Un año y dos meses después de un acuerdo que parecía imposible entre el PSOE y Junts y que llevó a la tercera investidura de Pedro Sánchez, la relación entre ambos grupos vive un momento crítico. Este jueves se vota en la mesa del Congreso la admisión o no a trámite de la proposición no de ley de Junts en la que exige al presidente que se someta a una moción de confianza, una iniciativa que según la Constitución solo corresponde al Gobierno, no al Parlamento. Carles Puigdemont ha amenazado con romper todas las negociaciones en marcha con el Gobierno, y por supuesto dar por muertos los Presupuestos de 2025, si no se admite a trámite esa iniciativa. Pese a ese riesgo, el Gobierno parece decidido a tumbar la iniciativa porque la considera totalmente extemporánea, aunque está trabajando para intentar que esa decisión no rompa las relaciones con Junts y se puedan seguir negociando otras cosas, incluidas las Cuentas, cada vez más en el aire por este ambiente entre los dos grupos y la distancia que están trasladando también otros como ERC, que incluso amenaza con no aprobar los Presupuestos catalanes.
Pilar Alegría, portavoz del Gobierno, fue bastante rotunda en su rechazo, aunque dijo que será la mesa del Congreso quien decida: “[La moción] es una prerrogativa del presidente del Gobierno. La pregunta es por qué una moción de confianza ahora. El Gobierno cumple con los compromisos establecidos, los que están en nuestra mano los cumplimos”, dijo como mensaje a Junts, que asegura que el Ejecutivo ha incumplido lo que le prometió.
Aunque siempre puede haber un giro de última hora, algo muy frecuente en la relación entre el PSOE y Junts, todos los mensajes que trasladan distintos miembros del Gobierno en privado e incluso en público hacen pensar que Pedro Sánchez está decidido a plantarse esta vez y no aceptar lo que algunos en el Ejecutivo consideran como un auténtico chantaje, un trágala sin sentido, según su visión, porque Junts no está reclamando algo difícil, pero con lógica política, como la transferencia completa de la inmigración a la Generalitat, la implantación del catalán en las instituciones europeas o la eliminación del impuesto a las energéticas, por citar algunas de las últimas negociaciones, sino una especie de exhibición de poder de Puigdemont para algo absurdo, porque incluso aunque se tramitara y se aprobara esa proposición no de ley —tendría que ser con los votos de Junts, PP y Vox, algo ya en sí simbólico y delicado para los propios indepedentistas— no conllevaría ninguna consecuencia práctica.
Sería como las reprobaciones de ministros que se aprueban con cierta frecuencia en el Congreso y sobre todo en el Senado: son simbólicas, pero el ministro sigue ejerciendo. Sánchez podría seguir gobernando igual y no tendría que someterse a ninguna moción de confianza real.
Por eso, algunos en Junts señalan que no tiene sentido que Sánchez no lo acepte, y que después, si hay acuerdo, se podría retirar esa proposición no de ley sin llegar a votarla. Pero en el Gobierno se ha instalado la idea, que ha cobrado mucha fuerza en el nuevo año, de que en algún momento hay que mandarle un mensaje a Junts de que no todo vale y esta cuestión, que ven como la más incomprensible de todas las que han planteado hasta ahora, parece propicia.
Nadie niega que esta decisión, si finalmente se consolida el jueves, tiene el riesgo de que Puigdemont, que ha convocado el viernes a su Ejecutiva en Bruselas, tome la represalia de romper todas las negociaciones en marcha y hacer inviables los Presupuestos de 2025. Sánchez ya ha dicho muchas veces que él seguirá adelante incluso sin Cuentas, y no habrá adelanto electoral, pero el Gobierno ha estado trabajando en los últimos meses con la idea que habría Presupuestos y se consolidaría la legislatura.
Si no los hay, Sánchez puede seguir desde el punto de vista técnico como hacen otros gobiernos autonómicos con cuentas prorrogadas —varios miembros del Gobierno consultados insisten en que las Cuentas ahora en vigor, que son las de 2023, ya prorrogadas dos veces, son muy buenas y se puede gestionar bien con ellas— pero políticamente sufrirá muchos más precisamente en un momento difícil, con diversos casos judiciales que ponen en aprietos al Ejecutivo, a pesar de que la situación económica sea favorable, con datos de empleo récord y un crecimiento económico muy por encima de la media europea y de lo esperado.
Distintos ministros consultados insisten en que el diálogo con Junts no se ha roto y se seguirá intentando negociar los Presupuestos aunque se tumbe la iniciativa de la moción de confianza, y confían en poder hacer entender a los independentistas que no pueden condicionar una cosa a la otra y que las negociaciones deben ser sobre cuestiones de calado, como transferencias o partidas económicas, y no sobre una moción de confianza que en el Gobierno ven extemporánea. En el Ejecutivo confían en que Junts no tiene margen para buscar una mayoría alternativa y votar una moción de censura con el PP y con Vox, algo que creen que su electorado no entendería.
Todo indica, pues, que estamos ante un momento de pulso entre los dos partidos, de clarificación de la relación política, que puede acabar en ruptura o en una redefinición de los límites. “No se puede buscar humillar al Gobierno”, señala un miembro del Ejecutivo. En el Gobierno creían en un principio que tras el acuerdo del paquete fiscal, que costó mucho sacar adelante, sería más sencillo entrar en una negociación de Presupuestos, pero Puigdemont sorprendió después con esta idea de la moción de confianza, más tarde hubo una reunión negociadora en Suiza que fue muy mal, y en las múltiples conversaciones entre Junts y el PSOE desde entonces nada parece haberse desbloqueado, aunque se sigue hablando en todo momento.
En cualquier caso, el entorno de Sánchez insiste en que él mantiene su intención de agotar la legislatura, y está haciendo anuncios de largo plazo, como el plan con 12 medidas de impacto sobre vivienda que presentó este lunes, por lo que no se vive ningún ambiente de fin de legislatura, al contrario. En el Ejecutivo confían en que Junts reflexione y vuelva a la negociación de los asuntos de fondo.
En Junts, por su parte, están esperando esa decisión de la mesa del Congreso para redefinir las relaciones con el PSOE. “Lo que pase el jueves no es inocuo ni es menor”, manifestó este martes en Barcelona Jordi Turull, secretario general de JxCat, aludiendo a la importancia que da la formación a que se permita la tramitación de una cuestión de confianza para poner a prueba con qué apoyos cuenta Sánchez.
Junts evita hacer pronósticos sobre lo que pueda suceder en la Mesa, pero sí se prepara para dar una respuesta inmediata. Puigdemont ha convocado a la cúpula del partido el viernes en Bruselas, en una reunión donde se debe definir qué estrategia seguirán los siete diputados que comanda Miriam Nogueras en el Congreso. La posibilidad de que Junts pase a formar parte de una alianza con el PP y Vox para tumbar a Sánchez por la vía de una moción de censura es una medida que por ahora no se contempla, pero Turull insiste en que Junts no forma parte de “ningún bloque”. En la misma línea, se afila el argumento de que ni Junts ni Puigdemont le deben nada al PSOE, porque la aprobación de la ley de amnistía no ha mitigado el riesgo del expresident a ser detenido. Junts sostiene que las trabas al carpetazo judicial no son solo judiciales, también políticas, y se lanzan críticas manifiestas contra Sánchez porque evita reunirse con Puigdemont. También Salvador Illa esquiva aparecer junto al líder de Junts.
Un encuentro del presidente del Gobierno con Puigdemont, “no solo una foto, una reunión de trabajo”, exigen desde el partido, podría ayudar a mejorar la fluidez entre las dos partes, deslizan desde Junts. Lo mismo sucedería si finalmente se cerrara un acuerdo para oficializar el traspaso de competencias sobre inmigración a la Generalitat. Tanto Sánchez como Illa han señalado claramente que están dispuestos a reunirse en Bruselas con Puigdemont, pero para llegar a ese punto habría que tener las negociaciones de Presupuestos avanzadas, por ejemplo, y nada indica que sea así. La cuestión de la transferencia de inmigración también parecía muy avanzada hace semanas, pero el papel de los mossos en puertos, aeropuertos y fronteras terrestres parece estar bloqueando el cierre.
Mientras, desde el PP alientan la idea de la moción de censura con los votos de Vox y Junts para convocar inmediatamente elecciones. “España vive un momento de erosión democrática sin precedentes”, dijo este martes Alberto Núñez Feijóo en el desayuno Nueva Economía Fórum, en el que afirmó que con este Gobierno se dan “supuestos más graves” que los que se dieron en 2018 para registrar la moción de censura. Para Feijóo, con la coyuntura actual sobre la mesa, se dan los ingredientes para una moción de censura “urgente”, “objetiva” y “necesaria”, informa Virginia Martínez. Sin embargo, el jefe del PP ha rehusado responder a la pregunta de si se pondrá o no en contacto con Junts para recabar su apoyo. Eso sí, el jefe de los populares se ha mostrado dispuesto a “conversar” con Junts y ha puesto la pelota en el tejado de la formación de Puigdemont. “Si hay posibilidad real de que una moción de censura prospere, la presentaremos. ¿Qué hará Junts? Pregúntele usted”, ha asegurado durante su comparecencia, subrayando que, en cualquier caso, no habrá “cesiones” a los independentistas.