La batalla de Gisèle Pelicot se ha librado, en parte, a través del silencio. Su rostro, su sonrisa siempre antes y después de entrar en la sala, sus miradas de agradecimiento cuando la aplaudían. El juicio tenía que hablar por sí solo: así lo decidió la víctima de las violaciones de 51 hombres, entre ellos la persona con la que llevaba casada 50 años. Por eso decidió que fuera a puertas abiertas, para que periodistas y público pudieran asumir y debatir fuera lo que se juzgaba dentro. En la sala, se expresaría lo que fuera necesario, a sus puertas, en cambio, solo al comienzo y al final de este proceso.
El jueves, pasadas la una del mediodía, volvió a hacerlo, y recordó el origen de su valiente decisión. “Quise, al abrir las puertas de este juicio el pasado 2 de septiembre, que la sociedad pudiera apropiarse de los debates que se llevaron a cabo. Nunca he lamentado esta decisión. Confío ahora en nuestra capacidad de construir colectivamente un futuro en el que todos, mujeres y hombres, puedan vivir en armonía, con respeto y comprensión mutua”, apuntó buscando una cierta reconciliación tras la dureza de estos cuatro meses.
Gisèle Pelicot quiso acordarse de su familia, que la ha acompañado en todas las vistas y que también fue víctima del horror en el que Dominique Pelicot les sumió. “Este juicio ha sido una prueba muy difícil y, en este momento, pienso en primer lugar en mis tres hijos, David, Caroline y Florian”, comenzó ante una nube de periodistas, micros y cámaras que esperaban desde hacía cuatro meses el desenlace del proceso. Y se dirigió a también a sus “nietos porque ellos son el futuro”, diciendo que “es también por ellos que [ella] llevó a cabo esta lucha, así como [por sus] nueras”. De hecho, la mujer decidió no cambiarse el apellido de casada para que sus nietos puedan seguir llevándolo sintiéndose orgullosos de ella. “De ahora en adelante, Pelicot será la señora Pelicot”, declaró ante el juez.
El proceso ha sido extremadamente duro también para las familias de muchos de los acusados, que han debido soportar la vergüenza y la condena pública. También la sentencia final. La declaración de Gisèle también tuvo un recuerdo generoso hacia ellos. “Pienso también en todas las demás familias afectadas por esta tragedia. Finalmente, pienso en las víctimas no reconocidas cuyas historias a menudo permanecen en la sombra. Quiero que sepan que compartimos la misma lucha”.