“Què ha dit?, què ha dit? [¿Qué ha dicho?]”, preguntó este jueves con insistencia el diputado del PP Guillermo Mariscal a los periodistas que todavía rodeaban a la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, justo cuando ella acababa de hablar en el pasillo del Congreso. “Que van a defender las inversiones en Tarragona”, le respondieron, porque eso era lo único que había dicho Nogueras, pero de lo que se desprendía que Junts iba a votar esa misma mañana junto al PP para tumbar el impuesto a las grandes energéticas. “¡Ya está!”, celebró Mariscal, artífice de esa enmienda transaccionada con el partido de Carles Puigdemont, y se fue corriendo por el pasillo del Congreso para comunicar a los suyos la noticia.
Hasta esa mañana, el PP no sabía a ciencia cierta si Junts respetaría el acuerdo que ya habían alcanzado en el Senado. Pero lo hizo, y el resultado fue que, por primera vez para una votación de calado ―el impuesto a las energéticas ingresa a las arcas públicas entre 1.000 y 1.500 millones de euros al año―, se articuló una nueva mayoría formada por el PP, Vox, el PNV y el partido de Puigdemont. El acercamiento del PP a Junts que hizo posible ese acuerdo ha provocado inquietud en importantes sectores del partido, que advierten de que el PP “no puede permitirse ir más lejos” con los independentistas catalanes.
Del “¡Puigdemont, a prisión!” que se coreaba en las manifestaciones del PP contra la ley de amnistía, a pactar con el partido de Puigdemont. El giro es total. No hace mucho, solo unos meses, Alberto Núñez Feijóo relacionaba al independentismo con el terrorismo. Este pasado enero, el PP propuso en el Congreso una iniciativa que implicaría, de haber sido aprobada, la ilegalización de Junts.
El viraje del PP en su relación con los independentistas catalanes no es nuevo, porque empezó el pasado verano, cuando se supo que miembros del círculo de Puigdemont se habían reunido con el portavoz de los populares en el Ayuntamiento de Barcelona, Daniel Sirera, para hablar de la investidura de Feijóo, que finalmente fue fallida. Ahora, Génova vuelve a acercarse al partido de Puigdemont para tratar de desestabilizar la mayoría parlamentaria de Pedro Sánchez, abriendo un camino con los independentistas de final incierto pero que levanta ampollas dentro del PP.
“El gran riesgo es legitimar las alianzas con los independentistas”, advierte un barón popular sobre esta estrategia de aproximación del PP a Junts, que sucede después de haber acusado por activa y por pasiva al PSOE de “traicionar” a los españoles por haber pactado con este partido.
Los acuerdos con Junts incomodan sobre todo al PP catalán, al de Andalucía y al de Madrid, donde se lanzan advertencias veladas a Génova. En el PP catalán alertan a la dirección de que una cosa son los acuerdos puntuales en materia fiscal, y otra, muy diferente, sería avanzar en un hipotético entendimiento con Junts para una investidura o una moción de censura. “¿Alguien cree que Puigdemont le iba a pedir a Feijóo algo muy diferente de lo que le ha pedido a Sánchez? Junts no te va a pedir una carretera o un impuesto menos, él exige la amnistía legal y política, con el blanqueamiento de su figura, y avanzar en una España federal y plurinacional, la meta volante para la autodeterminación. El PP no se puede permitir una cosa así”, reflexiona un dirigente de peso del partido en Cataluña. “De momento no se han traspasado las líneas rojas, la gran cuestión sería si fuéramos un paso más allá”, advierte. El líder del PP en Cataluña, Alejandro Fernández, que se enfrentó a Génova por las alianzas con los independentistas, ha sido claro: “Si es para hacer un pacto de gobierno, creo que, sinceramente, Carles Puigdemont es material tóxico y que todo el mundo que se ha acercado a él ha salido quemado”.
Feijóo no está, de momento, planeando una moción de censura contra Sánchez, según dijo el miércoles en una conversación informal con periodistas, pero en esa misma charla alabó la “coherencia” de Junts y dijo estar aprendiendo catalán, a base de escuchar a los diputados catalanes en el Congreso sin pinganillo.
“El odio a Sánchez es un gran aglutinador”
El PP ha vuelto a la fase de hablar catalán en la intimidad, y Génova no tiene reparos con profundizar en acuerdos con los independentistas catalanes, con quienes ya hay contactos “a distintos niveles”. El interlocutor de Junts con el PP para tumbar el impuesto a las energéticas ha sido el diputado Josep Maria Cruset, mientras que por el PP han intervenido diputados como Guillermo Mariscal, además del portavoz parlamentario, Miguel Tellado, y el vicesecretario de Economía, Juan Bravo. Otros dirigentes del PP como el vicesecretario Elías Bendodo también se mensajean con Miriam Nogueras. “El odio a Sánchez es un gran aglutinador”, confiesan en Génova.
Pero la cúpula de Feijóo tiene que manejar con cuidado sus pasos, porque importantes barones del PP tienen muchas reticencias a que el partido profundice en ese camino. Entre líneas, el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha expresado esas cautelas. Aunque ha defendido que el PP debe tener “las mejores relaciones posibles con todas las formaciones políticas democráticas”, entre las que incluye a Junts, Moreno Bonilla ha advertido también de que “es difícil tener una buena relación fluida” con los de Puigdemont porque estos y el PP están “en dos orillas completamente distintas en cuanto al modelo de Estado”. “Nosotros creemos en la España de las autonomías, pero creemos en la integridad territorial de España, cosa que ellos no creen, por tanto, es un camino complejo”.
Los mismos recelos, o más, tiene Isabel Díaz Ayuso, pero la presidenta de la Comunidad de Madrid se está mordiendo la lengua para no confrontar abiertamente con Génova. Ayuso también se ha manejado con sutilezas y ha evitado pronunciarse sobre esos acuerdos pero, a la vez, ha querido lanzar el mensaje claro de que “el nacionalismo es lo más tóxico que hay”. “Yo al nacionalismo lo quiero muy lejos”, ha subrayado cuando ha sido preguntada por los pactos del PP con Junts. Feijóo tiene la ventaja de que Ayuso está muy ocupada defendiéndose en la causa del presunto fraude fiscal de su pareja y en su batalla con el fiscal general, y no tiene tiempo para abrir otros frentes con la cúpula de su partido, como confiesan en la Puerta del Sol: “Bastante tenemos con lo nuestro como para meternos en lo de otros”.