Aunque sigue angustiado por la montaña de lesiones, la corriente del Real Madrid ha cambiado en paralelo al retroceso del Barcelona, al que ha recuperado cinco puntos en las dos últimas jornadas. En la escasez extrema, el batallón de Ancelotti ha despertado, más unido con menos efectivos, y con goles de quienes más en falta los echaban, Mbappé y Bellingham, que marcaron en la victoria contra un Leganés que no se deshizo en ningún tramo, pero al que no permitieron encontrar el modo de inquietar a Courtois. Pese a las estrecheces de personal, el Madrid contempla con algo más de alegría la comprometida visita al Liverpool en Anfield del miércoles.
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Marko Dmitrovic, Matija Nastasic, Sergio González, Javi Hernández, Yvan Neyou (Julián Chicco, min. 57), Adrià Alti (Valentin Rosier, min. 74), Renato Tapia, Juan Cruz, Darko Brasanac (Sébastien Haller, min. 74), Munir El Haddadi (Dani Raba, min. 58) y Miguel de la Fuente (Diego García, min. 85)
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Thibaut Courtois, Fran García, Raúl, Antonio Rüdiger, Federico Valverde, Jude Bellingham (Endrick, min. 86), Eduardo Camavinga, Arda Güler (Brahim Díaz, min. 74), Dani Ceballos, Vinícius Júnior y Kylian Mbappé (Luka Modric, min. 82)
Goles
0-1 min. 42: Kylian Mbappe. 0-2 min. 65: Federico Valverde. 0-3 min. 84: Jude Bellingham
Arbitro Javier Alberola Rojas
Tarjetas amarillas
Miguel De La Fuente (min. 48), Adrià Altimira (min. 69)
Necesitará ajustes poco académicos, pero ya le funcionan más engranajes que antes. Está pelado en defensa, pero no fue solo ahí donde intervino Ancelotti. Poco margen le quedaba en esa línea: colocó a Valverde de lateral derecho y, como pareja de Rüdiger, al canterano Asencio, de nuevo seguro y acertado. El italiano siguió agitando la organización más arriba, donde ha influido la llegada de Mbappé. Después de 18 partidos no se ha aclimatado al centro. En el último compromiso, ese pequeño resurgir general contra Osasuna, ya se asomó por la izquierda hacia el final.
Y por allí empezó en Butarque, lo que desplazó a Vinicius al centro. El brasileño pisó bastante la zona central el año pasado, después de la marcha de Benzema, de quien parece haber retenido algo de su talento de conector. Se mueve ahí con más soltura que Mbappé, enriquece más el juego. Pero desparece de la izquierda, donde todavía resulta más dañino que el francés. Pero de momento hay otras necesidades. El traslado le sentó bien a Mbappé, liberado en su carril. Entraba en contacto con el balón más a menudo y arrancaba hacia delante, aunque desde muy lejos y con poca amenaza. Lo mejor que tuvo se lo sirvió Vinicius desde su localización de pivote: dos pases filtrados para un mano a mano y una asistencia.
La jugada del primer gol contuvo mucho de lo que había echado de menos Ancelotti hasta hace unos días. Vinicius perdió una pelota y la pérdida desató una reacción furiosa. Se lanzó a robar Camavinga, se tiró Bellingham a seguir apretando y terminó recuperando el brasileño con un toque que ya le metió en el área. Al verse ante Dmitrevski, le regaló el tanto a Mbappé, a quien por delante solo le quedaba la red.
La mudanza de Mbappé coincidió con una mayor presencia de Bellingham, eje de todo desde la mediapunta. El mundo bailaba a su alrededor. Lo hacía girar. Dominaba el espacio, el tiempo, ordenaba y desordenaba marcando el paso de la función, y en su función todas las interpretaciones destilaban armonía. Las piezas encajaban. Güler, otra vez titular, amenazaba con el regate y el pese desde la derecha, una región despoblada de la que extraía algo en cada intento. Camavinga sostenía el sistema como pivote, y aceleraba la distribución con mucho acierto.
El Leganés aguantaba con orden, y en los tramos de frescura encontró alguna vía con Juan Cruz y Brasanac bajo la dirección de Tapia. El Madrid aplacó los primeros episodios, y para el siguiente asalto local hubo que aguardar a que Borja Jiménez moviera el banquillo y metiera a Raba y Chicco. Ahí volvió a agitarse el Leganés, siempre bajo la vigilancia del general Rüdiger.
Valverde no solo cumplió con la vigilancia de su banda derecha. A medida que avanzaba el encuentro, se fue animando a explorar más adelante. Y completó su sesión de pruebas para Anfield marcando de un modo que empieza a constituir costumbre. Ceballos tocó suave una falta cerca de la frontal, Güler paró la pelota y el uruguayo la reventó: un rayo que pasó como un zumbido cerca de la cepa del poste. A partir de ahí el Leganés apenas encontró más aire, y Vinicius siguió abriendo caminos desde el centro. Como repartidor. Dejó solo a Mbappé en carrera contra Dmitrevski, pero el francés aún no ha recuperado su punto y la echó a las manos del portero.
Entre lo que vuelve a funcionar también hay que colocar a Brahim, que llegaba de marcar cinco goles con Marruecos. En el cuarto de hora largo que tuvo en Butarque mostró su voracidad acostumbrada. Un tiro suyo a la media vuelta terminó desviado en el larguero, y ahí cazó Bellingham el tercero. El Madrid ha perdido a mucha gente, pero enfila Anfield en ese despertar que le suele provocar la desesperación.