La denuncia ante la Guardia Civil por parte del Obispado de Tui-Vigo al constatar la desaparición de joyas y otros objetos de valor, así como diversos documentos del Archivo Histórico Diocesano y el Archivo Capitular de la catedral de Santa María ―que todavía no han sido cuantificados―, ha rememorado el rocambolesco caso del robo en 2011 del Códice Calixtino, uno de los tesoros catedralicios de Santiago que fue recuperado un año después. En un comunicado, la diócesis ha querido poner fin a las especulaciones mediáticas y ha minimizado los efectos del posible espolio que se está investigando. Asegura que “nada falta del inventario de la catedral y su museo” y que las sustracciones se circunscriben a piezas custodiadas por el archivero y que este había recibido mediante donaciones privadas para que la iglesia dispusiese de ellas. El foco de las pesquisas está puesto sobre el que fuera su auxiliar, un operario que prestó servicios en la catedral durante más de dos décadas y que fue despedido en 2021.
Mientras se aclara el cómo y el cuándo del intrigante botín, se han reforzado las medidas de seguridad en el templo y se estudian nuevos protocolos en los lugares más sensibles. En su comunicado, el obispado lamenta lo ocurrido y confirma que la denuncia fue presentada el 3 de diciembre, pero descarta que las sustracciones de objetos hayan afectado al valioso inventario de la catedral y su museo, sin aclarar tampoco si entre las obras sustraídas figura una escribanía de plata de procedencia francesa y documentos antiguos del siglo XVI sobre la historia de Tui, sin catalogar, tal y como han recogido insistentemente algunos medios.
El obispado solo hace referencia a la desaparición de documentos sustraídos en los archivos diocesanos que “estaban pendientes de catalogación, por tanto, sin registrar definitivamente”, como es el contrato del arreglo de un retablo de 1780 y “algún que otro legajo”, señala en su comunicado difundido este lunes. Sobre los documentos que se han echado en falta, el obispado incide en que se trata de papeles “de menor importancia” aunque tampoco hace referencia a las joyas sustraídas, como monedas y un zafiro probablemente engarzado sobre un broche que habría sido cedido mediante una donación privada. Todo ello con una valoración estimada en unos 30.000 euros, aunque otras fuentes han multiplicado por 10 esta cifra. Con todo, el Obispado de Tui-Vigo ha dejado claro que, de momento, no hará declaraciones ni valoraciones sobre el caso, “por respeto a las investigaciones abiertas” y ha trasladado su confianza en que las pesquisas “puedan resolverse con prontitud”.
La investigación de la Policía Judicial de Patrimonio de la Comandancia de Pontevedra se remonta a principios de la década de 2000, hasta 2022. Sin descartar ninguna hipótesis, los investigadores no han hallado indicios de que se produjeran robos con fuerza o con violencia en los archivos del templo donde se desarrollan las pesquisas, por lo que se descarta la actuación de ladrones profesionales en robos de arte. Al menos es lo que se desprende de la denuncia que presentó hace apenas una semana el responsable del Archivo Histórico Diocesano tudense, cuyas sospechas recaen sobre el que había sido la persona de su máxima confianza y su colaborador más próximo.
Situada en una colina con excepcionales vistas sobre el río Miño y la ciudad fronteriza de Valença (Portugal), la catedral de Santa María de Tui es la puerta de entrada de los miles de peregrinos que se dirigen a Santiago a través del llamado Camino Portugués por la costa. La única catedral de las Rías Baixas comenzó a construirse en 1120 con un claro objeto defensivo y con una singular combinación arquitectónica de románico y gótico. Su archivo histórico es el de mayor importancia y extensión de Galicia después del de la catedral de Santiago.
Un año después de la desaparición del Códice, el intento de robo en el Museo Diocesano de Tui por unos desconocidos que intentaron reventar la cerradura fue el primer aviso para tomar medidas más estrictas. Empezaron por colocar sensores de movimiento en las puertas de acceso, tanto la del pórtico como en la primitiva románica, con vigilancia las 24 horas.
Un viejo sospechoso en la catedral
El único sospechoso hasta el momento comenzó a trabajar en la catedral en 2004, y dejó el cargo en el Archivo Histórico Diocesano en 2021, aunque los motivos de su despido no han trascendido. Unas connotaciones que guardan algunos paralelismos con el espolio destapado en la catedral de Santiago por parte del electricista del templo, que también era un viejo empleado de la máxima confianza del clero, inclusive para el propio deán, hasta que la investigación en torno a la desaparición del Códice Calixtino puso cifras al saqueo estimado en más de 2 millones de euros, provenientes, entre otros ingresos, de los donativos de los peregrinos y feligreses.
Los hechos que ha denunciado el responsable del archivo catedralicio, el canónigo Avelino Bouzón, no son al parecer recientes, sino que se habrían producido a lo largo de un prolongado período de tiempo. Sin embargo, se desconoce cuál fue el detonante de la denuncia o qué objeto echó en falta el archivador para acudir a la Guardia Civil. De hecho, además del robo de las joyas, sobre el extrabajador pesa la sospecha de otras presuntas conductas delictivas como plagiar textos de otros autores en artículos firmados por él en una revista en la que colaboraba, o cobrar dinero por documentos registrales a descendientes de emigrantes nacidos en alguna de las 260 parroquias que conforman la Diócesis Tui-Vigo para obtener la doble nacionalidad, según informa Faro de Vigo. Un certificado de datos que en muchos casos se encuentra en legajos históricos que solo se conservan en la catedral tudense, anteriores a los registros civiles que empezaron a funcionar en 1870.
Hace tres años que el sospechoso del robo en la catedral de Tui abandonó este templo. Desde muy pequeño empezó a desempeñar funciones de monaguillo y acabó trabajando durante casi dos décadas en el Archivo Histórico del templo, el único trabajador, junto al archivador, que tenía las llaves para acceder a las dependencias donde se guardaban estos objetos únicos, algunos de ellos supuestamente desaparecidos.
Esta sede catedralicia cuenta con joyas históricas y piezas únicas como pergaminos antiguos y códices de enorme valor, como el Códice Pontifical de la Catedral de Tui, datado de finales del siglo XIII y que llegó a estar expuesto en Santiago junto al Códice Calixtino. Precisamente el robo de este último obligó a reforzar la seguridad en otras catedrales, entre ellas la de Tui, que instaló mecanismos conectados con una central de seguridad que la investigación abierta podría determinar si han sido eficaces. De hecho, esas medidas serán revisadas con nuevos protocolos para preservar la seguridad del templo catedralicio y el archivo histórico, según anunció el propio obispado en plenas pesquisas del robo en sus archivos diocesanos.