Las necesidades de los municipios valencianos anegados por la riada, lejos de desaparecer, evolucionan o se enquistan. Al principio, tras el tsunami de la dana que arrasó el pasado 29 de octubre buena parte de las poblaciones del cinturón industrial de Valencia, la principal necesidad en la zona cero del desastre era el agua embotellada, botas para poder caminar por el barro, alimentos básicos y productos de limpieza e higiene. Sin embargo, a los pueblos llegaban —además de todo eso— toneladas de ropa sin clasificar, cajas y cajas de comida para bebés y de leche, y hasta zapatos de tacón. Días después, lo urgente era la maquinaria pesada para despejar las calles de montañas de coches y de enseres embarrados, y bombas de agua para desatascar las alcantarillas, incapaces de tragar las toneladas de lodo que miles de voluntarios venidos de todas partes de España se afanaban en barrer para limpiar las vías. Hoy, lo más perentorio vuelven a ser “algunos alimentos básicos”, “electrodomésticos y muebles, pintura”, “y la eliminación de residuos y vehículos” y del “lodo de miles de garajes podridos de moho”, según los alcaldes afectados y la portavoz de Zubigroup, el grupo empresarial del emprendedor valenciano Iker Marcaide, que ha puesto sus cuatro áreas de negocio (250 personas) y sus naves (10.000 metros cuadrados) en Paterna al servicio de la logística de la ayuda. Lo hace de manera “completamente desinteresada” y en coordinación con la Cámara de Comercio valenciana, asociaciones de motoristas (para el transporte) y el propio Gobierno de la Generalitat, que les ha nombrado “centro logístico colaborador”, asegura, y les facilita los permisos de circulación.
No obstante, muchos pueblos, como Paiporta, Catarroja, Sedaví o Aldaia, siguen siendo grandes cementerios de coches con montañas de escombros, y continúan atendiendo su emergencia de manera cotidiana como pueden. “Al tsunami de lodo le siguió otro de solidaridad, muy bonito pero, como nos hemos tenido gestionar nosotros todo, toda la gente que llamaba, de todo el mundo, ha generado un volumen de trabajo impresionante y los ayuntamientos no teníamos capacidad, no podíamos ni atender ni hacer acopio de más”, explica la portavoz de la alcaldía del Ayuntamiento de Aldaia. “En algún momento la Generalitat nos enviaba a gente, algún conseller, pero no conocían el territorio, ni a la gente, nos pedían que enviásemos correos electrónicos cuando no nos funcionaban los ordenadores ni teníamos Internet… ha sido un desastre, también”, describe.
La Generalitat ha habilitado una página web, Som solidaritat, para orientar a damnificados y afectados y en la que se puede rellenar un formulario para acudir como voluntario o donar dinero en una cuenta bancaria. Pero más de tres semanas después del desastre, no hay un plan logístico general para canalizar toda la ayuda.
“Ha sido un poco abrumador lo que ha llegado”, reconocen desde la vicepresidencia del Gobierno valenciano. “Llegaban cosas que no había donde guardar y que, incluso, como la ropa, se he llegado a encontrar tirada por las calles y, por otro lado, los alcaldes no estaban preparados para gestionar todo eso y desde la Generalitat se les ha echado una mano”. Según esta portavoz, aparte de la web, concebida para integrar buena parte de las actividades que hace la Administración autonómica, han estado en contacto con los alcaldes, mediante intermediarios en los pueblos más afectados. Cuando se dieron cuenta de que había problemas para recepcionar una ayuda “que llegaba sin orden ni concierto”, crearon “un almacén de la solidaridad” en Picassent. “Allí ordenan y clasifican lo que llega, tanto la UME como Cruz Roja, para después atender las necesidades que se comunican”, explica la misma portavoz, que asume que es “un asunto muy complejo, un poco caos”. Con todo, dice, están “intentando ordenarlo y darle salida con la implicación de Diputación, bomberos, policía y protección civil”.
La sensación en los pueblos, sin embargo, sigue siendo desbordante para sus alcaldes, afanados en millones de tareas y jornadas maratonianas. “No me consta que exista nada de manera coordinada con el Gobierno de la Generalitat, aunque desde la Dirección General de Servicios Sociales sí que están enviando comida y productos de primera necesidad”, dice Lorena Silvent, edil de Catarroja. “Nosotros estamos elaborando una base de datos de personas y necesidades y estamos montando un departamento de logística y voluntariado”, asegura Silvent. “Vamos al día, día a día”, afirma José Cabanes Alonso, regidor de Sedaví. En Paiporta, su alcaldesa, Maribel Albalat, explica que no hay coordinación con la Generalitat, pero que su Ayuntamiento “ha firmado un convenio con la ONG vasca, Galdakao Boluntarioen Gizarte Elkartea (GBGE), para que gestionen todo el material que llega, gracias a su propio ofrecimiento”, comenta. El pasado viernes se celebró un pleno en la diputación para explicarles a los alcaldes todas las ayudas que estarán disponibles en infraestructuras y carreteras y para abordar quién, Diputación o Generalitat, va a hacer qué, cuentan.
En medio de la autogestión de los consistorios desbordados y con un Gobierno de la Generalitat recién renovado en parte, ha surgido también la iniciativa de Marcaide y sus socios, que busca ordenar las ayudas: “Canalizamos ayuda urgente para las zonas afectadas por la dana”, anuncian las letras que ocupan toda la pantalla en su nueva página web: Zubihelp. “Centralizamos y coordinamos la distribución de recursos para dar respuesta a las necesidades de las zonas afectadas por las inundaciones”, describen. En las casi tres semanas que llevan en funcionamiento como receptores y distribuidores “oficiales” de la ayuda, han recibido 150 camiones, canalizado a 1.500 voluntarios, atendido a 15 municipios afectados, logrado la colaboración de 70 empresas, recibido más de 4.000 envíos de material de todas partes de España… son los datos de los contadores que muestra su web, que se actualiza diariamente.
“María Guardiola, nuestra directora financiera (CEO), nos llamó desde el estadio de Mestalla, a los pocos días de producirse la catástrofe, cuando allí se acumulaban toneladas de alimentos, a los que había que darles salida de manera ágil y decidimos ponernos manos a la obra”, recuerda Iker Marcaide. Lo siguiente fue crear una red de delegados en los pueblos afectados para que detectaran las necesidades reales in situ y ayudaran a articular y adaptar la ayuda, como por ejemplo Pablo Medina. “Yo soy arquitecto y me llamó un grupo de electricistas y fontaneros dispuestos a venir a Sedaví con 15 furgonetas para trabajar en viviendas y ayudar a la reconstrucción”, cuenta. “Pero primero había que identificar dónde podían actuar, porque veíamos que venía mucha gente sin una misión clara, a la que inicialmente se le podía dar un cometido pero cada vez se requerían labores más específicas”, explica Medina. “Además, había que buscarles alojamiento y garantizarles la comida“, agrega, para evidenciar toda lo logística que se requiere para ayudar de manera efectiva.
Llegaban, por ejemplo, bombas de agua que no servían para el alcantarillado del pueblo”, recuerda Medina. “No se tenían en cuenta las necesidades de descarga del material, que implica tener personal para descargar y lugares donde almacenar”, añade. Lo más importante ahora, señala, “es la gestión de la información y de los residuos”. Él trata, además, de reactivar las actividad deportiva en Sedaví, donde vive, para devolverle la vida al equipo de baloncesto del pueblo, ya que son muchos los niños que se han quedado sin poder practicar sus actividades deportivas.
Hace una década, Marcaide vendió su empresa/unicornio (la start-up Flywire) por más de 1.500 millones de dólares y se reinstaló en su tierra, Valencia, con un objetivo: “Resolver retos sociales y ambientales para un futuro mejor”, que es el leitmotiv de su conglomerado empresarial, y se centró en la producción de hidrógeno verde, entre otras muchas cosas (ecobarrios, colegios… ). Ahora ha puesto su infraestructura al servicio de la canalización de la ayuda. Y para ordenar la avalancha de generosidad crearon en dos días la página web, donde existen formularios susceptibles de ser rellenados para pedir u ofrecer ayuda: “Solicita ayuda”, “donaciones de productos”, “voluntariado”, “reconstrucción”, “donación económica”. “Estamos en acción, movilizando todos nuestros recursos y conectando a personas de toda España para apoyar a quienes más lo necesitan tras la dana en Valencia”, asegura. “Hemos puesto en marcha un esfuerzo coordinado y organizado desde nuestras instalaciones, preparándolas para recibir, clasificar y distribuir el material donado de forma eficaz”.
ONG Policía Solidaria
Mientras este centro logístico de Paterna sigue funcionado a pleno rendimiento y con la mirada puesta en el futuro y la reconstrucción, otras iniciativas solidarias surgen entre centros escolares y ayuntamientos. Es el caso de la ONG Policía Solidaria, que esta semana desembarcaba por tercera vez en la zona cero, concretamente en el colegio Sant Josep de Calassanç de Algemesí, adonde han llegado con un cargamento de material escolar, “para que el área de Educación Infantil pudiese abrir este miércoles”, y un tráiler lleno de gazpachos y zumos, además de “con maquinaria de limpieza a presión para el ayuntamiento de Paiporta”, enumera José Antonio Neira, presidente de esta asociación.
“Nosotros hemos habilitado un canal en nuestra página web para recoger y enviar ayuda a los damnificados por la dana”, dice. Funcionan y se coordinan directamente con personal de los ayuntamientos, que son quienes les identifican las necesidades más perentorias. “Comenzamos llevando alimentos no perecederos y palas y botas a Catarroja, después habilitando locales para almacenar todo el material que llegaba y descongestionar los colegios y centros culturales, también realizando traslados de enfermos para pruebas médicas a los hospitales o llevando comida a quienes no podían salir de casa, aprovechando nuestra libertad deambulatoria; y ahora nos hemos centrado en llevar Karchers (instrumentos de limpieza con agua a presión) y pintura a Paiporta y Algemesí”, relata. “El siguiente viaje va a ser principalmente de material escolar para ayudar a la apertura de los colegios y las guarderías, que es donde vemos ahora mismo más necesidad”, concluye.