La inflación se da la vuelta con fuerza. Tras dos meses acelerando, los precios se frenaron en marzo al 3,3%, según el dato adelantado publicado este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El giro no supone una sorpresa, aunque sí su intensidad, mayor a la esperada. En la cifra resulta decisivo el denominado efecto base: al tratarse de un dato interanual, en el que se comparan los precios con los de marzo de 2022, el primer mes completo de guerra en Ucrania, cuando la electricidad, el gas y el petróleo se dispararon descontrolados ante la incertidumbre sobre el suministro ruso, el saldo es favorable. A ello se une que en los últimos 30 días se ha abaratado la energía, con descensos en el petróleo y el gas por el temor a una recesión derivada de la crisis bancaria y su consiguiente restricción en el crédito; así como nuevas rebajas en la electricidad, en un entorno propicio para la generación eólica por las rachas de viento y de menor consumo por unas temperaturas inusualmente cálidas. La inflación subyacente, en cambio, se mantiene elevada, en el 7,5%, una décima menos.
El retroceso del IPC frente a febrero, cuando estaba en el 6% en tasa interanual, no basta para alcanzar el objetivo del 2% del Banco Central Europeo, pero llevaba poco más de un año y medio. desde agosto de 2021, sin acercarse tanto. Eso no implica que los precios bajen ni que estén más baratos que hace un año, solo que suben menos —aunque ese es el primer paso para atajar el problema—.
Los expertos advierten de que la caída, de 2,7 puntos, una de las más importantes de la serie histórica, no implica el fin de las presiones inflacionistas, y aunque el dato es esperanzador, ven prematuro hablar de un cambio de tendencia. “Tiene algo de espejismo, porque el IPC subyacente sigue elevado, y en los próximos meses el efecto base, aunque seguirá ayudando a ralentizar la inflación, no lo hará tanto como en marzo”, explica Leopoldo Torralba, economista de Arcano. En términos similares se expresa Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics. “Esto no debería hacernos creer que las tensiones inflacionarias han terminado. La subyacente y la de alimentos va a seguir alta, y además, la gran caída de los precios de la energía en los últimos meses del año pasado va a provocar el efecto contrario al de marzo en la inflación de los últimos meses de 2023″, afirma.
Fuentes del Gobierno destacan que el frenazo de la inflación está permitiendo a las empresas españolas ser más competitivas en el exterior. “La bajada sostenida del precio de la electricidad, gracias a la solución ibérica y al resto de medidas adoptadas, ha sido clave para que la inflación española se sitúe entre las más bajas de Europa”, afirman.
La condición de Rusia de potencia exportadora de crudo y gas alteró los mercados energéticos el año pasado con una intensidad inusitada. El petróleo Brent, por ejemplo, cerró marzo de 2022 a una media de 117 dólares el barril. Este curso el escenario ha cambiado: a corto plazo ha desaparecido el miedo al desabastecimiento —las reservas de gas cerraron el invierno en máximos históricos—, y Europa ha encontrado nuevos proveedores para suplir el vacío dejado por Moscú. El precio del petróleo es además muy dependiente ciclo económico. La reapertura de China tras su restrictiva política de covid cero alentó la idea de que la demanda de combustible crecería, y con ello los precios remontarían, pero finalmente no ha sido así. Hay otras fuerzas en juego, y la perspectiva de un crecimiento escaso o incluso negativo ha desinflado este mes el Brent por debajo de los 80 dólares de media.
En dos semanas, cuando salga el dato definitivo, se conocerá cómo ha sido la evolución de los combustibles, la energía eléctrica, los alimentos y el resto de componentes con los que se elabora el índice de precios al consumo. Según cálculos del Instituto Complutense de Análisis Económico, las caídas en la energía serán unánimes: la gasolina se habría abaratado un 12,9%, el gasoil un 15,5% y la electricidad un 51,1%, lo que habría resultado decisivo para el buen comportamiento de marzo.
Esa distorsión estadística marcará lo que queda de año. Aunque hay otros factores de los que estar pendientes. El euro, muy débil en los últimos tiempos, ha recuperado terreno. Eso es importante porque las compras de energía se pagan en dólares, con lo que un euro en horas bajas encarecía la factura de los países de la moneda única, y uno al alza las abarata. El bum del turismo, que encara la Semana Santa con el objetivo de igualar los niveles prepandemia, y afronta la temporada de verano con optimismo, puede dificultad el aterrizaje de los precios.
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