Jean-Luc Godard cultivó la subversión irónica toda su vida. Cuando era un adolescente y firmaba sus dibujos como IAM obsequió a sus padres con mucha retranca Le Cercle de Famille. Impressions d’ensemble (El círculo familiar. Impresiones generales), un cuaderno gráfico donde se burlaba de la vida burguesa. Y nada más burgués que unas raíces que procedían de unos abuelos banqueros en Suiza, como era su caso. Puede que no sorprenda constatar que el cineasta franco-suizo, que ayudó a construir la nouvelle vague, fue un joven rebelde, que en el futuro usaría el cine también como arma política, pero sin duda llama la atención observar que canalizó una parte de su creatividad a través de la obra gráfica.
Este Godard desconocido se despliega en la exposición Tendo em linha de conto os tempos atuais: Obra plástica de Jean-Luc Godard, que se puede visitar en la Casa do Cinema Manoel de Oliveira, en la Fundación Serralves, de Oporto, hasta el próximo 18 de mayo. “Lo que aquí mostramos es un Godard multifacético, un artista total que no solo fue un cineasta, también fue un artista plástico que expone la proximidad entre el cine y las artes visuales”, afirma António Preto, director de la Casa do Cinema Manoel de Oliveira.
En el catálogo de la muestra, los miembros del colectivo Ô Contraire!, que integra cuatro antiguos colaboradores del cineasta y que han comisariado la exposición, admiten que habría rechazado ser definido como “artista plástico” y que identificarlo como “pintor” o “diseñador gráfico” sería correcto pero simplista. “Fue un artista en todos los sentidos de la palabra”, subrayan.
Ironizaba a los 17 años y siguió ironizando hasta sus últimos días. La colección de 24 autorretratos digitales que reciben al visitante en el pasillo de entrada constatan la facilidad del cineasta tanto para reírse como para hacer poesías visuales incluso en condiciones físicas limitadas como las que sufría en los últimos años. Los selfis le sirven de partida para experimentos visuales llenos de colorido y humor. También prueban que hasta el final abrazó los avances tecnológicos, destaca Preto, ya fuese el vídeo o un móvil de última generación. Una de las imágenes muestra su mano sujetando una llave para abrir la puerta de su casa en Rolle (Suiza), el mismo lugar que escogió para morir en 2022 mediante suicidio asistido, un derecho legal en su país natal. Tenía 91 años y varias dolencias incapacitantes.
Fueron los amigos y familiares del cineasta quienes rastrearon en diferentes residencias para organizar una colección de la obra gráfica que tuviese entidad para una muestra y que se encontraba desperdigada. La exposición ha sido gestada por el colectivo Ô Contraire!, integrado por su productor Fabrice Aragno, el guionista Jean-Paul Battaggia, la historiadora y crítica de cine Nicole Brenez y Paul Grivas, sobrino de Godard y director de fotografía en su película Filme Socialismo (2010). La muestra de Oporto es, en cierta medida, un ensayo de las actividades que podría organizar la fundación Godard que el colectivo quiere impulsar.
Una de las creaciones más antiguas que puede verse en la exposición es un dibujo que regaló a su hermana Verónica y que firma como IAM, “tal vez un seudónimo que proceda de las palabras en inglés I am”, observa António Preto. De aquella fase inicial se incluyen el retrato de su padre Paul, varios cuadros donde experimentó con distintas técnicas de pintura y las ilustraciones que acompañan una carta que le escribe a los 17 años a Paul Valéry, amigo de su abuelo Julien-Pierre Monod. Es visible el interés por jugar con la combinación de imágenes y textos desde esos primeros años, que luego se mantendría en cuadernos, tanto de trabajo como personales. Además, se muestra el primer guion de Jean-Luc Godard, Aline, escrito entre 1948 y 1949, que se creía desaparecido.
Hay también un recordatorio de la relación de admiración recíproca que tuvieron Godard y el director portugués Manoel de Oliveira. Se reproducen las páginas de la conversación entre ambos que publicó Libération en septiembre de 1993, cuando uno estrenó Peor para mí y otro, El valle de Abraham, en las salas de cine en París. En la charla confiesan que a menudo sienten temor por no hacer la siguiente película. El portugués le confiará por qué le ha gustado Alemania, año nueve cero, una película de Godard de 1991: “Lo que me gusta es la claridad de los signos sumada a su profunda ambigüedad. Es además eso lo que me gusta en general en el cine: una saturación de signos magníficos que se bañan en la luz de la ausencia de explicación”.
Esta relación contribuyó a que, años después, el cineasta francés accediese a la propuesta de la Fundación Serralves para dedicarle una muestra, que finalmente no pudo realizarse debido a su muerte. La exposición actual incluye también obras de amigos, familiares o parejas de Godard, así como los instrumentos de trabajo y numerosos cuadernos, donde delata estados de ánimo y conciencia política. En uno de ellos, dedicado en plena efervescencia sentimental a la actriz Anne Wiazemsky, una de sus parejas, escribe: “Cuando el fin de semana se vuelve el fin del mundo”. También se muestra el cuaderno de La Chinoise, protagonizada por Wiazemsky, con una frase de Mao Zedong. Los años sesenta están marcados por su posicionamiento radical, maoísta. En uno de los cuadernos de entonces reflexiona sobre la fotografía como una herramienta cultural burguesa. Junto a la imagen de un vaquero de espaldas preparado para un duelo, escribió: “La burguesía creó un mundo a su imagen. Camaradas, destruyamos esa imagen”.
Hay también cuadernos de posproducción con collages y anotaciones sobre Yo te saludo, María o el cuaderno de Drôles de guerres (Guerras falsas), la obra póstuma que se convirtió en un nuevo rasgo de rebelión. “YSL le había encargado una película y él les entregó el cuaderno diciendo que esa era la película. Finalmente, se tuvo que aceptar y se resolvió convirtiendo cada página del cuaderno en una imagen, lo que se trató fue de decidir cuánto duraba cada una”, explica Preto.
En una de las paredes también se reproduce el árbol gráfico que Godard tenía ante su mesa: fotos de su perro, de un cuadro de Matisse o de una de las obras que pintó cuando era un joven inconformista, entre otras. En paralelo a la exposición, que incluye una instalación donde se proyectan imágenes sobre velos con el proceso de creación para El libro de imagen mientras se escucha la voz de Godard, la Casa do Cinema dedicará además un ciclo al cineasta, que filmó más de un centenar de películas, y una serie de conferencias en los que participan los comisarios, historiadores del arte o críticos de cine.