La NASA ha comenzado el año 2025 anunciando su nuevo plan para Marte. El próximo gran objetivo de la agencia espacial estadounidense en el planeta rojo es ir allí una vez más, pero para lograr dos hitos inéditos en la carrera espacial: conseguir que una misión a otro planeta sea de ida y vuelta; y que la cápsula que retorne en esa misión no tripulada traiga de vuelta muestras científicas de la superficie marciana. Así, buena parte de los esfuerzos de la NASA en 2024 han ido destinados a rediseñar su plan, que se había estancado, para lograr esas metas históricas lo antes posible, “reduciendo los costes, los riesgos y la complejidad de la misión”, según ha explicado la propia agencia en un comunicado.
Tras consultas con compañías aeroespaciales externas y con agencias espaciales como la europea ESA, la NASA ha decidido plantear dos nuevos diseños alternativos para simplificar y abaratar la misión. La primera posibilidad aprovecharía la arquitectura de las últimas misiones Curiosity y Perseverance. Y la segunda opción consistiría en recurrir a proveedores comerciales ya existentes “con vehículos más pesados”, explicó Bill Nelson, administrador de la NASA, quien abrió la puerta a que sea la empresa de Elon Musk, SpaceX, la encargada de hacerlo con su megacohete Starship —la nave privada en estado más avanzado que sería capaz de llegar al planeta rojo—, aunque no descartó a otras compañías espaciales como Blue Origin. En cualquier caso, Nelson declaró este lunes en comparecencia de prensa desde Washington, que “la NASA deberá tomar la decisión final en 2026″.
Después de que en el tramo final del pasado año, tanto China como SpaceX anunciaran sus planes para viajar a Marte antes del final de esta década, había aumentado la presión sobre la NASA para mantener su liderazgo en la exploración de Marte. Y las anteriores noticias no eran nada buenas. En 2023, un informe había concluido que, dada la complejidad del diseño de la misión para recuperar las muestras que ha estado recopilando el rover Perseverance en los últimos años, no sería posible traerlas a la Tierra antes de 2040. Y además, en abril de 2024 otro comité de la NASA estimó que el presupuesto total de la misión Mars Sample Return serían finalmente unos 11.000 millones de dólares. Era un incremento sustancial desde los 3.000 millones previstos inicialmente y, en palabras de Bill Nelson, “la conclusión es que es demasiado caro, y no traer las muestras hasta 2040 es un plazo inaceptablemente largo”.
El rover Perseverance llegó a Marte en febrero de 2021 y desde entonces ha estado recopilando diversas muestras de la superficie marciana. Tener que esperar dos décadas enteras para poder analizarlas —y eso, si no hay problemas en el primer intento de la misión— sería un varapalo para la NASA y para la comunidad científica internacional. Según la agencia espacial, “las muestras ayudarán a entender la historia geológica de Marte, la evolución de su clima, y a preparar la llegada de futuros exploradores humanos. Además, el retorno de las muestras también ayudará a la NASA en la búsqueda de indicios de vida en Marte en el pasado”.
En septiembre de 2024, Elon Musk anunció sus planes de enviar naves Starship —fabricadas por su compañía espacial SpaceX— durante la próxima ventana de lanzamiento a Marte, que se abre a finales de 2026; y, si cumplen los objetivos previstos, enviar los primeros astronautas al planeta rojo en la siguiente oportunidad, a finales de 2028. Una semana después de los nuevos planes marcianos de Musk, China anunció que adelantaba las fechas de una misión similar a la Mars Sample Return: la superpotencia asiática tiene previsto ahora lanza la Tianwen-3 en 2028 y que regrese con muestras a la Tierra en 2031.
La reacción de la NASA, ante estos planes de sus competidores en la exploración espacial, era muy esperada. Pero llega a solo dos semanas de que Donald Trump regrese a la presidencia, y la propuesta explicada hoy —elegir entre tecnología de la NASA o de una compañía privada— queda así sumida en la incertidumbre, igual que las próximas misiones Artemis a la Luna, que el pasado diciembre volvieron a ser retrasadas. Trump va a sustituir al actual administrador de la NASA, Bill Nelson, por el multimillonario y astronauta aficionado Jared Isaacman, en un movimiento con el que piensa revolucionar la gestión de la agencia espacial, de la mano de su asesor de confianza Elon Musk, dueño de SpaceX y cuyo gran sueño es colonizar Marte.