A veces conviene no olvidar que, al final de todo, en el deporte profesional y de máximo rendimiento, todo se mide a partir de las victorias. El Manchester City se había olvidado de ellas porque también, de alguna manera, no encontraba su fútbol. Devastado por las ausencias de varios de sus pilares, el campeón de las últimas cuatro Premier League lleva dos meses sumido en una crisis complicada de asumir. Así que en ese punto ganar es algo más que un anhelo. Es una medicina, un reconstituyente. Y después ya habrá tiempo para hablar de fútbol, de ideas o de estilos. El City venció al fin, lo hizo en Leicester (0-2) ante un rival en puestos de descenso que le superó durante largos tramos del partido y ante el que se plegó incapaz de gestionar la pelota. Picó piedra el City para aliviarse al fin con los tres puntos. “Necesitábamos ganar. Todos lo necesitábamos”, incidió Guardiola tras el partido.
0
Jakub Stolarczyk, Victor Kristiansen, Jannik Vestergaard, Conor Coady (Caleb Okoli, min. 84), James Justin (Hamza Choudhury, min. 69), Bilal El Khannouss, Facundo Buonanotte, Stephy Mavididi (Will Alves, min. 89), Harry Winks (Patson Daka, min. 84), Boubakary Soumaré y Jamie Vardy
2
Stefan Ortega, Rico Lewis, Josko Gvardiol, Nathan Aké (Kyle Walker, min. 69), Manuel Akanji, Savinho, Kevin De Bruyne, Mateo Kovacic, Bernardo Silva, Phil Foden (James McAtee, min. 65) y Erling Haaland
Goles
0-1 min. 20: Sávio. 0-2 min. 73: Erling Braut Haaland
Arbitro Michael Oliver
Tarjetas amarillas
Boubakary Soumare (min. 55), Bilal El Khannous (min. 64), Stefan Ortega (min. 77)
Sería prolijo detallar todos los problemas que asolan al equipo que adiestra el laureado estratega catalán, pero a los cinco minutos de partido ya se plasmó uno muy evidente: el equipo trata de aplicar la lección que tiene bien aprendida, trata de circular la pelota con tres zagueros en el fondo y dos pivotes por delante, ubica a sus interiores (faceta en la que el técnico recuperó a Kevin de Bruyne, una sombra de lo que fue) y abre el campo con dos hombres en la cal. A partir de ahí busca su juego de posición y abrir líneas de pase. Pero en Leicester lo hizo sin ritmo, sin capacidad para mover y sorprender al rival para generarse ventajas. Sin colmillo, además, para recuperar la pelota cuando esta se dividía. Por ahí empiezan los pecados del City, al que la temporada le exige un prolongado acto de contrición.
Ocurrió que de manera inopinada llegó al gol mediada la primera parte, detalle que siempre ayuda a fortalecerse. En esta ocasión se vigorizó contra su naturaleza, pero en un ejercicio de pragmatismo el equipo se aplicó a gestionar la ventaja sin balón. Marcó Savinho después de un error del portero local y el gol pareció un tesoro. Lo hizo entre grandes padecimientos porque el Leicester, en manos de Ruud van Nistelrooy, dispone de unos cuantos gregarios entre los que sobrevive Jamie Vardy como rescoldo del equipo campeón de 2016, pero tiene dos joyitas que le hacen jugar al fútbol, el argentino Facundo Buonanotte y, sobre todo el belga-marroquí Bilal El Khannous. Ambos son camada 2004, veinteañeros que darán que hablar.
A partir de sus dos jugones el Leicester mostró que la zaga del City tenía fisuras. Lo pareció, pero no se plasmó. Le faltó acierto en el área para castigar a un equipo en plena crisis identitaria que bregaba para sobrevivir, que se hundió ante su portero como si fuese un small club. No tuvo grandeza el despliegue del City, tampoco es lo que más necesita ahora.
Akanji sacó bajo su portería un remate del zaguero local Justin. Tampoco el esfuerzo de Vardy no tuvo premio y la pareja de virgueros a la postre no fue más allá de lo estético. Pico y pala, el City esperó su momento, que llegó cuando el Leicester empezó a flaquear por su baldío esfuerzo. A poco más de un cuarto de hora del final, el inesperado McAtee, un secundario del plantel de Guardiola, limpió una jugada tras progresar por la banda derecha. La acción encontró continuidad en el flanco opuesto, desde donde Savinho encontró la testa de Haaland, que remató a la red por segunda vez en los últimos siete partidos, por primera en los últimos cuatro. Al fornido noruego le salió una sonrisa.
Al final del partido, Guardiola se abrazó a McAtee como si no hubiese mañana. “A veces en la situación que estamos viviendo tienes la sensación de que hay que darle la responsabilidad a los veteranos y no a los jóvenes. Pero a veces los veteranos tienen muchas más presión que ellos, que no tienen nada que defender. Simplemente quieren conquistar el mundo”, explicó el técnico. Quizás el City haya aplazado más de lo debido una renovación complicada. Nunca es sencillo jubilar un equipo ganador. Pero todo apunta a que Guardiola está en ello. Y la gente está con él. De Leicester se fue jaleado por los suyos, victorioso en su partido 500 con el equipo (355 victorias, 73 empates, 72 derrotas… 18 títulos). Mira hacia el futuro el arquitecto del City, pero también enfoca al pasado y desde ahí encuentra garantías: “Cuando le demos la vuelta a esta situación no olvidaremos este periodo. Valoraremos más lo que hemos hecho antes y lo que vamos a hacer en el futuro”.