20 minutos pasan de las doce de la noche. Beatriz Garrote, expresidenta de la asociación de víctimas por el accidente de metro de 2006 en Valencia, escribe en su perfil de X:
―Estamos atrapados en la V-30. Vemos el cauce el río crecer y estamos preocupados. ¿Podéis darnos alguna indicación?
Garrote volvía del trabajo a su casa del municipio valenciano de Torrent y en torno a las ocho y pico de la tarde quedó atrapada por el agua junto a cientos de conductores más durante cerca de siete horas en un tramo de la circunvalación de Valencia. “Pasé la primera salida, que era la de Paiporta, pero estaba cerrada porque nos dijeron que la población estaba inundada y por ahí no podíamos salir y lo siguiente ya fue quedarme parada 200 metros más allá, muy cerca del puente del AVE. El coche se quedó atascado y de repente comenzaron a inundarse los dos carriles más pegados a las salidas de los pueblos”, cuenta horas después.
“Cuando vi el agua a un centímetro, me asusté muchísimo. No sabía ni de donde venía ni qué estaba pasando. El agua empezó a subir muy deprisa, a los 10 minutos la teníamos por media rueda del coche. Unos voluntarios nos indicaron para dar la vuelta a los coches, pero ahí ya no había salida posible”, dice. No podían ir ni en una dirección ni en otra. Un guardia civil sugirió incluso sacarlos con cuerdas por el puente del tren AVE. Los nervios crecieron entre los atrapados cuando subió el nivel de agua del nuevo cauce del río, que discurre paralelo a la V-30.
El tramo donde se encontraba Garrote se inundó en media hora. “Pegó una crecida brutal. Estábamos atrapados, no veíamos escapatoria y tuvimos que atravesar una corriente de agua muy fuerte. Fue una situación crítica. La sensación que me dio fue que en media hora podíamos haber acabado en el mar”, añade todavía en shock. Había coches volcados y otros habían caído al cauce nuevo. Era una situación apocalíptica, describe. “No sabíamos si estábamos haciendo bien o mal, si nos metíamos más en la boca del lobo”, añade mientras recuerda a Trini y Laura, otras dos afectadas con las que compartió horas de angustia e incertidumbre. “Me separé de ellas cuando estábamos intentando salir y espero que estén bien”. Unos autobuses de la EMT, que se han dedicado toda la noche a transportar a afectados, la llevó hasta un albergue. Después se refugió en la casa de un amigo en Valencia y a las diez de la mañana del miércoles todavía no había podido volver a su casa.
Garrote es una de los miles de personas afectadas por la dana. Al menos 51 personas han muerto a causa de las inundaciones en la provincia de Valencia, según ha confirmado esta mañana el Centro de Coordinación Operativa Integrado del Ministerio de Interior, que recoge información de distintos cuerpos de seguridad y emergencias. Además, una mujer de 88 años ha muerto en la localidad conquense de Mira y se teme por la vida de seis personas desaparecidas desde ayer en Letur (Albacete). Las imágenes son devastadoras.
Águeda Serrano, directora de la escuela de Viticultura de Requena (Valencia) cuenta que ha pasado la noche con 25 alumnos y que todos están bien. Las lluvias les pillaron dando clases, y aunque no se inundó, si llegaron a ver “una escalera convertida en una cascada, que daba miedo”. “Esto no lo hemos vivido nunca, ni nosotros, ni nuestros mayores”, relata. Ahora están sin teléfono, sin internet, pero tienen luz, en la resaca de un episodio que nadie pensó que fuese a ser tan catastrófico. Incluso la diputación les envió cuatro operarios, fontaneros y electricistas, para unos arreglos en el centro. Luego les advirtieron de que no podían regresar a Valencia, pero decidieron igualmente partir a sus casas. “Dos de ellos fueron rescatados en la carretera por un camionero, cuando el agua les entraba en el coche”. De los otros dos no saben nada. “Queremos pensar que no tienen cobertura”. Tampoco ha tenido noticias de su administrativo, que partió en tren. En muchos lugares carecen de cobertura telefonía, lo que aumenta la angustia de quienes no pueden contactar con sus allegados.