El cauto optimismo que imperaba en el Gobierno libanés a mediados de semana sobre la posibilidad de un acuerdo de paz que pusiera fin a la guerra de Israel en su territorio ha dado paso a una desilusión que el presidente del Parlamento, Nabih Berri, desplegó en una entrevista publicada este viernes por el diario internacional árabe Al Sharq Al Awsat. El político que negocia en nombre Hezbolá, el enemigo declarado de Israel, asegura que Israel ha rechazado la hoja de ruta acordada por su Gobierno con Amos Hochstein, el enviado especial para la región del presidente estadounidense, Joe Biden. Esa esperanza que ahora se aleja parece aún más inverosímil cuando tanto Israel como Irán, el principal patrocinador del partido-milicia chií libanés, no dejan de cruzarse amenazas.
Este sábado, el líder supremo iraní, Ali Jamene, ha reiterado que su país responderá al bombardeo israelí del pasado fin de semana. En medio de esa creciente tensión, Estados Unidos ha anunciado un importante refuerzo de su presencia militar en Oriente Próximo. El Pentágono ha anunciado el despliegue de cazabombarderos B-52, aviones de combate, aviones de reabastecimiento y destructores de la Armada.
El pasado miércoles, tras entrevistarse por teléfono con Hochstein, el primer ministro libanés en funciones, Najib Mikati, incluso se había aventurado a anunciar un posible alto el fuego en horas —una afirmación corregida en la transcripción oficial de la entrevista a “los próximos días”—, pero que, en apenas una jornada, quedó desmentida.
El jueves, después de entrevistarse en Tel Aviv con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el enviado especial de Biden no volvió a contactar con las autoridades libanesas. Según el presidente del Parlamento de Líbano, Hochstein se había comprometido a informarles sobre cualquier paso adelante hacia ese alto el fuego.
La aparente escasa disposición israelí a detener la guerra en Líbano quedó patente el miércoles y el jueves cuando su ejército ordenó a la población de la ciudad oriental libanesa de Baalbek —de unos 82.000 habitantes antes de la guerra— y de dos poblaciones vecinas que desalojaran el área del valle de la Becá, al que Israel considera un bastión de Hezbolá. Al menos 150 personas han muerto en esa región en ataques israelíes en lo que va de semana. El viernes, Israel reanudó a su vez sus bombardeos sobre el sur de Beirut.
Para el negociador libanés, esas “agresiones” confirman “el rechazo de Israel a todos los esfuerzos que se están haciendo para un alto el fuego y la aplicación plena de la resolución [de la ONU] 1701″, ha dicho a Al Sharq al Awsat. El presidente del Parlamento de Líbano ha confirmado también que las negociaciones para un posible alto el fuego se han pospuesto hasta después de las elecciones en EE UU el próximo martes.
Uno de los principales escollos de cara al final de la guerra en Líbano es la pretensión israelí de que la tregua no se base solo en la aplicación de la hasta ahora incumplida por Hezbolá resolución 1701 de Naciones Unidas, que permitió en 2006 la retirada de las tropas israelíes de Líbano y el final de la breve guerra de ese año con la milicia libanesa. Su aplicación conllevaría la retirada tanto de las tropas israelíes como de los milicianos y las armas del partido chií de la zona aledaña a la frontera sur del país árabe. Pero, para Israel, esto ya no es suficiente. El Gobierno de Netanyahu exige que sus tropas puedan penetrar en el sur de Líbano para asegurarse del cumplimiento de ese repliegue de Hezbolá y que sus aviones tengan también libre acceso al espacio aéreo libanés.
Esas exigencias, que representarían la cesión parcial de la soberanía de Líbano sobre su territorio y espacio aéreo, han sido definidas como inaceptables por el Gobierno libanés y el propio Berri, según recogía estos días la prensa del país. Este sábado, se ha conocido también que un comando probablemente israelí ha secuestrado a un hombre cuya identidad se desconoce en territorio libanés: en Batrun, a 54 kilómetros al norte de Beirut, en el primer episodio de este tipo en la guerra, han confirmado fuentes de seguridad del país a la cadena de televisión libanesa LBCI.
Dialéctica bélica
Mientras las esperanzas de un posible avance hacia el alto el fuego en Líbano se diluyen, Irán e Israel mantienen una dialéctica bélica en forma de cruce de amenazas. Este sábado ha sido el líder supremo iraní Ali Jameneí quien ha vuelto a dar por segura la respuesta al bombardeo israelí del fin de semana pasado sobre instalaciones militares, que mató a cuatro militares iraníes y causó daños materiales. Varias fuentes de la República Islámica de Irán han advertido en los últimos días de que no descartan que ese ataque se lleve a cabo antes de las presidenciales de EE UU.
“Los enemigos, incluidos EE UU y el régimen sionista, deben saber que definitivamente recibirán una respuesta sorprendente por lo que están haciendo contra Irán y el frente de resistencia” en la región —en alusión a aliados regionales como Hezbolá, Hamás o la guerrilla hutí de Yemen—, ha señalado Jameneí durante un acto con estudiantes, según la agencia oficial Irna.
Netanyahu había advertido, por su parte, el jueves, que su principal objetivo con respecto a la República Islámica es impedir que disponga de armas nucleares. El 1 de octubre, Teherán lanzó el mayor ataque con misiles balísticos sobre territorio israelí ejecutado hasta ahora, en respuesta a los asesinatos de Hasan Nasralá, líder de Hezbolá, en Beirut, el 27 de septiembre, y el de Hamás, Ismail Haniya, en la capital iraní a finales de julio.
Mientras, los grupos que integran la denominada Resistencia Islámica de Irak han reivindicado un ataque con varios drones sobre el extremo sur de Israel, en el entorno de la ciudad de Eilat, a orillas del mar Rojo. El ejército ha anunciado que ha interceptado tres aparatos no tripulados en esa zona antes de que accedieran al espacio aéreo israelí. En el norte de Israel, el impacto de un cohete lanzado desde territorio libanés sobre un edificio de Tira, junto al muro israelí que aísla Cisjordania, causó una decena de heridos. Hezbolá ha seguido también en las últimas horas disparando misiles y drones sobre la ciudad de Haifa y otras regiones septentrionales israelíes sin causar víctimas mortales. La milicia afirma haber golpeado dos bases militares, aunque Israel no ha reconocido esos daños.
“Apocalipsis” en Gaza
La situación más crítica sigue siendo la de Gaza. Allí, la crisis humanitaria y la ofensiva en el norte de las tropas de ocupación israelíes, con decenas de muertos cada día, han llevado a Naciones Unidas a calificar de “apocalíptico” el drama de esa población palestina, que afronta no solo los continuos bombardeos sino la muerte por enfermedades o por hambre. Mientras, el bloqueo de Israel sigue impidiendo el acceso al territorio de comida y otros suministros básicos, haciendo caso omiso a las advertencias de la comunidad internacional.
El ejército israelí ha anunciado además el incremento de sus efectivos en la noche del viernes al sábado en torno al campo de refugiados de Yabalia, donde desde hace semanas los militares mantienen enfrentamientos con los grupos armados palestinos al mismo tiempo que ordenan a la población civil que se marche.
Una posible tregua en Gaza parece más lejana aún que en Líbano. Hamás no acepta por el momento la propuesta de alto el fuego parcial que ha saltado a la luz pública a raíz de los últimos contactos mantenidos con Israel a través de los mediadores internacionales en El Cairo (Egipto) y Doha (Qatar), según confirmaron el viernes fuentes del grupo islamista palestino a la cadena Al Jazeera.
Esa iniciativa aspiraba únicamente a dos días de cese de las hostilidades, un aumento de la ayuda humanitaria y a la liberación de cuatro de los 101 rehenes que siguen en Gaza a cambio de algunos prisioneros palestinos de cárceles israelíes. La respuesta de uno de los líderes del movimiento palestino al canal catarí ha sido recordar su demanda “de un alto el fuego permanente, la retirada [israelí] de la Franja, el regreso de los desplazados y el levantamiento del asedio”.