Las aguas residuales revelan qué drogas se consumen en cada ciudad: cocaína en el sur de Europa y metanfetamina en el este | Salud y bienestar



Las aguas residuales que circulan por las alcantarillas de las grandes ciudades delatan las drogas que se consumen en la superficie. Según un estudio del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (EMCDDA, por sus siglas en inglés), que ha analizado las aguas residuales de un centenar de ciudades de 21 países europeos para explorar los hábitos de consumo de sus ciudadanos, hay rastros de cocaína, ketamina, anfetaminas, cannabis, metanfetamina y MDMA en casi todas las urbes inspeccionadas. En el sur de Europa —incluida España, donde hay datos de Barcelona, Tarragona, Lleida, Santiago de Compostela, Valencia y Castellón—, hay una carga más alta de cocaína, mientras que en el este del continente, destaca la presencia de metanfetamina. Ambas sustancias están al alza y, en concreto, la metanfetamina, de gran preocupación para los expertos por su potencial destructivo, también está ganando terreno más allá de sus feudos tradicionales.

“Las muestras de aguas residuales pueden contar historias reveladoras sobre la vida de una comunidad y pueden proporcionar una advertencia temprana de amenazas emergentes para la salud”, explica Alexis Goosdeel, director del EMCDDA, en un comunicado. Cada ciudad es un mundo y no es fácil compararlas entre sí: hay que tener en cuenta su tamaño, el peso de sus visitantes, la semana en la que se toman las muestras —que no coincida con fiestas que puedan distorsionarlas— o, incluso, el agua de la lluvia, refieren los expertos consultados. Pero los datos ayudan a detectar tendencias o fenómenos en alza en lugares concretos. En este caso, los patrones que cristaliza el estudio, publicado este miércoles, reflejan “una imagen de un problema de drogas que es extenso y complejo, con las seis sustancias detectadas en casi todos los lugares”, admite Goosdeel.

El análisis de aguas residuales, que ya se usaba en los años noventa para medir el impacto ambiental de los desechos domésticos, sumó hace unos años nuevas funciones para ilustrar las tendencias de consumo de drogas en un determinado lugar. La operativa consiste en tomar muestras de una fuente de aguas residuales y analizar, a partir de ellas, los niveles de drogas ilícitas y sus metabolitos excretados en la orina. Con estos datos, los científicos pueden calcular la cantidad de sustancias consumidas en una comunidad.

Hay que tener en cuenta, eso sí, “el caudal del agua que llega a la depuradora y cuándo se toman las muestras”, explica José Benito Quintana, profesor del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Bromatología de la Universidad de Santiago de Compostela. Él y su equipo han montado una red nacional de análisis de aguas residuales y la coordinan desde la capital gallega. Para el estudio europeo “se mide una semana al año, normalmente en primavera, y se buscan semanas que no tengan festivos ni nada que distorsione la semana laboral normal”, explica. Hay otras variables menos previsibles, como una redada, que también retuerce los resultados: “Lo hemos visto varias veces: hay una redada y hay un pico porque alguien tiró [la mercancía] por el váter”.

En las muestras, que se recolectaron entre marzo y abril de 2022, se buscaron biomarcadores en orina de la sustancia primaria para anfetamina, metanfetamina, ketamina y MDMA. Para cocaína y cannabis se analizaron los principales metabolitos urinarios, que son las sustancias que se producen cuando el organismo descompone la droga: en su caso, benzoilecgonina para cocaína y THC-COOH para cannabis.

Los resultados de la investigación revelaron que el patrón de consumo es muy heterogéneo y variable entre ciudades. La presencia de cocaína sigue siendo más alta en las ciudades del oeste y sur de Europa y, en particular, en ciudades de Bélgica, Países Bajos, Portugal y España. En Amberes, la media diaria encontrada fue de 2.381 miligramos al día por 1.000 habitantes, mientras que la media en fin de semana alcanzó los 2.500. En Tarragona, fue de 1.600 la media diaria y en Ámsterdam estaba por encima de 1.100.

“Se observó una imagen relativamente estable del consumo de cocaína entre 2011 y 2015 en la mayoría de las ciudades. El 2016 marcó un punto de inflexión, con aumentos observados en la mayoría de las ciudades cada año desde entonces”, apuntan los investigadores. Las cargas de metabolitos fueron también mayores durante el fin de semana, lo que sugiere un patrón de consumo “recreativo”, sostiene el estudio.

Por su parte, la carga más elevada de anfetaminas se reportó en el norte y centro de Europa, como Suecia, Bélgica, Alemania, Países Bajos y Finlandia. En el sur de Europa, los niveles son más bajos, “aunque los datos más recientes muestran signos de aumento”, señala la investigación.

Droga destructiva

También la metanfetamina, que históricamente estaba concentrada en la República Checa y Eslovaquia, sigue ganando terreno hacia el oeste del continente. Los datos de aguas residuales muestran su presencia en Bélgica, el este de Alemania, España, Turquía y el norte de Europa. En Praga se reportó de media diaria 628 miligramos al día por 1.000 habitantes y en la ciudad germana de Dresden, 267. En Barcelona fue de 56. Considerada una de las drogas más destructivas para el consumidor, solo por detrás de la heroína y el crack, su uso en España se ha asociado al auge de fenómenos como el chemsex, que se caracteriza por el consumo intencionado de drogas para tener relaciones sexuales por un período largo de tiempo.

Xavier Major Roca, epidemiólogo de la Subdirección General de Adicciones, VIH, ITS y Hepatitis Víricas de la Agencia de Salud Pública de Cataluña, señala que la cocaína es “el estimulante de mayor preocupación” en su territorio. “La metanfetamina no tiene demasiado impacto a nivel poblacional, aunque ha entrado en determinados grupos y puede acabar extendiéndose. Pero la cocaína es la segunda droga con más inicios de tratamiento después del alcohol, es lo que más nos preocupa”, reflexiona. A propósito de las elevadas cifras registradas en Tarragona con esta sustancia, Major Roca apela a la cautela: “Hay que esperar. Por ahora, es una estimación puntual”. El epidemiólogo señala que el indicador de aguas residuales, si bien es útil para ver el consumo de una población, es un método “nuevo y se tiene que consolidar”. “No nos fiamos de un solo indicador, hay que triangularlo con otros”, apunta.

Según el estudio europeo, las cargas más altas de MDMA se encontraron en las aguas residuales de ciudades de Bélgica, República Checa, Países Bajos, España y Portugal. Con esta sustancia, sin embargo, la tendencia es confusa, poco clara. “Donde la prevalencia es alta, puede reflejar que el MDMA ya no es un nicho o una droga subcultural limitada a salas de baile y fiestas, sino que ahora la usa una gama más amplia de jóvenes en los entornos principales de la vida nocturna, incluidos bares y fiestas en casas”, apuntan los investigadores. En Barcelona, los residuos medios diarios pasaron de 25 a 45 miligramos al día por 1.000 personas entre 2021 y 2022.

Las aguas residuales muestran también que se mantiene el patrón de consumo de cannabis, con mayor carga de THC-COOH, el metabolito de esta droga, en el centro y el sur de Europa. Sobre todo, en ciudades de la República Checa, España, Países Bajos y Portugal. En Barcelona se reportó, de media en días laborables, una carga de residuos de 184 miligramos al día por 1.000 personas. En fin de semana, ascendieron a 192 en Ginebra, y se situaron en 132 en Lisboa y 126 en Zúrich o en la capital catalana. El cannabis es la droga ilícita más consumida en Europa, con 22,6 millones de usuarios el año pasado, según el EMCCDA.

A propósito de la ketamina, hay todavía pocos datos. Este año es, de hecho, el primero en el que se publican cargas de esta sustancia. Los residuos más elevados se encontraron en Dinamarca, Italia, Portugal y España. Precisamente, las cifras más altas se han registrado en Barcelona: de media diaria, casi 30 miligramos al día por 1.000 personas.

Quintana apostilla, no obstante, que “hay pocos datos para sacar conclusiones” sobre la ketamina y contextualiza las cifras: “En Barcelona ves que es más alto, pero si miras la cifra absoluta, es mucho más baja que la de la cocaína [622]”. El científico lo achaca, en cualquier caso, a su uso en contextos de chemsex y a la circulación de la llamada cocaína rosa —en realidad es una mezcla de ketamina y MDMA—. “Pero yo me tomaría los resultados con cautela hasta que haya datos más robustos”, conviene.

Los investigadores ensalzan en el informe que el análisis de aguas residuales tiene capacidad “para detectar nuevas tendencias” y puede “ayudar a orientar los programas de salud pública”. Pero también tiene sus limitaciones, insisten: “El análisis de aguas residuales ofrece una interesante fuente de datos complementarios para monitorear las cantidades de drogas ilícitas utilizadas a nivel de la población, pero no puede proporcionar información sobre la prevalencia y la frecuencia del uso, las principales clases de usuarios y la pureza de las drogas”.

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