Un riff de guitarra que parece captado por una radio de largo alcance, unas melodías dulces y sinuosas y una voz difícil de identificar (¿es una mujer o un hombre?). Escuchar Diamond Jubilee, el séptimo y doble disco del proyecto musical canadiense Cindy Lee, puede ser casi un acertijo para quien no tenga información previa. Podría haber sido grabado en cualquier momento de la década de los sesenta o setenta. Suena como un casete olvidado en un coche antiguo, sin que eso le reste encanto, más bien al contrario. Si nos dicen que, en realidad, es una reedición de un banda olvidada cuyos masters han pasado décadas acumulando polvo en un desván, como las que nos descubren sellos como Light in the Attic o Numero Group, resultaría completamente creíble. Sin embargo, no solo es un disco de este año sino que, para parte de la crítica musical, es el mejor disco publicado este año.
La presencia de Diamond Jubilee en las listas de lo mejor del año es constante. Lo han incluido en sus selecciones revistas tan distintas entre sí como Stereogum, NME, The Wire o Uncut, pero ha sido la web Pitchfork, la que fuera faro de la música indie durante la pasada década, la que ha acabado por encumbrarlo en lo más alto de su lista del año, otorgándole además su puntuación más alta, 9,1, a un disco nuevo en cuatro años. Ese éxito crítico ha hecho también que el disco sea seleccionado para el Polaris Prize, el más prestigioso de la música canadiense, equivalente al Mercury Prize británico.
Nada mal para un disco de 32 canciones que ha sido grabado siguiendo los preceptos de la filosofía lo-fi: de manera deliberadamente amateur e imperfecta. Toda esta ola de halagos sorprende aún más si tenemos en cuenta cómo se ha publicado Diamond Jubilee: no existe, por el momento, en ningún formato físico, ni está disponible en servicios de streaming como Spotify o Apple Music. La única manera de escucharlo es comprarlo en descarga o, la que más ha contribuido a difundir el álbum, un clip de YouTube.
En realidad, todo en Cindy Lee es un misterio, uno de esos creados ex profeso y que siguen apasionando a muchos fans de la música que buscan desentrañar una historia detrás de las canciones. Detrás de ese nombre está Patrick Flegel, un músico canadiense con una ya larga trayectoria en la escena independiente. Flegel formó parte de Women, una banda de rock de nombre premonitorio que cosechó cierto estatus de culto con dos discos –Women, de 2008, y Public Strain, de 2020– antes de disolverse en plena gira del segundo. La gota que colmó el vaso de las diferencias entre Flegel y el resto de la banda llegó en un concierto en Victoria, Canadá, en el que acabaron a puñetazo limpio en el escenario.
Una vez disueltos, Flegel creó una fugaz banda, Androgymous Mind (de nuevo, un nombre que da pistas), pero principalmente se embarcó en el que es su proyecto principal, y en el que es el único miembro fijo conocido. Más que una banda o un proyecto musical, Cindy Lee es un personaje, el que encarna Flegel en sus conciertos, en los que lleva vestidos de lentejuelas, peluca y maquillaje, todos de inequívoca inspiración sesentera. El motivo de esta decisión no está claro. ¿Es una mera apuesta estética, un homenaje a las girls bands a las que recuerdan sus canciones, o la expresión personal del propio Flegel?
El canadiense, como buen cultivador del misterio, apenas ofrece entrevistas, y cuando lo hace elige medios pequeños e independientes, pero en 2020 habló del tema en la web Jellybones. “Empecé a hacer crossdressing en 2010, casi inmediatamente después del final de la última gira de Women”, explicó. “Solo lo había hecho una vez antes, cuando tenía 16 años. Estaba saliendo con una chica, nos estábamos vistiendo para ir a una fiesta de Navidad y me dijo: ‘Tendrías que ir de drag’. No volví a pensar en ello hasta 2010. En aquella época, todavía estaba muy inestable emocionalmente, y estaba convencido de que me identificaba como mujer”. En la misma entrevista, Flegel describe su estilo como “un drag convencional, básico y tradicional”. “Cuando la gente me pregunta qué tipo de drag hago, respondo que es un drag ‘reina del armario de los sesenta′. Vengo de ese mismo sitio. Es una tradición de arquetipos de divas como Pasty Cline, Tammy Wynette, Diana Ross, Flo Ballard, y Mary Wells. O incluso Faye Dunaway”, añadía.
Como Cindy Lee, Flegel ha publicado hasta la fecha siete discos, todos en pequeños sellos independientes o, directamente, en el suyo propio, Realistik. Una práctica basada en el do it yourself propio de la primera escena independiente que ha llevado hasta límites más extremos que los habituales. Sus discos se publican en ediciones limitadas en formato físico, y en los servicios de streaming muchas veces son inencontrables. En Spotify, por ejemplo, solo están disponibles dos álbumes y tres singles. Sobre esta plataforma, además, Flegel no tiene muy buena opinión: “El CEO de Spotify es un ladrón y un belicista”, escribió en la web de su sello, en relación a la inversión de Daniel Ek en Helsing, una compañía de tecnología armamentística.
Esa manera de oponerse a los dictados de la industria, una actitud muchas veces impostada dentro de la escena independiente, llega a cotas más consecuentes en el caso de Flegel, incluso hasta el punto de sabotearse a sí mismo. Con la repercusión de Diamond Jubilee reciente tras su reseña en Pitchfork el pasado mes de abril, Cindy Lee tenía programada una gira de 27 fechas en EE UU. Sin embargo, a mitad de la misma y con todas las entradas vendidas, el artista decidió cancelar las 12 fechas restantes por motivos personales. Si es fruto de la excesiva atención o hay otras razones es algo que Flegel, quien tampoco utiliza redes sociales, no lo ha revelado. Lo que sí sabemos es que desdeña lo que se salga de lo puramente artístico en su trabajo. “El estilo de vida de tocar 150 o 200 conciertos al año y no hacer música nueva no me atrae para nada. Lo hice siendo más joven y no lo disfruté, aunque pasé algunos buenos momentos”, contaba en otra entrevista de 2020. “Afortunadamente, hay gente suficiente a la que le gusta lo que hago para que pueda sobrevivir”, añadía.
Por el momento, no hay noticias de que Flegel vaya a aprovechar el creciente éxito de Diamond Jubilee, especialmente en directo, la principal fuente de ingresos para los artistas minoritarios. Su agenda de actuaciones está vacía, y la única concesión que parece haber hecho es la edición física del álbum, que se puede reservar en su Bandcamp y que no llegará hasta febrero del año próximo. Mientras tanto, su último disco sigue recibiendo cada vez más atención, entre fans veteranos de su música y otros nuevos que se sorprenden con sus canciones que parecen salidas de otra época. En el link oficial de YouTube, convertido en un improvisado foro, un usuario resume la fascinación de muchos: “Suena como nada que haya escuchado jamás y a todo lo que siempre he amado”.