La política de pactos de Esquerra Republicana (ERC) con los socialistas, tanto en el Gobierno central como en el de la Generalitat, ha centrado la carrera para elegir la nueva cúpula del partido. Y la reelección, el pasado sábado, de Oriol Junqueras como presidente marca, de entrada, un camino claro en ese punto: no habrá apoyos presupuestarios si no se cumplen los acuerdos ya adquiridos tanto por Pedro Sánchez como por Salvador Illa. La nueva ejecutiva republicana, que este domingo se ha reunido por primera vez, aspira a poner en marcha una comisión que cada seis meses haga seguimiento de los acuerdos de investidura. La secretaria general, Elisenda Alamany, hará de portavoz este lunes a la espera de decidir sobre quién recaerá esa responsabilidad.
“Si los socialistas quieren apoyo, lo que tienen que hacer es cumplir”, ha insistido Alamany, también jefa de filas del partido en el Ayuntamiento de Barcelona, este domingo en una entrevista a Catalunya Ràdio. Una idea que el propio Junqueras dejó meridianamente tras conocer su triunfo. “Ya no habrá nuevos acuerdos con quien no cumple los acuerdos establecidos. Esto a lo mejor ha pasado en algún momento, a lo mejor incluso ha pasado más de lo que debería y a lo mejor ha hecho que una parte de nuestra sociedad perdiera un poco de confianza en nosotros. Pero esto ya no ocurrirá”, había asegurado el exvicepresident. ERC tiene la clave para que salgan adelante tanto los Presupuestos Generales del Estado como los de la Generalitat y ambas negociaciones estaban congeladas a la espera de saber el desenlace del cónclave republicano.
Junqueras logró repetir en el cargo de máximo dirigente de ERC tras lograr un 52% de apoyo de la militancia frente al 42% de votos que obtuvo la candidatura de Xavier Godàs. Participó el 82% de las bases. La relación con el PSC centró la pugna entre quienes abogaban por un cambio y quienes apostaban por la continuidad de Junqueras. El gran resultado, en la primera vuelta, de la candidatura más escéptica con los pactos con los socialistas hizo que las listas del nuevo líder y Godàs (que sí pasaron a la segunda vuelta) fueran endureciendo su tono sobre la relación con los socialistas.
Al final, ambas candidaturas terminaron por comprometerse a que sea la militancia la que tenga la última palabra, en una consulta vinculante, sobre el futuro de las cuentas a lado y lado del río Ebro. “Todas las faltas de respeto o ataques a la soberanía de Cataluña toca que sean respondidos por ERC. La militancia ha de conocer la evolución de los acuerdos a los que se ha llegado para tener un posicionamiento sólido ante los Presupuestos de la Generalitat”, ha explicado este domingo Alamany. Tambien ha recordado compromisos pendientes, como la condonación de los 15.000 millones de euros de deuda de la Generalitat ante el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). Sánchez aseguró en la pasada Conferencia de Presidentes que eso ocurriría en breve. Alamany también ha afeado a Illa que los Mossos y la Policía ahora compartan la línea del 112 en Cataluña y su supuesto desprecio a los productores catalanes de aceite de oliva.
La estrategia de Junqueras, que firmó el acuerdo de investidura de Sánchez, pasa ahora por poner en marcha una comisión de seguimiento de los pactos tanto en el Congreso de los Diputados como en el Parlament. La semana pasada, la candidatura ganadora detalló que ese grupo lo conformarían los presidentes de los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados y del Parlament y el propio Junqueras en que invitaban a las otras candidaturas a sugerir nombres para esa comisión. Además del encargo puntual de poner blanco sobre negro el avance en compromisos como la Ley de Amnistía, el traspaso de Rodalies (las Cercanías catalanas) o el diseño de la nueva financiación singular para Cataluña, el presidente busca convertir en esos espacios en sitios para recoser las dos sensibilidades del partido. Lo mismo ocurrirá con la redacción de las ponencias políticas y estatutaria, que se tienen que votar en marzo.
De ahí que Alamany haya querido enfatizar el mensaje conciliador. “Una vez pasadas las elecciones son todos un mismo partido y mi responsabilidad es contar con todo el mundo”, ha asegurado la secretaria general, para anunciar después que visitará todas las agrupaciones locales para intentar recoser un partido que, a la luz de los resultados, está partido por la mitad. De entrada hay dos puntos que la Ejecutiva debe tratar: si hace cambios en los líderes de los grupos parlamentarios -en el Congreso la continuidad de Gabriel Rufián es clara, no es el caso de Josep María Jové en la Cámara catalana- y la elección de quién ocupa de manera permanente la portavocía nacional.
Con todo, ha insistido en que la voluntad de la dirección es poner en marcha la comisión de la verdad que estudie quién puso en marcha la campaña de los carteles difamatorios de los hermanos Maragall, usados en la última campaña municipal. La lista de Godàs está en contra de ese instrumento, pues cree que va en detrimento de los órganos internos de investigación. Ese grupo, ha dicho, hará “una cronología” de los hechos y podrá poner “sanciones” a los militantes involucrados.
“Soy la secretaria general de todos”, ha insistido, recordando que el primer reto de la nueva dirección será que las elecciones municipales de 2027 marquen un cambio de tendencia tras un ciclo político de malos resultados y que, en parte, explica que se haya tenido que celebrar el congreso extraordinario ante la pugna de quienes abogaban por un cambio de caras para la nueva etapa (agrupados en la lista de Godàs) y quienes veían en Junqueras la carta a volver a jugar.
Precisamente la capital catalana será un punto neurálgico de ese primer reto. La crisis del partido antes del verano congeló una decisión trascendental y sobre la que en breve se debería tomar una decisión: la eventual entrada de ERC en el Gobierno municipal y en minoría del alcalde Jaume Collboni, sobre la que se llegó a presentar un preacuerdo.
Alamany ha tomado este domingo distancia sobre ese punto, pese a ser una de las impulsoras del pacto, avalado entonces por Junqueras y que se truncó tras una votación de la militancia que se desbordó por la movilización de militantes que consideraban que no se hizo con el diálogo necesario, “Sobre Barcelona, como en cualquier otro pueblo o ciudad del país, será la militancia, porque quien convoca los congresos son las federaciones. Pero la militancia tiene en la dirección nacional aliados que acompañarán las decisiones”, ha dicho.