Y al vigésimo día llegó la explicación oficial. El caos que acecha el sistema municipal de bicicletas de Madrid, conocido como Bicimad, tiene un culpable, según el Ayuntamiento de Madrid: el usuario que usa las bicicletas. El área de Movilidad y Transportes ha emitido una nota de prensa este lunes, 20 días después de que entrara en funcionamiento el nuevo servicio. Una convivencia que ha llevado a un agujero negro a todo un sistema de transportes. La posibilidad de utilizar una bicicleta es prácticamente imposible. No existen. Hasta el 7 de marzo miles de madrileños utilizaban este servicio para moverse por la capital de España. Este día, José Luis Martínez-Almeida anunció la entrada en vigor de un nuevo sistema, con bicicletas y estaciones nuevas, con el objetivo de llegar a los 21 distritos, cinco más que ahora. Una medida de estas características, que implica la sustitución total de las bicicletas antiguas por las nuevas y el cambio de las estaciones viejas por otras más modernas, implicaría el cierre del servicio durante, al menos, tres meses, según fuentes municipales. Sin embargo, el Ayuntamiento, con el horizonte electoral del 28 de mayo a la vuelta de la esquina, descartó esta propuesta. Creía posible la convivencia de ambos sistemas. A cambio, ha ofrecido el servicio gratuito a todos los usuarios hasta el 31 de julio. 20 días después de esta decisión, cientos de bicicletas están tiradas por las calles, parques, jardines. Desaparecidas. Solo en la primera semana desaparecieron 500, según un documento interno al que tuvo acceso EL PAÍS.
Este lunes, 20 días después, la explicación a la cantidad de bicicletas desaparecidas ―el Ayuntamiento no ha publicado ningún dato, tampoco de quejas, pese a que la propia aplicación solo en Twitter contesta una media de 10 reclamaciones a la hora― ha emitido una nota de prensa donde reconoce por primera vez que el sistema falla. “Un 20% de los usos que se realizan en Bicimad con la actividad de gratuidad no son correctos”, explica la nota. “Es decir, los usuarios utilizan las bicicletas sin cumplir la obligación de estacionarlas en base, abandonándolas en cualquier punto. Este hecho perjudica a los ciudadanos con la reducción de la disponibilidad de los vehículos en las estaciones y ocasiona un menoscabo a la empresa pública, que se ha visto obligada a realizar un despliegue de personal extraordinario para la recogida de las bicicletas”. A partir de este lunes, los usuarios que no terminen su viaje en una estación serán sancionados con un aviso de información. Si repite, se cobrará una multa de 5,30 euros. Si reincide por tercera vez, el sistema suspenderá la cuenta. No hay previstas más sanciones, según fuentes municipales. Este lunes se han incorporado otras 150 bicicletas nuevas al sistema, que se suman a las 802 desplegadas desde el 7 de marzo.
Una tormenta perfecta a 60 días de las elecciones
La realidad es que el caos del sistema está acechando a Almeida. Algunos concejales reconocen en privado que el sistema está fallando. De hecho, el pasado jueves, durante la Junta de Gobierno, algunos preguntaron al edil de Movilidad y mano derecha de Almeida, Borja Carabante, qué estaba pasando realmente con Bicimad ante la avalancha de críticas. Carabante pidió tiempo y paciencia. El sistema ha entrado en una tormenta perfecta a menos de 60 días de las elecciones.
El nuevo sistema de Bicimad incluye una nueva aplicación para poder usarla y unas nuevas bicis, al mismo tiempo en el que se siguen utilizando las viejas y la vieja aplicación. Una convivencia que, desde el primer día, está generando caos e incertidumbre entre los usuarios, que han descendido un 20% desde que Almeida está en el Ayuntamiento. Los últimos datos disponibles son de septiembre de 2022. El área de Movilidad lleva cinco meses sin publicar las cifras. ¿Por qué? “Ahora, Bicimad se opera bajo la modalidad de gestión directa y la Empresa Municipal de Transportes será la encargada de publicar los datos de su gestión, evaluando el lugar de su publicación, la periodicidad y el contenido de los mismos”, asegura una portavoz del área.
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Hasta el 31 de julio se verán dos tipos de bicicletas públicas por las calles de Madrid: las nuevas, de color azul; y las viejas, blancas. En 20 días de convivencia la gestión de ambas está siendo un caos, según los usuarios y los propios trabajadores de Bicimad. Y todo se debe, según apuntan todos, a la planificación del Ayuntamiento. Las nuevas bicicletas no se pueden cargar en las estaciones viejas, ni tampoco anclar, para evitar robos. Y las viejas, lo mismo, pero en las estaciones nuevas.
A esto se suma que algunas de las nuevas estaciones que ya estaban instaladas y preparadas para funcionar han sido desmanteladas por la propia área de Movilidad, como la de la calle María Sevilla, al lado del metro de Las Musas. “Ha sido por un tema técnico”, cuenta una portavoz municipal. “Las nuevas estaciones nos permiten mucha flexibilidad para enfrentarnos a situaciones como esta”.
“Nosotros tenemos que llevarnos las nuevas al almacén para poder cargarlas”, contaba un empleado a este periódico el martes pasado. “Esto es un caos, literalmente”. ¿Y las bicicletas viejas? Lo mismo. Si un usuario utiliza una de las antiguas y la aparca en una estación nueva, tampoco se carga. Son los trabajadores los que acuden con baterías portátiles para cambiarlas y que el usuario disponga del servicio eléctrico en la bicicleta.
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