Después de un agotador ejercicio de voluntad para remontar un marcador adverso, de tener que apechugar con la falta de acierto anotador y compensarlo estrechando la concentración en defensa, el Baskonia cayó en el Buesa frente al Estrella Roja (73-75) tras haber conseguido lo más difícil. Una canasta de Canaan, a falta de 3,4 segundos sentenció el partido, porque Moneke no pudo darle réplica con un tiro forzado en la última acción. Había conseguido el equipo de Laso enchufar a su hinchada en los instantes finales, después de tener 15 puntos de desventaja, porque remontó esa diferencia y se colocó por delante (72-71), a 2,12 para el final, pero en estos casos, la fortuna suele intervenir cuando las fuerzas están ya muy justas, y se inclinó hacia el lado del equipo serbio.
Sucedió todo eso porque un segundo cuarto infame obligó al Baskonia a perseguir al Estrella Roja el resto del partido. Como le ocurrió en París hace unos meses, al equipo vitoriano le falló el sistema operativo, se le apagó el ordenador y tuvo que reiniciar, mientras los serbios seguían funcionando con la batería al cien por cien. Después de un primer cuarto decente, al menos en el marcador (16-16), aunque el equipo vitoriano desaprovechó una ventaja de ocho puntos (14-6), su desatención defensiva y sus fatales errores en el tiro de tres, después de quince intentos sin anotar, le fueron pasando factura. Los visitantes atinaban más con el tiro, pero, además, el vigor que exhibió el Baskonia en los primeros minutos, en los que superaba con claridad en el rebote bajo las dos canastas a su rival, se fue diluyendo.
Así que con un cóctel de ingredientes variados, el partido cambió de signo. Lo que antes era cara, se convirtió en cruz; lo luminoso se hizo oscuro, y el puñado de aficionados serbios, mohínos y callados en los primeros minutos, se convirtieron en un grupo expansivo y alegre, que celebraba por Vitoria como Pedro por su casa, como si fuera aquello el Stark Arena.
La última ventaja del Baskonia, casi hasta el final del partido, llegó con la primera canasta del segundo cuarto, que puso el marcador en 18-16, pero un parcial de 12-26, con el Baskonia en problemas para correr hacia atrás, resultó decisivo para la suerte del partido. Parecía que allí no quedaba más entretenimiento que observar las evoluciones del recién llegado Luka Samanic, serbio ex del Barça, San Antonio Spurs y New York Knicks, y que mostró cosas interesantes, porque el marcador parecía sentenciado.
Pero apareció el carácter Baskonia, comenzaron a entrar los triples, la defensa se hizo feroz, y ya no lo tenían tan fácil Bolomboy o Miller-Macintyre para entrar como cuchillos en la mantequilla. El luminoso reflejaba lo que sucedía en la cancha, se estrechó la diferencia, llegó el empate, y después, a 2,12, después de dos tiros libres que anotó Howard, los de Laso se pusieron por delante. Y tal vez les sobró ambición al intentar un triple para ampliar la diferencia; después, a 1,25m Hall puso un tapón monumental y con 44 segundos por delante, Canaan empató. En la penúltima acción del partido, Howard penetró a canasta, lo arrolló por detrás Giedraitis y los árbitros no vieron nada. Anotó Canaan, Moneke no pudo empatar con su tiro y la victoria se fue para Serbia.