El ejército israelí ha anunciado haber bombardeado Irán en la madrugada de este sábado, minutos después de escucharse al menos cinco potentes explosiones en Teherán y en una localidad cercana, Karaj, según la televisión estatal y testigos. Dos horas más tarde se ha registrado una nueva oleada en la capital, con al menos cuatro explosiones. El portavoz militar israelí, Daniel Hagari, ha definido los ataques como “precisos” y dirigidos “contra objetivos militares en Irán en respuesta a meses de continuos ataques”. El Gobierno de Benjamín Netanyahu, que sigue el ataque desde un búnker en un cuartel, prometió el pasado día 1 vengar el ataque de Teherán contra su territorio con 200 misiles y señaló que lo haría en el momento y la forma que estimase conveniente, jugando con el factor sorpresa. La agencia de noticias estatal siria también ha dado cuenta de ataques, poco antes, contra instalaciones militares en el sur y centro del país. Irán y la vecina Irak han cerrado su espacio aéreo hasta nuevo aviso. Israel, hasta las 08.30 (07.30 en la España peninsular).
Se desconoce el alcance de los ataques, aunque no parecen dirigirse contra instalaciones nucleares ni petrolíferas, como había pedido Estados Unidos a Israel para evitar que desemboquen en guerra regional abierta. La cadena estadounidense ABC señala que el ataque solo durará esta madrugada. La agencia oficial Fars, de la Guardia Revolucionaria, ha confirmado sobre bases militares en el oeste y sudoeste de Teherán y, en general, las autoridades iraníes se han apresurado a quitarle hierro, asegurando que sus sistemas antiaéreos han “operado con éxito” y que algunas de las explosiones escuchadas corresponden a las intercepciones. También tratan de proyectar una imagen de normalidad, con la difusión de imágenes de una refinería intacta o de la llegada de pasajeros al aeropuerto internacional de la capital, poco antes de cerrar el espacio aéreo.
“El régimen de Irán y sus representantes en la región han estado atacando implacablemente a Israel desde el 7 de octubre, en siete frentes, incluidos ataques directos desde suelo iraní”, ha dicho Hagari en referencia a Gaza, Cisjordania, Líbano, Yemen, Irak, Siria y Teherán, por los que Israel culpa al régimen de los ayatolás en tanto que líder del autodenominado “eje de la resistencia”. “Como cualquier otro país soberano del mundo, el Estado de Israel tiene el derecho y el deber de responder” y “nuestras capacidades defensivas y ofensivas están plenamente movilizadas”, ha agregado el portavoz, incidiendo en que harán “todo lo que sea necesario para defender al Estado de Israel y al pueblo de Israel”.
Netanyahu sigue la evolución de los bombardeos de la aviación israelí junto al núcleo duro de sus colaboradores, entre los que se encuentra el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi. Gallant dijo hace unos días que la respuesta sería “letal” y “sorprendente”.
“Autodefensa”
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Sean Savett, ha confirmado que Israel ha efectuado “ataques localizados contra objetivos militares en Irán” en lo que ha definido como un “ejercicio de autodefensa”. Israel llevaba días preparando la represalia, tanto a nivel interno como con ayuda de Washington. De hecho, esta misma semana el secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, comenzó en Tel Aviv y Jerusalén su 11º gira regional durante la contienda, en la que abordó el ataque.
Días antes, el Pentágono había enviado a Israel una batería antiaérea capaz de reforzar su ya sofisticado sistema de defensa. Lo hizo en previsión de que Teherán planee responder al ataque de este sábado y ante una creciente escasez de defensas antimisiles en el ejército israelí, según el diario británico Financial Times. Está gestionado por cerca de un centenar de militares estadounidenses, según el diario Yediot Ahronot. Los primeros que, de manera oficial, se implicarán directamente sobre el terreno en la actual guerra. Ese contingente estará al mando de una batería de defensa antiaérea THAAD (Terminal High Altitude Area Defense, Defensa Terminal en Área de Gran Altitud), modelo que EE UU ya tiene desplegado en otras zonas de Oriente Próximo.
Es la segunda ocasión este año en que ambos países intercambian ataques en sus territorios, algo inédito en su historia y que ha generado el temor a que la progresiva extensión del conflicto en Oriente Próximo (actualmente con la invasión de Líbano) acabe degenerando en una guerra abierta y directa entre ellos, tras años de enfrentamiento soterrado. La primera, en abril, se originó en el bombardeo israelí en un edificio diplomático iraní en Damasco que mató a 13 personas, entre ellas tres altos mandos de la Guardia Revolucionaria. El régimen de los ayatolás respondió con 300 misiles y drones. El ataque fue casi coreografiado, para mostrar músculo sin dar pie a una violenta represalia, e Israel interceptó casi todos con ayuda de sus aliados y optó por una represalia limitada, más centrada en mostrar la capacidad de alcanzar el programa nuclear que en causar daños.
Ambas partes pasaron entonces página en falso. Hasta tres meses más tarde, cuando Israel mató en Teherán al líder de Hamás, Ismail Haniye, (que había acudido como invitado a la toma de posesión del nuevo presidente, Masoud Pezeshkian), y a la cúpula de su aliado libanés, Hezbolá, incluido su máximo líder, Hasán Nasralá. Irán prometió una venganza que tomó el 1 de octubre la forma de 200 misiles balísticos que no causaron muertos israelíes (solo un palestino, en Cisjordania, por la caída de un proyectil interceptado).
Israel prometió entonces la nueva represalia que ha iniciado este sábado. Este miércoles, tras semanas de espera, su ministro de Defensa señaló a los pilotos de la Fuerza Aérea que “todo el mundo” entendería, cuando se produjese el ataque, en qué consistía su “proceso de preparación y entrenamiento”.