La inflación ha dejado de ser una pesadilla. Está bajo control y lejos de aquellos datos históricos alcanzados a comienzos de 2023. Todavía no se estabiliza en los niveles anteriores a la invasión de Ucrania por Rusia y la crisis energética, pero sí que incluso cuando repunta no parece la amenaza que era hace unos dos años. 2024, por ejemplo, se ha cerrado con un trimestre completo al alza y aun así el 2,4% de diciembre que acaba de publicar Eurostat apenas está cuatro décimas por encima del objetivo que se marca el Banco Central Europeo (BCE) a medio plazo.
Se esperaba que conforme se acercara el final del año, la inflación se diera la vuelta y subiera. Los efectos estadísticos que provocan el desplome de los precios de la energía meses atrás o el final de algunas de medidas de alivio que los gobiernos pusieron en marcha durante los peores momentos lo han provocado. También ha puesto de su parte la evolución de los precios en los servicios, que han subido solo en diciembre un 4%. Ya hace meses que estas rúbricas del IPC de la zona euro son las que más están creciendo y tirando al alza de los precios, algo que además se nota mucho en la serie porque es el componente que más pesa en la elaboración del índice.
Además de estas previsiones, también las propias noticias que se han ido conociendo en los últimos días ya anunciaban que el IPC iba a subir en diciembre, como finalmente ha sucedido, dos décimas respecto a noviembre. Pero en la comparación más larga de los últimos 12 meses el saldo es positivo por cinco décimas. 2023 acabó con los precios en el 2,9%.
A lo largo de 2024, la inflación ha aliviado bastante su presión. Llegó a caer hasta el 1,7% en septiembre, un dato que no se veía desde la primera mitad de 2021. Eso dio alas a los recortes del precio oficial del dinero por parte del BCE. Durante estos 12 meses los tipos de interés han pasado del 4% al 3% en sucesivos recortes de un cuarto de punto.
Falta ahora por ver cómo asume el consejo de gobierno del BCE este repunte, que, según las previsiones, persistirá en enero. No obstante, tras la última reunión de diciembre, los mercados descontaban que en la cita de enero el recorte sería de medio punto, algo insólito desde que en Fráncfort comenzó a relajarse la política monetaria.
Habrá que ver si finalmente este pronóstico se cumple, porque ya hace meses que el BCE no telegrafía sus decisiones con anticipación, sino que dice depender de cómo van llegando los datos y toma las decisiones en función de eso. Y ahí se abre la incógnita de sí, el repunte de los precios en Alemania, que acabaron el año en el 2,8%, le llevará a ser más cauto. No obstante, también el estancamiento alemán y la debilidad económica del área monetaria aconsejarían un poco más de audacia.
Los economistas de ING, no obstante, apuntan por la cautela. Señalan el repunte de la inflación durante tres meses y que la inflación subyacente, a la que se le quita la marcha de los productos más volátiles (energía, alimentos frescos, bebidas alcohólicas) llevaran a los rectores de la política monetaria a mantener su línea de prudencia.