El Gobierno de Israel ha aprobado este domingo ―citando la caída del régimen de Bachar el Asad― duplicar la población en los Altos del Golán, el territorio sirio que ocupa desde la Guerra de los Seis Días de 1967 y donde ha erigido decenas de asentamientos judíos. Es su última medida aprovechando el triunfo de la ofensiva rebelde el pasado domingo para avanzar sus objetivos en Siria: ha invadido parte de la zona desmilitarizada (vulnerando el armisticio de 1974 que vigilan cascos azules), donde las tropas se quedarán al menos todo el invierno; destruido la mayoría de sus capacidades estratégicas en el mayor ataque de la historia de su Fuerza Aérea; y sigue bombardeando el país a diario. Solo este domingo, 61 objetivos, de sistemas de defensa aérea y depósitos de armas, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Son 446 desde el fin de la dictadura de El Asad, hace una semana. El ministro de Defensa, Israel Katz, insiste en que “la imagen de moderación que los líderes rebeldes [sirios] pretenden presentar” no ha eliminado “los riesgos inmediatos” para la seguridad de Israel.
“Fortalecer el Golán es fortalecer el Estado de Israel y es especialmente importante en este momento. Seguiremos manteniéndolo, haciéndolo florecer y asentándonos en él”, ha asegurado el primer ministro, Benjamín Netanyahu, en un comunicado. El Ejecutivo aprobó por unanimidad destinar más de 40 millones de séquels (unos 11 millones de euros) a partidas como educación, energía o urbanismo para promover el crecimiento demográfico en el Golán, “a la luz de la guerra, el nuevo frente que afronta Siria y el deseo de doblar la población del Golán”. Allí viven alrededor de 30.000 colonos judíos, que se dedican principalmente al turismo (es uno de los destinos más populares para los israelíes) y a la vinicultura, así como cerca de 24.000 drusos. Esta comunidad habitaba la zona antes de su conquista y, por lo general, rechaza la ciudadanía que Israel les ofrece.
Los Altos del Golán son un territorio con notable valor estratégico que Israel se anexionó en los años ochenta, igual que Jerusalén Este. Las tropas han tomado además estos días ―en su avance en el interior de la zona desmilitarizada― la cima del particularmente importante monte Hermón. No solo porque pone a tiro de artillería Damasco, a unos 40 kilómetros y que se puede ver desde allí sin prismáticos, sino también porque facilita la vigilancia de la capital siria, del paso fronterizo de Masnaa, y del sudeste del Líbano y el valle de la Becá, dos de las zonas en la reciente ofensiva israelí y con más presencia del partido-milicia Hezbolá. Ya el viernes, Katz señaló la “alta importancia de seguridad” de preservar el control del Hermón y “permitir que las tropas se queden allí en las difíciles condiciones meteorológicas” del invierno.
Además de la dimensión militar, los socios ultranacionalistas de Netanyahu ―y una parte de su propio partido, el derechista Likud― abogan desde hace tiempo por impulsar la colonización judía no solo de Cisjordania y Gaza, sino también de los anexionados Altos del Golán y de zonas del propio Israel con alta proporción de población palestina (con ciudadanía israelí): la Galilea, el Negev y las denominadas ciudades mixtas, como Lod, Acre o Ramle.
Ahmed Sharaa ―el líder de HTS que, bajo el nombre de Abu Mohamed Al Julani, lideró la ofensiva que derribó al régimen― admitió este sábado en una entrevista televisiva que, tras casi 14 años de cruenta guerra civil, Siria “no puede permitirse nuevos enfrentamientos” y que “la prioridad en este momento es la reconstrucción y la estabilidad, no verse arrastrado a disputas”. No obstante, señaló que Israel “no tiene ya excusa” para invadir y bombardear su país, ahora que Irán y la milicia Hezbolá (que acudieron la década pasada a apoyar a El Asad en la guerra) han huido, como el propio dictador, que ha sido acogido en Rusia.
Israel destruyó en un solo día más del 90% de los misiles tierra-aire en territorio sirio, lo que le ayudaría a destruir ahora el programa nuclear iraní, porque los cazas israelíes necesitan sobrevolarlo para llegar. Es un plan que lleva casi dos décadas sobre la mesa de Benjamín Netanyahu y que sería más factible ahora, con Teherán en horas bajas. En su último ataque, en octubre, Israel destruyó importantes sistemas de defensa antiaérea y vigilancia que lo han dejado más expuesto que antes, según los analistas.
Cierre de la Embajada de Irlanda
También este domingo, el ministro de Exteriores de Israel, Gideon Saar, ha anunciado el cierre de la embajada en Dublín porque Irlanda ha “cruzado todas las líneas rojas en su relación con Israel” con sus “acciones y retórica antisemita, demonización del Estado judío y dobles estándares”. Dublín ya anunció en marzo que se uniría a la demanda por genocidio en Gaza que presentó Sudáfrica en el Tribunal Internacional de Justicia, pero solo la semana pasada su ministro de Exteriores, Micheál Martin, comunicó la luz verde del Gabinete y la intención de hacerlo este mismo mes.
El primer ministro irlandés, Simon Harris, ha lamentado “profundamente” la decisión. “Rechazo completamente la afirmación de que Irlanda está en contra de Israel. Irlanda está a favor de la paz, de los derechos humanos y del derecho internacional”, ha señalado en la red social X. Saar lo había acusado de aplicar una “política extrema antiisraelí”.
La legación diplomática que cerrará solo tenía un responsable de negocios. Israel carece de embajador en Irlanda, España y Noruega desde que en mayo reconocieron a Palestina como Estado, en una declaración conjunta.