La irrupción del dolor interminable en Valencia ha trastocado los planes originarios de este número de diciembre de TintaLibre, y lo ha hecho para recabar una visión íntima, subjetiva y profundamente conmocionada de lo que ha sido el tsunami más dramático de la historia reciente de España. Los más de dos centenares de muertos son la cifra trágica en la cima de una pirámide de destrucción incalculable. Los textos de Paco Cerdà, Carmen Domingo, Ferran Archilés, Núria Cadenes y Jorge Cabezas (con su librería y su honestidad) palpan con los dedos en el terreno la profundidad del daño causado y su persistencia tanto material como emocional. Y tiene razón Óscar Corral. Las escobas son un emblema humilde e icónico de la mitigación de la catástrofe: suya es una contraportada sobrecogedora.
La alegría o la normalidad no han existido estos días ni van a hacerlo en las próximas semanas o meses, aunque sí hemos mantenido una parte del programa. Nos hemos querido preguntar por los incentivos de múltiples sectores para cebar el miedo social y a la vez la búsqueda de refugios tranquilizadores, falsamente tranquilizadores. Conversan sobre ello Ángeles Caballero y Edu Galán con visiones netamente complementarias mientras la lectura macro que hace Bernat Castany de la topografía del miedo no pierde ni el humor ni la sagacidad y el novelista Issac Rosa atrapa todo el valor de síntoma que tiene la hiperpublicitación actual de sistemas de alarmas en su inmensa mayor parte innecesario. Remedios Zafra y Nuria Labari desenmascaran sin miedo los mecanismos del miedo en las redes sociales y, aunque viva en zona de guerra en Ucrania, del miedo ni se acuerda Cristian Segura.
Dos figuras del cine y la literatura escriben en este número también (ausentes de la crónica irónico-festiva del premio Planeta que propone Ramón Reboiras). Isaki Lacuesta desata su lucidez analítica contra la radicalización de la derecha a partir de la serie Apagón y Javier Cercas entrega las primeras palabras del discurso de ingreso en la RAE el pasado 24 de noviembre. Aunque el regalo sea breve, no pierde un átomo de intensidad el elogio de su predecesor, Javier Marías.
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