Un estudio liderado por la red internacional de científicos World Weather Attribution (WWA) concluye que el cambio climático intensificó los 10 eventos meteorológicos extremos más mortíferos registrados el mundo en las dos últimas décadas, que se cobraron al menos 576.042 vidas. Los científicos de este grupo han analizado tres ciclones tropicales, cuatro olas de calor, una sequía y dos inundaciones registrados entre 2004 y 2023. Concluyen que el cambio climático causado por el hombre debido principalmente a la quema de combustibles fósiles y la deforestación hizo que estos 10 eventos “fueran más intensos y probables”. Entre los desastres analizados figuran dos intensas olas de calor (una de 2022 y otra de 2023) que afectaron a España y otros países europeos y que se cobraron la vida de más de 90.500 personas.
“Lo que vemos en este estudio es que el cambio climático ya ha hecho que la vida sea increíblemente difícil y realmente peligrosa”, sostiene una de las autoras, Joyce Kimotai, investigadora del Centro de Política Ambiental del Imperial College de Londres. “Y solo estamos en 1,3 grados de calentamiento”, añade sobre el incremento registrado ya de la temperatura media mundial, tomando como referencia la era preindustrial, es decir, antes de que comenzara la quema masiva de combustibles fósiles. La semana pasada, la ONU advirtió de que las políticas actuales de los gobiernos del mundo llevan a un calentamiento de más de tres grados.
Este informe coincide en el tiempo con el mortífero episodio de gota fría registrado en España. Aunque todavía no se ha realizado un informe de atribución al cambio climático de este evento, multitud de estudios científicos apuntan a la huella del calentamiento se puede encontrar en la mayor frecuencia e intensidad de ese tipo de fenómenos. “Sin duda, estos aguaceros explosivos se intensificaron con el cambio climático. Con cada fracción de grado de calentamiento”, sostiene la directora y fundadora del WWA, Friederike Otto, “la atmósfera puede retener más humedad, lo que provoca ráfagas de lluvia más intensas”.
El informe sobre los 10 eventos meteorológicos más mortíferos y su vinculación con la crisis climática parte de 2004 porque fue en ese año cuando se publicó el primero de estos análisis de atribución, referido a una mortal ola de calor registrada en Europa, y que también afectó a España. Diez años después, se creó el WWA, cuya labor se centra en elaborar análisis de atribución rápidos y que desde entonces ha publicado 80 estudios de este tipo. Lo que se pretendía y se pretende, explica Otto, es hacer entender a la población que el cambio climático no es algo “abstracto”, sino que está vinculado a su cotidianidad. “Gracias a las historias que los medios de comunicación han escrito sobre nuestros hallazgos, muchas personas ahora entienden que el cambio climático ya está haciendo la vida más peligrosa y que también hay muchas cosas que se pueden hacer mejor para prepararse ante los extremos climáticos”, añade Otto.
El estudio del WWA, publicado coincidiendo con los 10 años de vida de este grupo de expertos, ha partido de seis estudios de atribución ya existentes, que se han revisado, y de cuatro nuevos que se han elaborado para esta ocasión, explica Kimotai. Los investigadores concluyen que “muchas de las 576.042 muertes eran evitables, y todos los países deben redoblar sus esfuerzos para adaptarse al clima extremo”. Entre las recomendaciones que realizan estos expertos está la necesidad de poner en marcha sistemas de alerta temprana que realmente sean efectivos, además de preparar las ciudades e infraestructuras ante unos eventos extremos que irán a más.
Estos son los eventos analizados: el ciclón Sidr, 2007 en Bangladesh, que causó 4.324 muertes; ciclón Nargis, 2008 en Myanmar, que mató a 138.366 personas; ola de calor en Rusia en 2010 (55.736); sequía en Somalia de 2010 (258.000 fallecidos); inundaciones en India en 2013 (6.054 víctimas); tifón Haiyan, en Filipinas en 2013 (7.354 víctimas); ola de calor en Francia de 2015 (3.275 muertes); olas de calor en gran parte de Europa en 2022 y en 2023 (53.542 y 37.129 fallecidos respectivamente); y la tormenta Daniel en Libia, que se cobró la vida de 12.352 personas. Todos estos eventos fueron empeorados por el cambio climático, ya sea aumentando las precipitaciones y vientos en algunos caos o disparando los termómetros y la sequía en otros.