Como ha ocurrido con tantas otras cosas, resulta que grupos sociales históricamente discriminados ya habían inventado esto del daddy antes de que la masa lo adoptase. Así, el mundo debería reconocer que afroamericanos y homosexuales llegaron antes. Un daddy, o sea, un papi, es un hombre mayor de edad, de físico atractivo pero no típicamente musculoso, de carácter protector, sereno y resolutivo que, en una relación con una persona más joven, hace de protector, mentor y a veces mecenas, además de (a eso hemos venido) compañero sexual.
En partituras de jazz y blues de los años diez cantadas por artistas negras ya aparecen referencias a un papi como pareja sentimental. Ocurre, por ejemplo, en el clásico I’m Crazy About Your Lovin (Estoy loca por tu amor), fechado alrededor de 1919, en el que se cantaba “Tengo un amoroso papi que lo cierto es que ama sin igual / cuando comienza con los besos realmente no tiene rival”. Otro tema popular en los inicios de los años veinte se titula: ¿Cómo puedo ser tu dulce mamá si tú ya eres el papi de otra?
En los setenta la comunidad homosexual supo que había muchas cosas que podía tomar prestadas de la comunidad afroamericana, como la música disco: cuando aún estaba prohibido que personas del mismo sexo bailasen juntas en muchas partes del mundo descubrieron la música de baile, que no necesitaba pareja alguna. Pronto llegaría esa adopción del daddy, al comienzo en subculturas leather (leather daddy) o en otras mucho menos amables (en la cárcel el término jailhouse daddy se usaba para definir al compañero que te defendía en las peleas y también te daba sexo). Esto es lo que dicen los libros de historia. El psicólogo Gabriel J. Martín apunta otro motivo más mundano: la pertenencia al ghetto. “Una de las implicaciones que se daban es que compartíamos los mismos espacios de socialización y era fácil encontrar a un chico de 25 años en el mismo bar en el que se tomaba una cerveza un señor de 40″. Entre mujeres lesbianas también son muy habituales las parejas con mucha diferencia de edad. El caso de Sarah Paulson, de 48 años, y su novia Holland Taylor, de 80, es el favorito de Internet.
Así, es procedente comenzar con un acto de justicia: el término daddy, como tantas otras cosas, se lo hemos tomado prestado a colectivos históricamente desfavorecidos. “Al final las clases altas siempre han tenido cierta inaccesibilidad y su ocio suele implicar más parafernalia”, explica María Bastarós, historiadora del arte, gestora cultural y autora de Herstory. Una historia ilustrada de las mujeres y Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad (ambos de Lumen). “Pensemos en la ópera, por ejemplo. Sin embargo, el ocio de las clases populares es más abierto a la participación, más visible y también más liberado en todo lo que tiene que ver con la expresividad corporal y sexual. Es normal que adoptemos el perreo, por ejemplo, para el que solo se precisa de música y un cuerpo, en lugar de las regatas, para las que necesitamos… muchos veleros”.
Las masas, pues, tardarían un poco en adoptar el daddy, pese a que en 1968 hubo un pequeño destello: el grupo The Zombies cantaron en Time of the Season, una de las canciones definitorias de la psicodelia: “¿Cómo te llamas? ¿Quién es tu papi? ¿Es rico como yo?”. En 1978 Christine McVie escribió Oh Daddy, una de las canciones de amor más inclasificables de Fleetwood Mac. En 1987 George Michael cantó, en la conmovedora y un tanto inquietante Father Figure: “Yo seré tu figura paterna / pon tu pequeña mano sobre la mía / Seré tu predicador, tu profesor / Seré tu papi / Todo lo que tengas en la cabeza”. Father Figure, que fue número uno en Estados Unidos y una de las canciones más exitosas de ese año, está incluida en un disco que vendió 20 millones de copias. Mucho antes de que las redes sociales idealizasen y celebrasen al señor interesante con canas ya había millones de personas chillando en sus habitaciones: “Seré tu papi”. Michael no saldría del armario hasta 1998, aunque solo en Estados Unidos parecieron sorprendidos.
El término lleva intrigando al público desde principios de este siglo. En un episodio de Sexo en Nueva York emitido en 2002 un hombre detiene inmediatamente un polvo cuando su amante, más joven, le llama “papi”. En 2005 The Washington Post le dedicó un largo artículo a la palabra y en 2018 The New York Times bautizó aquel año como “el año del papi”. Los latinos lo usan con especial ahínco: Lorna cantaba Papi Chulo en 2003, Maluma tituló un álbum Papi Juancho en 2020. Ha habido muchos papis en la cultura popular reciente: Idris Elba, David Harbour, Jeff Goldblum, Oscar Isaac, Christopher Meloni o John Krasinski son grandes ejemplos. Todos ellos son hombres de entre 40 y 60 años, más o menos, muestran con orgullo canas, alguna arruga y no tienen cuerpos esculpidos en el gimnasio, simplemente una planta privilegiada con la que se nace y que no se puede comprar. Atraen sexualmente, sí, pero también de forma intelectual, paternal, empática y romántica. En 2014 se creó el perfil DILFs de Disneylandia (DILF es el acrónimo de “padre al que me gustaría follarme” en inglés), que hoy acumula casi medio millón de seguidores y cuyo título no miente: son fotos de padres guapísimos paseando por Disneylandia. “El lugar más feliz de Instagram”, se anuncia socarronamente en su cabecera. No es que estén canónicamente buenos, que ha menudo también: solo resultan atrayentes para sus seguidores porque son padres.
Es Pedro Pascal, gracias especialmente a su papel en The Last of Us (padre atormentado por la pérdida de su hija desde el primer episodio e irresistiblemente atractivo incluso tras varios días sin ducharse ni cambiarse la ropa porque atraviesa un país desolado y tomado por zombis) la que ha convertido el término en uno omnipresente. TikTok ha tenido mucho que ver. Los términos pedro pascal daddy lanzados en su buscador arrojan unos vídeos que suman casi 750 millones de visualizaciones. El propio Pascal, siempre solícito y amable ante la prensa, parece haberse cansado. A comienzos de este mes se paseaba por la alfombra roja en el estreno de la tercera temporada de The Mandalorian cuando una reportera del canal Access Hollywood le pidió que leyese en alto algunos tuits subidos de tono que hablan de él. Tras leerlos, Pascal dice un educado y sonriente: “No”.
Pascal intenta detener un juego que él siguió con gusto durante un tiempo, tal vez pensando que era inocente y que además beneficiaba a su carrera y su popularidad. Este pasado enero, en el estreno de The Last of Us, una reportera le dijo “¿Sabes que eres el papi de Internet?”. A continuación le pidieron leer un tuit de una fan que decía “Me refiero a Pedro Pascal como un DILF y es mi papi caliente y guay”. “Sí, soy tu papi caliente y guay”, dijo él a cámara, cediendo a los deseos de su fan (y de todo Internet).
Es posible que el propio Pascal tema estar convirtiéndose en fetiche, ser cosificado como lo fueron antes otros hombres y mujeres célebres que quedaron reducidos a símbolos sexuales. Bastarós confirma que la obsesión por el daddy es otro fetiche más. “Tal vez no resulte tan violento como otros porque el sujeto deseante, la chica joven, es la que queda en el papel supuestamente subordinado y no al revés. Creo que además es un fetiche muy fácil de entender, puesto que solo es una traslación de cómo la sociedad nos entiende como individuos y de qué capital erótico nos otorga: el hombre provee material e intelectualmente, aporta sabiduría, experiencia y protección ante la amenaza. Y la mujer juventud, frescura, belleza, fertilidad… Creo que hasta puede conducir a una autoinfantilización que limita el crecimiento personal. Poner a otro en el papel de proveedor, protector o maestro te sitúa a ti en el papel de niña. Pero sí, a mí también me gustaban mis profesores de la universidad”.
Gabriel J. Martín también advierte de las dinámicas tóxicas que pueden darse en este tipo de relaciones a veces: “Existen señores que tienen 20 años más que sus novios o que se dedican a buscar chicos que tienen 20 años menos que ellos porque les resultan más sexualmente apetecibles o, sobre todo, mucho más manipulables porque tienen mucha menos experiencia en la vida y son muy fáciles de convencer para hacer con ellos los que les da la gana. Y también existen muchachos jóvenes que aprovechan el atractivo que tienen sobre hombres maduros sin mucha autoestima para tener a una persona que se encargue de solucionarle todos sus problemas y subvencionar todos sus caprichos. Yo he tratado en consulta a unos y a otros: a víctimas de manipuladores mayores y a víctimas de niñatos que querían sacarles la pasta”.
En todo caso, la enorme popularidad del término daddy o papi ha hecho que pierda parte de su significado original para pasar a ser ya casi un sinónimo de tío bueno, pues se aplica ya a hombres que no tienen ni canas, ni cuerpos fuertes, ni demasiada pinta de resolutivos ni edad para ser aún papis, como es el caso de Zayn Malik, Ryan Gosling o Drake. ¿Podría ocurrir con una mujer? La figura de la MILF (”madre a la que me follaría”) es constante en el cine desde El graduado hasta American Pie y justo ese término, MILF, fue el tercero más buscado en PornHub en 2022 según su informe anual (madrastra fue el séptimo). ¿Pero podría existir una mommy con las connotaciones del daddy, que aparte de poder sexual exhiba un influjo protector e intelectual, al estilo de la motomami imaginada por Rosalía? Bastarós teme que no. “Creo que la mujer como proveedora no tiene capital erótico. Otra cosa es que exista la sugar mommy, pero eso es un pacto económico. Ni la ficción ni la experiencia muestran ejemplos suficientes de relaciones de hombre joven y mujer mayor como para que podamos hablar de mommys a secas. Hay algunos ejemplos célebres, como el de Emmanuel Macron. Pero él conoció a su mujer Brigitte teniendo 15 años y ella 39. Un caso alucinante en muchos sentidos, pero no exactamente la erotización de una mujer mayor. También está el de Ashton Kutcher y Demi Moore. Se casaron siendo ella un absoluto pibón y él rico, independiente y famoso, con lo cual el papel de proveedora/protectora de ella no es lo que prima sobre la mesa”.
Es posible que Pascal sea un visionario al querer alejarse de su papel de daddy. “La figura del hombre como proveedor y protector está en decadencia”, remata Bastarós. “Con la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral y aún más con la explosión del feminismo, se ha ido gestando una mirada más crítica hacia los hombres que están con mujeres mucho más jóvenes, como está ocurriendo con Leonardo DiCaprio, aunque siga siendo algo dentro de la norma”. DiCaprio, por cierto, originó el término dad bod (cuerpo de papi) en 2015, tras aparecer con algo de barriga en unas fotos de paparazzi en un yate. El mundo pareció solo entonces aceptar que alguien sin abdominales también resulta deseable. En España lo llamamos fofisano. Afortunadamente, nadie lo usa ya.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram, o suscribirte aquí a la Newsletter.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites