No es muy habitual que el nombre de una cineasta se mencione en un texto parlamentario. Por eso Oliva Acosta (Cádiz, 64 años) aún no acaba de creerse que el suyo aparezca en la proposición no de ley aprobada el 12 de diciembre por el Congreso para difundir el legado y la historia de las 27 diputadas y senadoras que participaron en las Cortes Constituyentes que arrancaron en 1977. Pero es que al igual que aquellas mujeres, que estuvieron en la primera legislatura democrática tras cuarenta años de dictadura, esta cineasta también fue una pionera.
En 2011 les dedicó el primer y único documental que se ha hecho en España sobre ellas, titulado precisamente Las Constituyentes, y que esta proposición no de ley incluye entre los materiales que deberían utilizarse para recuperar su memoria. Son las historias, contadas en primera persona, de aquel grupo de mujeres que tras el cambio de régimen no quisieron ser testigos de la historia, sino protagonistas. En el filme, 14 de ellas —varias ya habían muerto cuando se filmó, entre ellas Dolores Ibarruri, La Pasionaria— se sientan frente a la cámara a recordar cómo entraron en política, cómo empezaron a ejercer sus derechos y cuál fue su labor durante aquella legislatura, de la que nació la Constitución de 1978. Entre otras cosas, su aportación fue clave para impulsar la rápida derogación de las leyes que discriminaban a las mujeres durante el franquismo y de introducir el concepto de igualdad en la Constitución, con todos los matices posibles. “Cuando llamé a su puerta, ellas ni siquiera parecían conscientes de la importancia del trabajo que hicieron. Me decían cosas cómo ‘solo cumplimos con nuestra obligación’, pero lo cierto es que estaban olvidadas e ignoradas”, explicó Acosta en Roma, donde la noticia de la aprobación de la proposición del Congreso la sorprendió de vacaciones.
“Al poner el foco en ellas las hicimos visibles. Como me dijo Belén Landaburu, senadora en aquella legislatura: ’Gracias, Oliva, porque nos has exhumado’. Fue un acto de justicia histórica del que me siento muy orgullosa y creo que impulsar desde las instituciones la recuperación de su legado es muy positivo porque si no conectamos con la memoria no hay empoderamiento”, afirma esta cineasta, también fundadora y directora del Festival de Cine Realizado por Mujeres Generamma de Chiclana (Cádiz).
Acosta se acercó a ellas tras un primer contacto para realizar un cortometraje por encargo. “Pero al conocerlas entendí que aquello era una historia mucho más grande. Y pensé en Clara Campoamor [la abogada y política que impulsó el sufragio femenino en España], de la que no hay ni una sola imagen cinematográfica. No quería que ocurriera lo mismo con ellas”, explica. Así que buscó financiación para hacer un largometraje.
Las constituyentes que hablan en la película son, entre otras, Ana María Ruiz-Tagle y Asunción Cruañes (PSOE), Soledad Becerril (PP), María Dolores Pelayo y Esther Tellado (UCD) o María Dolors Calvet (PSC). Desde un punto de vista personal, que lleva a entender el contexto de aquella época, narran anécdotas sobre sus dificultades para acceder a la política, los problemas de equilibrar trabajo y familias en las que entonces había cuatro y cinco hijos y, sobre todo, sus peleas para introducir la igualdad de género en el ámbito legal, incluido su fracasado intento para que el orden de sucesión de la Corona de España no privilegiara a los hombres sobre las mujeres.
El documental, de 70 minutos, también incluye una interesante conversación entre ellas y otras mujeres activas en política en 2011, desde Carmen Alborch, entonces senadora socialista, a las diputadas Carmen Quintanilla y Sara Dueñas (PP), Carmen Calvo (PSOE), Montserrat Surruoca (CiU) o Ana Oramas (Coalición Canaria).
En ese animado debate intergeneracional discuten sobre asuntos que aún hoy afectan a las mujeres, como la paridad de género, las cuotas o los problemas de la conciliación familiar en un universo, el de la política, donde a menudo las decisiones importantes se toman en el bar, después de que las mujeres se hayan ido a casa para atender cuestiones familiares tras reuniones que terminan de noche, algo que ya era así hace cuarenta años y que no parece haber cambiado mucho, según se escucha en el filme. “Son de todos los partidos, pero subrayan los mismos problemas como mujeres. En esa conversación yo me limité a ser testigo con la cámara y ellas realmente lo disfrutaron y se entregaron, incluso pensaron en repetir el encuentro después”, explica Acosta.
En el debate frente a la cámara no se vislumbra, en cambio, la polarización que sí se vivió en diciembre durante el debate previo a la aprobación de esta proposición no de ley. “Desde el estreno del documental en 2012 hasta ahora, la política se ha vuelto mucho más estridente, crispada y parece que esa voluntad de diálogo y consenso que las constituyentes exhibieron durante la primera legislatura de la democracia, y que aún puede palparse en esa conversación que discurre a través de la película, ha desaparecido. Yo las invité a conversar y ellas realmente lo disfrutaron”, subraya Acosta. La cineasta también recuerda que cuando el documental llegó a los cines gobernaba el Partido Popular y eso no impidió que muchos miembros de su Gobierno se implicaran activamente en actos relacionados con su estreno y difusión, lo que contrasta con las críticas recibidas en el Congreso por el mismo partido durante el debate de la proposición no de ley. “No sé si filmar esa parte de la película habría sido hoy posible dado el clima de polarización”, comenta Acosta.
Para ella, esa fue una importante lección de las constituyentes. “Eran respetuosas, capaces de establecer consensos, de aparcar sus desacuerdos y mirar hacia adelante para trabajar juntas. Yo noté mucha complicidad entre ellas, y ellas mismas han dicho que trabajaron en un clima que se debería recuperar, un clima de respeto y valoración del contrario, que no sentían como un enemigo, sino un diferente. Que quisieron centrarse más en lo que las unía que en lo que las separaba”, añade. En el filme se habla explícitamente de feminismo y se dicen frases como “el certificado de defunción del patriarcado todavía no se ha expedido”, “el feminismo no puede dejar de existir mientras no se haya conseguido la plena igualdad de oportunidades” o “la revolución de las mujeres en el siglo XXI es un tsunami imparable”. Son palabras pronunciadas en 2011 por mujeres que cuando entraron en el Parlamento en 1977 aún necesitaban la firma de sus maridos para poder cobrar su sueldo de diputadas y que, pese a los avances, aún veían mucha desigualdad.
Para Acosta, ese “tsunami imparable” no es casual. “Hay muchos años de activismo y militancia detrás, pero cuando la calle explota debido la violencia machista con el Me Too, las generaciones jóvenes marcan la diferencia. En eso las cineastas hemos aportado mucho. Con nuestra presencia, que ha aumentado significativamente en los últimos años, se amplía el espectro de contenidos que vemos en cine y series. Se amplía la agenda de temas y el relato con nuestra visión del mundo, al empezar a llegar a puestos de liderazgo en la generación y producción de contenidos audiovisuales. Con ello cada vez podemos colocar más historias, más protagonistas femeninas que sirven de referentes y que por fin protagonizan el relato y la aventura de vivir. Algo que hasta ahora era un espacio propiedad exclusiva de los hombres con su única visión del mundo”. De ahí que su película Las Constituyentes sea relevante: nos ofrece esa visión de la Transición contada por las mujeres que la protagonizaron y que apenas se menciona en los libros de historia. El reconocimiento parlamentario es una segunda oportunidad, concluye Acosta: “Cuando se estrenó, llevamos la película a muchos colegios. Ahora me gustaría contribuir a la formación de formadores para seguir apoyando la difusión del legado de estas mujeres”.