Por mucho que ella haga gala de sus orígenes, que nos haya cantado y contado que en el parque Yamaguchi, de su Pamplona natal, recibió los primeros besos que un chico le quiso dar; por mucho que la noche del jueves, en La revuelta, comentara con una guionista del programa nacida en su misma ciudad las particularidades de Mendillorri, su barrio original; por mucho que con “Amaia de España” se le intentara dar marchamo nacional, yo no dejo de preguntarme de qué planeta viene Amaia Romero.
Me lo pregunté la primera vez que la vi actuar, en la gala inaugural de aquel OT 2017, cuando eligió cantar Starman, un himno de otro extraterrestre llamado David Bowie, de aquel Ziggy Stardust, que hacía de intermediario con un hombre que espera, más allá de las estrellas, su momento para bajar a la tierra. Como el medio es el mensaje, muchos tardaron en rendirse ante el incontestable talento de una joven, solo porque era joven —no tenía ni 20 años— y concursante de un reality. Pero en estos seis años que han pasado desde entonces, dudo que quede alguien reacio a sus dones.
Amaia es, efectivamente, una extraterrestre nacida en Pamplona, el 3 de enero de 1999. Para rastrear sus orígenes no solo hay que situarla en el espacio, sino también en el tiempo. Y para ello merece la pena señalar que combina dos capacidades que parecen contradictorias, pero que se complementan a la perfección: es única en su estilo y sensibilidad, en sus particularidades, y, al mismo tiempo, es heredera de una estirpe de cantantes españolas que fueron y son también singulares a su modo. Comparte nombre con otras dos intérpretes que han marcado la historia musical española (Uranga y Montero), homenajeó a Marisol en los Goya de 2020 cantando La canción de Marisol, compuesta por Augusto Algueró para la película Ha llegado un ángel, y se hermanó con todas las generaciones de niñas que crecimos viendo las películas infantiles de Pepa Flores. Y entre las bambalinas de los Goya del año pasado —gala que abrió interpretando Mi gran noche, al piano— se fundió emocionada en un abrazo con Ana Belén, de la que se declaró admiradora.
Como la extraterrestre que es, la vimos cantar Tengo un pensamiento, su último single, en La revuelta, rodeada de astronautas y de algún otro hombrecillo verde procedente del espacio exterior, en el que ya es uno de los grandes momentos televisivos del año, una emocionante virguería. Ella tiene un pensamiento; yo me reafirmo en mi pregunta admirativa: de dónde vienes, Amaia. Y, lo más importante: a dónde nos vas a llevar.