Después de una exhibición magnética en la Liga ante el Espanyol, el Girona se frotaba las manos y se las prometía felices frente al Sturm Graz austriaco, líder en su competición doméstica que, sin embargo, contaba los duelos por fiascos en la Champions. Pero el equipo de Míchel sufrió un revés morrocotudo y evidencia que no se encuentra en Europa, que también se pierde en la clasificación, ya casi descarrilado de la competición porque solo ha ganado un encuentro de cinco –el resto derrotas– y le queda el Tourmalet por delante, el Liverpool, el Milan y el Arsenal. Casi nada.
1
Daniil Khudyakov, Niklas Geyrhofer, Dimitri Lavalée, Jusuf Gazibegovic, Emanuel Aiwu, Tochi Chukwuani, William Bøving (Stefan Hierländer, min. 89), Otar Kiteishvili, Malick Yalcouyé (Tomi Horvat, min. 64), Seedy Jatta (Erencan Yardimci, min. 64) y Mika Biereth (Jon Gorenc Stankovic, min. 75)
0
Paulo Gazzaniga, Alejandro Francés (Jhon Solís, min. 72), Ladislav Krejcí, Juanpe, Daley Blind (Arnaut Danjuma, min. 66), Oriol Romeu, Bryan Gil, Miguel Gutiérrez, Iván Martín (Yáser Asprilla, min. 51), Viktor Tsyhankov (Abel Ruiz, min. 72) y Bojan Miovski (Cristhian Stuani, min. 66)
Goles
1-0 min. 57: Mika Bieveth
Arbitro Rohit Saggi
Tarjetas amarillas
Jusuf Gazibegovic (min. 19), Bryan Gil Salvatierra (min. 63)
Desde el inicio, desde el saque inicial, el Sturm Graz mostró su hoja de ruta, toda vez que el balón rodó de la medular hacia el portero y de ahí pelotazo a seguir que se perdió por la línea de fondo. Fútbol rudo y sin masticar, pues al equipo austriaco no le interesaba la redonda para conjugarla sino para enviarla al campo contrario y desplegarse con las segundas jugadas, también con las contras y las conducciones de Bovin, el hombre bala, que tiró recortes y un par de disparos, uno al cuerpo de Gazzaniga y el otro torcido. Si bien amasaba de vez en cuando la bola en la defensa, la circulación era horizontal y sin intención, escaso el Sturm Graz de ingenio y habilidad para descontar líneas rivales con el pase. Pero ni falta que le hizo, pues con los contragolpes y la acumulación de hombres en ataque le bastó para desconchar a un rival desnortado. Así, Biereth puso el remate a un saque de esquina y Kiteishvili una volea para quitar el hipo; bofetadas para poner en duda al Girona, que debió reubicar a Iván Martín (salió de la partida por la lesión de Van de Beek en el calentamiento) por los pasillos interiores para ganar efectivos en el centro del campo y tratar de sofocar el empuje rival. Ni con esas.
Sucedió que el Girona también disfrutó de fases de fútbol chisposo y resultón porque es un equipo de autor, toda vez que Míchel es un entrenador que dignifica el oficio con trabajo, por más que en ocasiones las semanas se le quedan chicas porque jugar en tanta competición resta minutos de entrenamientos para hacer más de baño y masaje, de recuperación. Pero el tiempo pasa y las semillas dan sus frutos porque a cada encuentro exhibe sus recursos, toda vez que parte con un sistema –anoche 4-3-3– que resulta ser algo etéreo y flexible porque hay permutas de posiciones para ocupar los espacios, al tiempo que para dificultar las marcas rivales. Y los jugadores responden con su evolución, caso de Miovski en el área rival, de Krejci en el eje de la zaga y, sobre todo, de un Bryan Gil que está de dulce, pues sabe que con el balón en los pies y sus driblings de bailarín puede destrozar a cualquiera. Como en esa ocasión en la que ganó la línea de fondo para dársela a Iván Martín, que discutió con la lógica y con Newton, ya que con la portería vacía y casi bajo el larguero, remató con el tobillo para enviarla por encima del travesaño. Miovski hizo lo propio tras un centro de Tsygankov y el Girona comprendió que no había tutía.
Persistió Bryan Gil por el costado izquierdo, capaz de poner otro centro que Tsygankov envió al lateral de la red. Pero ya no hubo más picante, acaso un remate de Stuani, escaso el equipo de profundidad y del último pase, huérfano de remate por más que Míchel pusiera a todos los delanteros sobre el tapete. Por entonces, el Sturm Graz ya había dicho la suya en otra de sus contras, definida por Jatta y un disparo que Gazzaniga acertó a repeler, pero completada por Biereth con un pase a la red. Un gol, otro gatillazo del Girona y la Champions que se le escurre, adiós a la ilusión.