Avisaba Jordi Ribera en los corrillos antes de viajar al Mundial de que Chile, pese a la evidente diferencia de nivel, no se le daba muy bien a España. Se acordaba de la anterior Copa del Mundo, en 2023, en la que le costó despachar a los sudamericanos. Esta vez, la tarea le llevó 45 minutos. Hasta entonces, no pudo sentirse ganador de un duelo, en principio, de desenlace previsible. En cuanto se cerró atrás y Sergey Hernández impuso su planta bajo palos (MVP, con 17 paradas), tomó vuelo sin grandes dificultades y pocos alardes. El sábado, segundo partido de la fase inicial contra Japón (18.00, Teledeporte), otra victoria obligada si quiere aspirar a las últimas instancias del campeonato. Hace medio año, los nipones se marcharon de los Juegos de París con pleno de derrotas (incluida la sufrida ante España), aunque con no tan malas sensaciones.
Los Hispanos se cruzaron con Chile, otro de esos conjuntos dirigidos por un español, Aitor Etxaburu (exjugador de Bidasoa, Barcelona, Granollers y Teka). Y su siguiente rival, Japón, también lo entrena otro de la factoría: Toni Gerona. De los 32 participantes en el Mundial, seis tienen al frente a españoles: Xavi Sabaté (República Checa), Juan Carlos Pastor (Egipto), Hungría (Chema Rodríguez) y Jordi Ribera completan la nómina.
España tardó más de 10 minutos en tomar posiciones en Oslo. Nada sorprendente en su caso a la hora de iniciar un campeonato. Lo primero que recibió fueron 11 goles en menos de 15 minutos: demasiados, pero el castigo justo a una defensa flácida. En ataque, solo Imanol Garciandía había abierto el libre de instrucciones (cuatro tantos sin fallo). Así que a Chile no le costó atrapar una renta de tres dianas (7-10).
Jordi Ribera, no obstante, no necesitó ningún tiempo muerto para que su equipo fuera poniendo las cosas poco a poco en su carril. Una mejora en defensa, las pérdidas rivales (alguna infantil) y la aparición de Sergey Hernández resultaron suficientes para alcanzar el descanso con un 17-13 a su favor, pese a que la efectividad en ataque era mejorable. Chile, con apenas dos tantos en el segundo cuarto del primer acto, se fue deshilachando por culpa de las pérdidas, lo que le valió a España, ya más asentada, para quemar zapatilla a la contra, lo que más le gusta. En la pista andaban varios de los jóvenes: Ian Barrufet, Carlos Álvarez y Djordje Cikusa, clave este último a la hora de apretar los tornillos en su territorio.
Las clásicas rotaciones de Ribera para meter a todos en el canasto, también a los nuevos, siguieron su curso a la vuelta del descanso. Álex Dujshebaev tomaba el volante y Ferrán Solé percutía desde su esquina. La defensa, no obstante, empezó la segunda parte de nuevo un punto por detrás de lo esperado. Y, como en la primera, en cuanto se ajustó mejor, Hernández continuó sacando pies y brazos, y Dani Fernández afinó desde los siete metros, España terminó de atrapar el triunfo con comodidad ante una Chile inferior que acabó derrotada por la ley de la gravedad. Un estreno al tran tran para coger temperatura.
España, 31 – Chile, 22
España: S. Hernández; C. Álvarez (4), Garciandia (4), J. Rodríguez (1), Sánchez-Migallón (-), Casado (2) y D. Fernández (5, 2p) —equipo inicial— Pérez de Vargas (ps), Gurri (1), Tarrafeta (4), Á. Dujshebaev (3), Solé (3), Serdio (-), D. Dujshebaev (2), D. Cikusa (1) y Barrufet (1).
Chile: F. García; Ahumada (2), R. Salinas (1p), Paya (1), Feuchtmann (5,m 2p), Aedo (3) y E. Salinas (5) —equipo inicial— V. González (ps), Delgado (1), Frelijj (3), Illesca (-), Oyarzún (-), Mesías (1), Scaramelli (-), Ayala (-) y Salgado (-).
Marcador cada cinco minutos: 3-4, 7-9, 9-11, 13-11, 15-13 y 17-13 (Descanso) 18-15, 22-17, 24-17, 26-18, 29-21 y 31-22 (Final).
Árbitros: Bolic y Hurich. Excluyeron por dos minutos a Sánchez-Migallón, Serdio y Ahumada.