, que cuentan con menos gastos de estructura: no tienen que arrastrar gastos en marketing o publicidad; sus plantillas son, en general, menos numerosas, y destinan menos inversiones a innovación. Los dos últimos años han elevado la tensión entre fabricantes de marca y distribución. Los primeros acusan a los supermercados de inflar sus precios para beneficiar a las marcas blancas. Un estudio de la patronal Promarca, junto a la consultora Kantar, hablaba de un encarecimiento de entre un 5% y un 160% en productos de terceros, no solo lácteos, para favorecer a las marcas propias. Además, Mercadona dejó de vender leche de Pascual en toda España, salvo en Burgos y Segovia.
El shock inflacionario provocó una subida nunca vista en el precio de la leche. En septiembre de 2021, el precio medio del litro pagado por el consumidor estaba en 0,71 euros, según los datos de Agricultura. Un año después estaba en 0,85, un 20% más, y de abril a julio de 2023 se mantuvo en 0,99 euros, un 40% más que antes del inicio de la crisis de precios. Desde entonces se produce una ligera evolución a la baja hasta los 0,96 que marcaba en marzo de este año, según el último dato de dicho ministerio.
La tendencia actual es a la baja, y ya se pueden ver algunas referencias de un litro de leche de marca blanca a un precio cercano a los 0,80 euros. El último barómetro de la patronal del sector, Fenil, muestra unos precios en origen de 0,48 euros el litro incluido sólidos, 33 céntimos menos que en marzo, confirmando esa tendencia ala baja, aunque España tiene la materia prima más cara de Europa.
La propia Fenil habla ya de una “guerra de precios”, y señala a la distribución por sus estrategias comerciales. “Las industrias lácteas nacionales se encuentran en un momento muy complicado, ya que a una leche como materia prima poco competitiva se unen las estrategias de la distribución consistentes en usar los lácteos como productos reclamo para la atracción de consumidores”, indica en su barómetro.