El jurado popular ha declarado culpables de asesinato con alevosía a tres de los acusados por el crimen de Samuel: Diego Montaña, que arrancó la agresión; Alejandro Freire, alias Yumba; y Kaio Amaral. Alejandro Míguez, el último detenido y único varón que no estaba en prisión, ha sido condenado como cómplice de asesinato, mientras que Katy Silva, la exnovia de Montaña que estaba acusada de impedir que la amiga de la víctima lo auxiliase, ha sido absuelta. Los nueve miembros del tribunal no profesional han leído este domingo su veredicto en la Audiencia Provincial de A Coruña, después de una larga deliberación que comenzó el pasado martes tras un mes de juicio. El dictamen concluye que Montaña “tenía animadversión hacia la homosexualidad”, lo cual provocó la paliza.
Los miembros del tribunal popular han estado cinco días encerrados para alcanzar un consenso. Baten el récord de deliberación de un jurado en Galicia, superando así al que dictaminó en 2015 la culpabilidad por asesinato de los padres de Asunta, que precisó cuatro días. Ante la complejidad del caso, la jueza les ha planteado más de 100 preguntas en el objeto del veredicto, que les fue entregado el pasado lunes aunque hasta el martes por la mañana no arrancó una deliberación que se prolongó hasta el sábado por la noche.
El juicio por la mortal paliza que recibió este joven gay en A Coruña el 3 de julio de 2021 y que provocó protestas en diversos puntos del planeta arrancó con una petición de penas de entre 22 y 27 años de cárcel por asesinato para los cinco acusados. Tanto la Fiscalía como la acusación particular y popular, ejercida esta última por el colectivo de defensa de los derechos LGTBI Alas Coruña, apreciaban la agravante de homofobia en el caso de Diego Montaña y Katy Silva y les pedían 25 años, mientras que en el caso de Kaio Amaral la condena se elevaba a 27 años por el robo del móvil de la víctima. Al término de las sesiones, el ministerio público introdujo una modificación en su alegato final: la posibilidad de que los dos procesados que no fueron a la cárcel, Silva y Míguez, fueran condenados solo como cómplices.
La investigación del crimen ha sido compleja. La paliza que acabó con la vida de Samuel fue grabada por las cámaras callejeras del paseo marítimo de la playa de Riazor, unas imágenes borrosas que fueron tratadas con inteligencia artificial por una empresa coruñesa para imprimirles nitidez y facilitar que los investigadores pudiesen identificar a los agresores y detallar su participación en el tumulto. Ese vídeo ha sido el principal objeto de controversia en el mes que ha durado el juicio. Para las acusaciones y los policías que declararon, la grabación demuestra que los cuatro hombres sentados en el banquillo participaron de manera continuada en los casi seis minutos de agresión y en la persecución de la víctima a lo largo de 150 metros, hasta el punto en el que se desplomó. Las defensas, por el contrario, han aducido que ni las imágenes ni las testificales permiten individualizar las acciones de cada encausado.
La Fiscalía ha defendido que los cinco acusados fueron coautores del asesinato, que mataron a Samuel entre todos, cuatro agrediéndolo directamente y la única mujer de la pandilla, impidiendo que fuera auxiliado por la amiga que lo acompañaba. Según explicaron los peritos forenses, el joven de 24 años no murió por un golpe letal sino por la suma de muchos puñetazos y patadas. Frente a estas acusaciones, la estrategia de defensa de los cinco jóvenes sentados en el banquillo ha variado. Los letrados de Montaña y Freire insistieron en su alegato final en que sus clientes no tenían intención de matar a Samuel, mientras que los de Amaral, Míguez y Silva pidieron su absolución asegurando que en ningún momento participaron en la paliza.