Christine Lagarde ha vuelto este viernes en Washington a los que fueron sus dominios, la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI). La ahora presidenta del Banco Central Europeo (BCE) fue elegida para dar el discurso en honor de Michel Camdessus un mes antes de la asamblea del FMI y el Banco Mundial. Lagarde se ha mostrado emocionada de volver: “Os voy a ahorrar las lágrimas, pero estoy no muy lejos de eso”. En una semana caliente para la política monetaria, tras la rebaja de medio punto en los tipos de interés por parte de Estados Unidos, Lagarde ha optado, sin embargo, por una lección más bien teórica, sin bajar al barro. Junto a su sucesora y anfitriona, la actual directora gerente del FMI, la presidenta del BCE ha advertido del riesgo de tener que hacer frente a una inflación más volátil. Precisamente por ello, Lagarde ha reafirmado el objetivo de estabilidad de precios del 2% como innegociable.
“Si entramos en una era en la que la inflación es más volátil y la transmisión de la política monetaria más incierta, será esencial mantener este profundo anclaje para la formación de precios”, ha dicho acerca del objetivo. “Pero eso no implica que la forma en que llevamos a cabo la política monetaria vaya a seguir siendo la misma”. El 2% no estará en cuestión en la revisión de la nueva estrategia de política monetaria que el BCE debe tener terminada para el próximo año y que sustituirá a la aprobada en 2021.
Al igual que hizo su homólogo estadounidense, Jerome Powell, el pasado miércoles, Lagarde ha presumido del éxito reciente en la lucha contra la inflación. “Nuestras decididas medidas políticas han logrado mantener ancladas las expectativas de inflación, y se prevé que la inflación vuelva al 2% en el segundo semestre del próximo año. Teniendo en cuenta la magnitud del choque inflacionista, esta evolución es notable”, ha dicho. “Pero la incertidumbre sigue siendo profunda. La economía está experimentando cambios transformadores y debemos analizar y comprender su impacto”, ha añadido.
La presidenta del BCE ha defendido la “flexibilidad” en las respuestas de política monetaria. “Mi principal mensaje es que debemos estar preparados para el cambio y dispuestos a utilizar la flexibilidad de nuestros marcos cuando sea necesario. Para garantizar la estabilidad en el futuro, nuestro planteamiento debe seguir encarnando la ‘estabilidad sin rigidez’, que nos permita ajustarnos rápidamente a medida que la economía se transforma”, ha indicado.
El aterrizaje suave
Al presentar a Lagarde, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ha subrayado cómo la economía mundial se encuentra en una mejor situación en estos momentos en que la inflación se ha controlado. La búlgara ha explicado que la tarea de los bancos centrales se complica ante crisis como la de la covid o la invasión rusa de Ucrania, pero ha celebrado los resultados logrados por la política monetaria. Georgieva ha recordado cómo ha estado desde hace mucho en el bando de los que creían posible el aterrizaje suave de la economía y cree que los hechos le han dado la razón.
“Nuestro análisis ha demostrado que es posible y probable vencer a la inflación sin que se produzca una brusca desaceleración mundial. Y de hecho, aunque claramente más débil de lo que hubiéramos deseado, la actividad económica se ha mostrado notablemente resistente. Prevemos un crecimiento mundial superior al 3% este año y el próximo”, ha indicado Georgieva, que enseguida ha advertido también de los riesgos sobre la inflación.
“Los retos tienen que ver con que vivimos en un mundo más propenso a las perturbaciones, en el que las consideraciones geopolíticas se convierten en fragmentación geoeconómica y en un mundo de enormes cambios estructurales debidos a la transformación ecológica y digital. Y en este nuevo mundo, los bancos centrales deben estar atentos a la posibilidad de que las perturbaciones desaten fuerzas inflacionistas y creen difíciles equilibrios. Tienen que luchar contra los retos que plantean las instituciones financieras no bancarias. Tienen que reflexionar sobre las oportunidades y los riesgos de la inteligencia artificial y no pueden ignorar los riesgos para la estabilidad financiera relacionados con el clima, ni las oportunidades de crecimiento del empleo derivadas de la transición ecológica”, ha resumido Georgieva.
Ese es el mismo mensaje que ha trasladado después Lagarde en su discurso. La presidenta del BCE ha destacado que la pandemia, la guerra en Ucrania y la crisis energética “han cambiado la estructura de la economía y planteado un reto para la forma en que se evalúa el impacto de la política monetaria”. En el futuro se esperan más perturbaciones por el lado de la oferta, ha coincidido con Georgieva.
La presidenta del BCE ha mencionado diferentes factores que afectarán a la transmisión de la política monetaria. Por ejemplo, el estancamiento de la globalización y el cambio de las cadenas de valor mundiales pueden reforzar el vínculo entre la atonía interna y la inflación, potenciando el impacto de la política monetaria. Al mismo tiempo, unas cadenas de suministro menos estables podrían aumentar la volatilidad de la inflación.
Los rápidos avances tecnológicos, como la inteligencia artificial y los macrodatos, están transformando los negocios y las finanzas. Las fintech están mejorando el acceso al crédito y haciendo que los préstamos respondan mejor a los cambios económicos generales de lo que lo hacían los bancos tradicionales y su relación a largo plazo con los prestatarios. Esto podría reforzar la transmisión de la política monetaria. Al tiempo, el dominio de unos pocos gigantes tecnológicos, con grandes beneficios y reservas de efectivo, podría significar una menor sensibilidad a los cambios de la política monetaria, debilitando potencialmente su transmisión.
Ante esos impactos de la fragmentación mundial y de la digitalización, Lagarde ha subrayado que será necesario reevaluar continuamente los marcos analíticos. Eso será el objetivo de la revisión de la estrategia de política monetaria, en que el banco central someterá a examen la eficacia de sus propias herramientas analíticas y de previsión.
Mirando al horizonte de los próximos años, Lagarde ha evitado pronunciarse en su discurso sobre el corto plazo. La agresiva rebaja de tipos aprobada por Estados Unidos el miércoles concede más margen para abaratar el precio del dinero en la zona euro. El BCE es muy celoso de su independencia, no ya de los poderes políticos, sino también de su homólogo estadounidense. Defiende su autonomía de decisión y que sus pasos no dependen de la Reserva Federal, pero la influencia del banco central más poderoso del mundo es innegable. Los diferenciales de tipos afectan a las divisas y a las condiciones financieras globales, de modo que entran necesariamente en la ecuación que sirve para tomar decisiones al BCE.
El BCE bajó los tipos de interés la semana pasada, en su segundo recorte de 25 puntos básicos. Los mercados apuestan por otra rebaja adicional en diciembre, pero están divididos sobre si puede haber otra bajada en la reunión de octubre. Lagarde se ha mostrado más bien partidaria hasta ahora de una pausa, pero la rebaja de tipos de la Fed (y las que vendrán hasta final de año) puede hacer variar los planes. El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, considera que la puerta está abierta a cualquier decisión y que dependerá de los datos.
Newsletters
Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!