Amad Diallo, costamarfileño de 22 años formado en la cantera del Atalanta, se fue a saludar a Pep Guardiola cuando el árbitro pitó el final. El entrenador, que caminaba por el césped todavía conmovido por el golpe recibido, estrechó la mano del joven que acababa de ganarle el partido. Un partido que por momentos solo Diallo pareció convencido de ir a buscar, ingenuo entre dos equipos aturdidos que se enfrentaron con el freno de mano puesto hasta que los accidentes destrozaron la inercia somnífera del juego. Empató el Arsenal (0-0) con el Everton; empató el Liverpool (2-2) con el Fulham, pero el City no fue capaz de salir de su espiral de ruina. La Premier está revuelta. La ganará el que mejor sobreviva a la inestabilidad general.
1
Ederson, Matheus Nunes, Kyle Walker, Josko Gvardiol, Rúben Dias, Phil Foden, Jérémy Doku (Jack Grealish, min. 76), Ilkay Gündogan (Savinho, min. 88), Kevin De Bruyne (Mateo Kovacic, min. 67), Bernardo Silva y Erling Haaland
2
André Onana, Harry Maguire, Matthijs de Ligt (Leny Yoro, min. 78), Lisandro Martínez, Bruno Fernandes, Diogo Dalot, Noussair Mazraoui (Antony, min. 77), Manuel Ugarte, Amad Diallo (Victor Lindelöf, min. 90), Rasmus Højlund (Joshua Zirkzee, min. 77) y Mason Mount (Kobbie Mainoo, min. 13)
Goles
1-0 min. 35: Gvardiol. 1-1 min. 87: Bruno Fernandes. 1-2 min. 89: Amad Diallo Traore
Arbitro Anthony Taylor
Tarjetas amarillas
Walker (min. 39), Rasmus Winther Hojlund (min. 39)
El derby de Manchester presentó el primer duelo de Guardiola contra Ruben Amorim, cabeza visible del publicitado proyecto de Sir Jim Ratcliffe. Por esta vía el United, el equipo británico con más aficionados del planeta, prosiguió un intento de reconquista que se prolonga durante una década estéril. Se levantó el telón y lo que se vio no resultó nada novelesco. El United de Amorim es un calco aburrido del equipo del malogrado Ten Hag. Lo dicen fuentes del entorno de la propiedad: el portugués ya transmitió a los dueños lo mismo que les repetía el holandés. Amorim les dijo que con estos jugadores, la vía más eficiente para competir contra los rivales más fuertes es a la contra. Así lo hizo en su visita al Etihad, en donde presentó una alineación con cinco defensas y dos pivotes.
La renovada versión catatónica del United no presentó grandes problemas al Forest ni al Arsenal, que lo derrotaron en las últimas jornadas. Tampoco importunó mucho al doliente equipo de Guardiola, que jugó como en Turín, a un ritmo tan lento de circulación de balón que a sus aficionados debió hacérseles difícil reconocer al equipo eléctrico de la temporada pasada. Con Bernardo Silva desplazado al extremo derecha, en donde no podía influir en la construcción, el City puso la gestación de las jugadas en manos de Gündogan, De Bruyne y Foden. El primero, hizo lo que pudo por buscar socios, el segundo, que viene de una prolongada baja por lesión, se mostró intermitente, y Foden profundizó en la senda de la dispersión. Por ahí comenzó el avance parsimonioso del City, que se encontró con el gol un poco de casualidad.
Pasada la media hora, De Bruyne cogió un balón tras sacar un córner, lo centró con un guante y Gvardiol lo cabeceó a la red. El croata explotó su instinto para sincronizarse con la pelota que caen del cielo. Superó a Hojlund y a Dallot y puso por delante a su equipo. Merecidamente. Hasta ese momento, el United había jugado a esperar, a encerrarse en su campo cuando no tenía el balón, a contragolpear si provocaba un error, y si no, a manejar las posesiones con afán narcótico. Bruno Fernandes y sus centrales se pasaban la pelota como si lo que buscasen no fuese la portería contraria sino bajar las pulsaciones del City, dejar que pase el tiempo, esperar el error. Así se hizo de noche.
Ederson, paralizado
El United perdía y sus jugadores parecían entregados a la ensoñación que habían procurado provocar. Un alegre letargo se propagaba por el campo entre rojos y azules. Corría el minuto 87 cuando Matheus Nunes, distraído por naturaleza, entró en escena sin abrir los ojos. Sin venir a cuento, pasó un balón hacia atrás y se lo dejó en bandeja a Amad Diallo. El jovencito no se hizo rogar y encaró a Ederson. El portero retrasó la decisión del tiro y cuando Diallo parecía indeciso y escorado en el área, Nunes irrumpió como un camión para completar su portentosa calamidad: derribó a Diallo y el juez pitó penalti. Bruno Fernandes metió el 1-1 y Guardiola en la banda se llevó las manos a la cabeza como si se la quisiera arrancar.
El técnico español somatizó la peor crisis de su carrera: 11 partidos, dos empates, una victoria y ocho derrotas. Fueron ocho, pues el 1-1 se convirtió en 1-2 apenas se reinició la acción. Con el City en estado de disolución, bastó un balón largo de Lisandro. Un pase de 70 metros. La pelota botó en el área, Ederson se quedó paralizado, los defensas también, y el intrépido Diallo entró desde atrás, se la acomodó, y definió con un feliz globito. El derby que no quiso ganar el United, el derby que perdió el City, se lo llevó el pequeño Diallo.