Tras 15 meses de guerra, más de 46.700 cadáveres palestinos y una destrucción sin apenas precedentes, Israel y Hamás han alcanzado un principio de acuerdo de alto el fuego en Gaza. Lo ha anunciado, cinco días antes de regresar a la Casa Blanca, Donald Trump, quien llevaba semanas dejando claro que no quería encontrarse ese conflicto abierto, incluso con la amenaza de un “infierno” en Gaza.
“Tenemos un acuerdo para los rehenes en Oriente Próximo. Serán liberados en breve. Gracias”, ha escrito el inminente presidente de Estados Unidos en su red social, Truth, a última hora de la tarde. Poco después, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha advertido de que quedan “detalles” por cerrar que espera que se resuelvan en la noche del miércoles. El pacto, de tres fases, comenzará a aplicarse previsiblemente esta misma semana. El alivio va acompañado de la consciencia de los importantes retos que presentará su implementación, sobre todo la transición de una a otra fase.
Mohammed al Thani, primer ministro de Qatar (uno de los tres países mediadores, junto con Estados Unidos y Egipto), tenía previsto anunciarlo formalmente en la noche del miércoles en Doha en una rueda de prensa. El dirigente de Hamás Basem Naim aseguró por la tarde que su movimiento había entregado su respuesta afirmativa al acuerdo, mientras continuaban las reuniones maratonianas en Doha.
La exhausta población de Gaza y los familiares de rehenes israelíes han comenzado a celebrar mientras contienen la respiración, conscientes de que los últimos flecos en las negociaciones suelen ser peliagudos. Recuerdan también que momentos previos de optimismo en 2024 habían acabado en decepción.
La primera fase comenzará a ponerse en práctica 24 horas después de la firma y durará seis semanas, durante las que Hamás entregará 33 rehenes (se calcula que un tercio sin vida), en su mayoría mujeres, menores, enfermos y hombres de más de 55 años. Israel iniciará la retirada progresiva de sus tropas, comenzará a liberar presos palestinos (algunos con condenas de varios lustros aún por cumplir) y permitirá a los desplazados del norte de Gaza ir regresando a los hogares que queden en pie.
Las tropas israelíes se irán retirando del Corredor Filadelfia, la frontera entre Gaza y Egipto, en el sur de la Franja; y del corredor de Netzarim, que instaló y corta Gaza en dos. Se prevé que el paso fronterizo de Rafah, entre Egipto y Gaza, reactive también su actividad de manera gradual, sobre todo para el paso de enfermos y heridos. Todo, en medio de un gran aumento de la entrada de la ayuda humanitaria, que Israel limitó como arma y, en el caos y la crisis humanitaria de Gaza, se convirtió en objeto de asaltos y mafias.
En el día 16 del acuerdo, comenzará a negociarse la puesta en práctica de la segunda fase, que consiste en la liberación de los restantes 65 rehenes, incluidos cadáveres. El ejército israelí seguirá replegándose hasta hacerlo por completo. En total, Israel liberará en paralelo unos 1.000 presos palestinos.
El paso de una a otra fase es lo que más miedos desata. Las familias de los rehenes que no entraron en el grupo de la primera entrega temen que las negociaciones se estanquen con los suyos aún por liberar. Varios familiares han expresado su rechazo a que la población del norte de Gaza pueda regresar a sus hogares en la primera fase, con parte de los rehenes aún en manos de Hamás.
El movimiento islamista teme, en cambio, que Netanyahu reinicie los bombardeos tras obtener a parte de los rehenes. Está usando la fórmula de “un alto el fuego largo” y se encuentra bajo presión de sus socios ultraderechistas, que rechazan poner fin a la invasión y abogan por mantener presencia militar permanente en Gaza y restablecer los asentamientos judíos. El Gobierno israelí tiene previsto votar el acuerdo este jueves.
La tercera y última fase del pacto consistirá en debatir a largo plazo la nueva Administración (Hamás gobernaba Gaza desde 2007) y la reconstrucción de la Franja, que requerirá años y cantidades ingentes de dinero, justo cuando las vecinas Siria y Líbano también necesitan grandes inyecciones de fondos. La supervisarán Egipto, Qatar y Naciones Unidas.
Es básicamente el mismo acuerdo que la Administración de Joe Biden presentó en mayo; rechazó Netanyahu y ha recobrado impulso ante la llegada al poder de Trump, cuyo equipo participó en las negociaciones junto con el de la Administración demócrata saliente. Hasta aquel 31 de mayo, el ejército israelí había matado a 34.535 gazatíes —en su mayoría mujeres y menores, según las autoridades sanitarias de Hamás. Hoy, el número de vidas pérdidas supera los 46.700 gazatíes y los 400 soldados israelíes.
Netanyahu se negaba a entregar el control de la frontera de Gaza con Egipto, que el ejército abandonará ya en la primera fase del acuerdo. Un encuentro, definido en las filtraciones periodísticas como “tenso”, el sábado entre Netanyahu y el enviado especial para Oriente Próximo de Trump, Steve Witkoff, despejó el camino.