La Diócesis de Segovia ha respaldado al párroco de Torrecaballeros, un pueblo segoviano de 1.200 habitantes, que negó la comunión a dos parejas homosexuales. La entidad católica ha emitido un comunicado tras la denuncia de uno de los afectados en redes sociales de que el cura les impide recibir el sacramento debido a su orientación sexual. “En el cumplimiento de su ministerio y siguiendo la normativa de la Iglesia, [el cura] se ha visto obligado a negar la comunión a personas del mismo sexo que viven según el modo matrimonial, lo cual puede ocurrir también entre personas heterosexuales sin vínculo matrimonial”, se justifica la Diócesis segoviana. Insiste en que para comulgar “se necesitan unas condiciones objetivas de moralidad” y que la Iglesia puede negarlo, “sobre todo, si provoca escándalo entre los fieles”.
El PSOE reclamó al obispo segoviano intervenir contra la “discriminación por orientación sexual en la Iglesia diocesana”. El alcalde socialista de Torrecaballeros, Rubén García de Andrés, informó en redes sociales de que el párroco de la localidad les había negado la comunión tanto a él y a su pareja como a otros dos hombres católicos en una relación sentimental. “Se nos ha prohibido no por nuestra fe ni acciones, sino por vivir con la persona que amamos”, ha reivindicado el regidor, pues el sacerdote local, Felicién Malanza, llegado al pueblo en verano, les ha vetado en este acto religioso.
El Vaticano no prohíbe dar la comunión a homosexuales y el artículo del código canónico en el que se ampara la diócesis de Segovia, el 915, lo que indica es que se excluye a los excomulgados “y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave”. A partir de aquí todo es cuestión de interpretación y de la actitud de quien lo aplica. En el fondo se trata de un episodio más del choque en marcha desde hace años entre las aperturas de Francisco en esta cuestión y la oposición más conservadora de otros sectores de la Iglesia.
Un choque entre una actitud de acompañamiento, de acogida, y otra que prioriza juzgar a las personas y la vigilancia moral. Pero que implica, según señala un experto canonista, la dificultad de certificar y probar objetivamente un pecado grave que está en el fuero interno de la persona. “Son dos lógicas distintas que ha indicado el Papa: marginar o integrar a los que estén en situación irregular”, resume. Francisco está claramente en la segunda posición. De hecho, inició su mandato con una célebre frase que sacudió al sector conservador de la Iglesia y pronunció en el viaje de regreso de Brasil en 2013: “Si una persona es gay y busca a Dios, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”
En las redes sociales de Rubén García de Andrés el regidor mezcla diversos conceptos en su biografía: periodista, socialista, alcalde de Torrecaballeros, LGTBI, libertad, fe, respeto, cofradías, Semana Santa. Manifiesta públicamente su devoción, como lo hace regularmente en la iglesia. Incluso, colaboraba en núcleos cercanos, algo habitual en entornos rurales. Repartía la comunión previamente consagrada por la autoridad religiosa pertinente y recitaba lecturas de la Biblia ante los feligreses, hasta que hace dos años se lo prohibieron, según él, por su orientación sexual.
En diciembre de 2023 se produjo otro hito significativo en los cambios de la Iglesia impulsados por Francisco, cuando el Vaticano aprobó las bendiciones a parejas del mismo sexo. Un mes antes el Papa ya había dicho que los transexuales pueden ser bautizados, ser padrinos de bautizos y testigos de bodas. Ya en octubre de 2020 apoyó las uniones civiles entre personas del mismo sexo y aseguró que tenían derecho a “una familia” y a tener las respectivas coberturas matrimoniales. En enero de 2021, pidió a los padres que no condenaran a sus hijos en caso de que tuvieran una “orientación sexual diferente”.
La diócesis ha reaccionado ante la controversia cargando contra el PSOE, que ha defendido al alcalde y a personas en situación similar, pidiendo a la par evitar la “discriminación por orientación sexual”. Este proceder “supone un juicio difamatorio de la comunidad católica de esta Diócesis, basado en noticias poco contrastadas sobre la actuación del sacerdote”, quien actuó según el comunicado siguiendo las normativas del clero y “se ha visto obligado a negar la comunión a personas del mismo sexo que viven según el modo matrimonial, lo cual puede ocurrir también entre personas heterosexuales sin vínculo matrimonial”.
Esta actitud, según defiende, no es homofobia ni discriminación, dado que no se niega la comunión por la condición homosexual, sino por defender el carácter sagrado de la Eucaristía. La reclamación socialista, critica, “supone una inadmisible injerencia en asuntos propios de la Iglesia y un atentado contra la libertad religiosa garantizada en la Constitución”, pues insisten en que “los católicos saben que para recibir la Eucaristía, tanto si son homosexuales como heterosexuales, se necesitan unas condiciones objetivas de moralidad, y que la Iglesia tiene autoridad para negar la comunión cuando no se cumplen, sobre todo si provoca escándalo entre los fieles como ha sucedido en los casos de Segovia”.
Insta al PSOE de Segovia a que se retracte de su afirmación pública de discriminación en la Iglesia segoviana por orientación sexual “sin el conocimiento preciso de los hechos acontecidos y con motivaciones ideológicas que van en contra del magisterio de la Iglesia Católica sobre este particular”.
La medida del cura llegó después de que algunos asistentes a las misas se quejaran de la intervención de los homosexuales. La ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha reaccionado así ante la disputa: “Este sacerdote desconoce el Nuevo Testamento. Galatas 3:28: ‘Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo’. La buena noticia del Evangelio es la fraternidad y el amor frente a toda forma de discriminación”.
La Diócesis segoviana cita al papa Francisco, caracterizado por defender el aperturismo de la Santa Sede y la Iglesia católica, para respaldarse: “El mismo papa Francisco, en la Fiducia Suplicans, afirma que la bendición a parejas homosexuales debe evitarse si causa “formas graves de escándalo o confusión entre los fieles. Cuanto más si se trata de la comunión sacramental”.
El argumentario de la diócesis insiste en que “la negación de la comunión no significa exclusión de la vida eclesial ni de la participación en su culto, pues la Iglesia anima a quienes por diversas razones no pueden acceder a esta a seguir participando en la vida de la comunidad” y remarcan que “los homosexuales deben ser tratados con respeto a su condición y son miembros de la Iglesia, lo cual no significa que puedan acceder a la Eucaristía sin respetar las normas del derecho que se aplican a todos los fieles”.
Pero Francisco dejó clara su postura en su exhortación apostólica Amoris laetitia, en 2016, donde se abrió a que las personas divorciadas que se han vuelto a casar por lo civil, o que “simplemente conviven”, pudieran comulgar, una medida que escandalizó al sector más conservador.
Pero, además, en los artículos 296 y 297 del documento el Papa se refirió a todas las llamadas situaciones irregulares: “El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre porque esa no es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren”.