Los beneficios de las empresas siguen creciendo, pero a un ritmo más pausado que el año pasado y con mucha heterogeneidad entre sectores. Así lo constata el Banco de España en su último informe de la Central de Balances, publicado este miércoles. Los datos reflejan la instantánea de la salud del conjunto empresarial hasta el tercer trimestre de este año, periodo en el cual su resultado ordinario neto avanzó un 0,7%, una cifra muy inferior al 13,1% registrado en las mismas fechas del año pasado. El comercio, la hostelería y el transporte han sido los principales motores de la actividad, favorecidos por un verano récord en cuanto al turismo. La industria, en cambio, se desplomó: las ganancias se desplomaron más de un 34%, arrastradas por la mala marcha de las petroleras, que experimentaron un derrumbe del 68,9% por la caída del precio del petróleo y las materias primas energéticas, aunque la mayoría de los sectores industriales registraron tasas negativas. Las energéticas tampoco brillaron por sus resultados, que disminuyeron un 4,7% en el periodo; el retroceso fue de un 18,1% en el caso del sector de información y comunicaciones.
La muestra del supervisor financiero español incluye cerca de 620.000 empresas, el grueso de ellas medianas y pequeñas. El resultado ordinario neto es una magnitud parecida al beneficio que consiguen las compañías en su actividad recurrente, sin incluir los extraordinarios. Pese al descalabro del sector industrial —también debido a un efecto composición, ya que el peso del subsector petrolero es relevante en la muestra—, la mayor parte de las empresas experimentó una evolución positiva: el 53,6% de la muestra registró un aumento del resultado ordinario neto en los tres primeros trimestres del año. Un 0,4% mantuvo sus resultados comparado con el año pasado, mientras que el restante 46% de las empresas lo empeoró. A la evolución de este indicador contribuyeron de manera positiva el incremento del 2% del valor añadido bruto (VAB) —es decir, el valor de todos los productos y servicios una vez restados los costes de producción— así como un avance de un 22,4% de los ingresos financieros. Los gastos de personal y financieros, al contrario, tuvieron una aportación más negativa que en el año anterior.
La ralentización en el aumento de los beneficios empresariales se produce en un momento en el que la economía española crece de forma robusta, sobre todo si se compara con el resto de grandes economías europeas. Mientras estas experimentan un crecimiento anímico —y las previsiones no apuntan a un cambio de rumbo—, el PIB español encadena cinco trimestres consecutivos al alza, creciendo a tasas del 0,7% o superiores. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) proyectaban un avance del 0,8% entre julio y septiembre. En tasa interanual, la economía española repunta un 3,4%, el doble que la media de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), y el mismo Banco de España ha revisado sus previsiones al alza para el cierre de este ejercicio hasta el 2,8%, un desempeño al que contribuyen de particular manera el consumo, el turismo, el aumento de población migrante y las exportaciones.
Pese a la ligera mejora del resultado ordinario para el conjunto de empresas, su facturación descendió un 2,4% durante los tres primeros trimestres de este año —un dato, de todas formas, inferior a la caída del 7,9% anotada en el mismo periodo de 2023—. También en este caso incide de manera importante el sector industrial, en particular el energético, que tiene un peso elevado en la muestra y es el único cuya cifra de negocios retrocede en el periodo analizado, apuntándose un rotundo retroceso, del 19,3%, causado por la caída de los precios energéticos respecto a 2022 cuando la invasión rusa de Ucrania tensionó los mercados de gas y electricidad. De hecho, la mayoría de las compañías mejoran sus ventas: es así para más del 60% de las firmas.
La ratio de rentabilidad del activo, por su parte, se mantuvo estable. Fue del 5,5% entre enero y septiembre, un porcentaje parecido al 5,6% registrado en el mismo periodo de 2023. Una vez más, la diana está puesta en la industria en general y en las petroleras en particular. “Esta evolución descendente se observa únicamente en el sector de la industria, ya que el resto de los sectores experimentaron aumentos en las rentabilidades. Si se excluye el subsector del refino, la industria también mostraría un ligero incremento. Este comportamiento, ligeramente positivo, se reflejaría igualmente en el total de la muestra si excluyésemos dicho subsector”, explica en una nota el supervisor.
Ya en 2023 se venía notando una ralentización en el crecimiento de los beneficios empresariales. El Banco de España constata que el año pasado el resultado ordinario neto avanzó un 7,5%, frente 38,9% obtenido en 2022. Estos datos están recogidos en la Monografía anual de Central de Balances de 2023, también publicada este miércoles. La caída de los precios de venta en las ramas vinculadas con la energía y los combustibles también en este caso dejaron su huella, arrastrando la facturación a terreno negativo —cayó un 0,7%—. La rentabilidad del activo, en cambio, mejoró con respecto al ejercicio previo, hasta situarse por primera vez en valores superiores a la época prepandemia.